El Salvador: observadores ecuménicos supervisan la elección presidencial

Se empeñan en garantizar transparencia y legitimidad en los comicios

Por Lynette Wilson
Posted Feb 6, 2014
Carlos Duran Flores, un observador nacional, y David James, de la iglesia de La Gracia en West Lorne, Ontario, comunican por teléfono el primero de los tres reportes del colegio electoral de San Martín. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Carlos Duran Flores, un observador nacional, y David James, de la iglesia de La Gracia en West Lorne, Ontario, comunican por teléfono el primero de los tres reportes del colegio electoral de San Martín. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Para ver entrevistas en vídeo de ENS con observadores a las elecciones de El Salvador, haga un clic aquí.

[Episcopal News Service] A las 5 A.M. del 2 de febrero, comenzaron a llegar los observadores internacionales y nacionales a los colegios electorales, dos horas antes de que comenzaran las elecciones presidenciales de El Salvador.

Su trabajo consistía en mantenerse atentos: presenciar la apertura y catalogación de los paquetes de boletas y la preparación de los lugares de votación; observar imparcialmente que los votantes depositaran sus boletas a lo largo del día, vigilar cualquier signo de irregularidad, evidencia de fraude o de conducta impropia, o de ciudadanos a quienes les negaran el derecho a ejercer el voto.

Votantes esperan de pie ante la puerta del centro de votación de San Martín después de las 7:00 A.M. hora en que comenzaban las elecciones.

Votantes esperan de pie ante la puerta del centro de votación de San Martín después de las 7:00 A.M. hora en que comenzaban las elecciones.

A las 7:35 A.M., mientras la Policía Nacional mantenía a los votantes detrás de la verja de entrada [del centro de votación] de San Martín, una municipalidad localizada a 25 minutos en auto al Este de San Salvador, David James, observador anglicano del Canadá, y Carlos Durán Flores, observador nacional, enviaron el primero de los tres informes que debían presentar a lo largo de la jornada de 14 horas. El informe incluía el hecho que uno de los nueve colegios del centro no había recibido su paquete de elección hasta después de las 6:30 A.M. retrasando la apertura de las urnas —una observación común a través de los centros de votación de todo el país.

Además del retraso inicial, un poquito de confusión y la sensación general de que algunos empleados electorales tenían una preparación deficiente, “las cosas parecían marchar razonablemente bien”, dijo James, hablando poco después de las 7 A.M. desde su puesto en San Martín.

Para ganar en la primera ronda electoral, el presidente y el vicepresidente necesitaban contar con el 50 por ciento de los votos emitidos, más un voto. El 3 de febrero por la noche, los dos principales partidos, el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, o FMLN, y el derechista Alianza Republicana Nacionalista, o ARENA, habían recibido el 48,93 y el 38,95 por ciento de los votos, respectivamente. El tribunal electoral de El Salvador se propone publicar cifras oficiales el 5 de febrero. Una segunda vuelta electoral es probable que tenga lugar el 9 de marzo. El próximo quinquenio presidencial comienza el 1 de junio.

El electorado de El Salvador vota por partido en boletas de papel. Al cierre de las urnas, los miembros de la mesa electoral que representaban los partidos ARENA, FMLN y UNIDAD, contaron las boletas. Cada colegio electoral individual tenía cupo hasta para 500 votantes. A las 7 P.M. cuando los observadores dieron su último reporte, algunos colegios todavía estaban haciendo el recuento.

Tres vigilantes, en representación de los tres principales partidos políticos, sirvieron en cada puesto individual de votación, además de los trabajadores electorales. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Tres vigilantes, en representación de los tres principales partidos políticos, sirvieron en cada puesto individual de votación, además de los trabajadores electorales. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Entre unos 3.000 observadores electorales, tanto internacionales como nacionales, 26 anglicanos llegaron de Canadá a El Salvador el 29 de enero. Llegaron días antes de las elecciones para adquirir una mejor comprensión del proceso electoral del país, mediante la participación en un curso de la Escuela Global de la Fundación Cristosal que brinda contexto y perspectiva históricos sobre la construcción de la democracia en una sociedad luego de un conflicto armado, y para aprender sus responsabilidades como observadores. La Fundación Cristosal es una organización de derechos humanos y desarrollo comunitario que tiene su sede en San Salvador.

“Creo que en verdad marcha bien hasta ahora. Me alegra formar parte de un grupo que se está comportando profesionalmente y que está tomando la tarea muy en serio”, dijo Olivia Amadón, coordinadora de la escuela global, luego de que cerraran las urnas y se presentara el informe final.

Este año, el capítulo ecuménico local del Consejo Latinoamericano de Iglesias, o FECLAI —que tiene 20 años de experiencia como observador de elecciones en El Salvador— y Cristosal participaron en una Red de Observación Nacional, que usa datos estadísticos respecto a las observaciones electorales para crear un informe que rastree las anomalías y proporcionar una muestra estadísticamente precisa de los escrutinios en los colegios electorales que pueda compararse con los recuentos oficiales del tribunal electoral para verificar su exactitud.

“Eso es algo que realmente importante porque, por ejemplo, yo estuve en Honduras recientemente y vimos muchísimas anomalías en las elecciones allí”, dijo Amadón. “Presenciamos la compra de muchísimos votos, intimidación a los votantes, actos de violencia, personas que fueron secuestradas para que no pudieran incorporarse a las mesas de votación… pero al final el mayor fraude tuvo lugar por parte del tribunal electoral”.

Una delegación de observadores electorales anglicanos-episcopales provenientes del Canadá y los Estados Unidos viajó a El Salvador para ayudar a garantizar la transparencia y legitimidad de las elecciones presidenciales del 2 de febrero. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Una delegación de observadores electorales anglicanos-episcopales provenientes del Canadá y los Estados Unidos viajó a El Salvador para ayudar a garantizar la transparencia y legitimidad de las elecciones presidenciales del 2 de febrero. Foto de Lynette Wilson para ENS.

En Honduras, el recuento de votos del tribunal electoral no coincidía con el recuento de los trabajadores electorales. Los dos principales candidatos proclamaron victoria. El conservador Juan Orlando Hernández tomó posesión como presidente el 27 de enero.

“Creo que eso habla de la importancia de la observación electoral: verificar y legitimar los resultados de las elecciones, porque estas instituciones son todavía muy jóvenes y tienen sus propias debilidades”, agregó Amadón. “La democracia en El Salvador tiene sólo unos 20 años; todavía es muy joven, y después de lo que he presenciado hoy, probablemente sea uno de los procesos electorales más exitosos que yo haya visto”.

Una mujer mete el dedo en un tarro de pintura luego de votar en las elecciones presidenciales de El Salvador el 2 de febrero. Sears ofreció el 2 de febrero un 20 por ciento de descuento a los votantes con el dedo manchado de pintura. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Una mujer mete el dedo en un tarro de pintura luego de votar en las elecciones presidenciales de El Salvador el 2 de febrero. Sears ofreció el 2 de febrero un 20 por ciento de descuento a los votantes con el dedo manchado de pintura. Foto de Lynette Wilson para ENS.

El fraude, la corrupción y la irregularidad de los votantes han acompañado las elecciones en América Latina. Pero al evaluarse inmediatamente después las elecciones del 2 de febrero, tanto los observadores como la prensa han catalogado la votación en El Salvador como “tranquila” y “ordenada”.

De 1980 a 1992, El Salvador sufrió una brutal guerra civil entre el gobierno, dirigido por militares y respaldado por EE.UU., y una coalición de grupos guerrilleros, organizados por el FMLN, que más tarde se convertiría en un partido político. La guerra  fue alimentada principalmente por las enormes desigualdades que existían entre una pequeña elite adinerada que controlaba el gobierno y la economía, y la mayoría de la población que vivía en extrema pobreza.

“La Iglesia estuvo con el pueblo porque no podía servir a dos señores”, dijo el obispo Martín Barahona, de la Diócesis [Episcopal] de El Salvador, durante una ceremonia de bienvenida a la delegación de observadores. “El gobierno de EE.UU. apoyó al gobierno y a los militares, pero el pueblo de Estados Unidos apoyó al pueblo, como hizo la Iglesia Episcopal”.

La revolución que comenzó en El Salvador en 1980 como una lucha armada continúa hoy en la medida en que la sociedad civil y los derechos humanos y la organización de la justicia social se empeñan en levantar, educar y facultar a la ciudadanía del país, según las organizaciones cívicas y de derechos humanos.

Cuando comenzó la guerra, la Iglesia decidió unirse a la revolución; el obispo es el obispo del pueblo dijo Barahona. Es por eso que es importante seguir trabajando por una democracia funcional, “y es por eso que ustedes están aquí como observadores”, afirmó. “Porque le pedimos a las personas que testifiquen lo que funciona y lo que no funciona… ningún modelo humano es perfecto, pero tenemos que seguir perfeccionándolo”.

El movimiento de solidaridad en El Salvador tuvo su comienzo en el Segundo Concilio Vaticano. Durante la guerra civil, la Iglesia Católica Romana y las iglesias protestantes históricas desempeñaron un importante papel en la denuncia de las violaciones de los derechos humanos, entre ellas los asesinatos en masa y las desapariciones forzosas.

“El empeño de las iglesias de sacar a relucir estas violaciones es lo que evitó una escalada de violencia en El Salvador”, dijo Noah Bullock, director ejecutivo de la Fundación Cristosal. “De manera que esas relaciones de solidaridad fueron importantes, y siguen teniendo importancia hoy según el país continúa luchando como una democracia”.

Angela Smith, a la derecha, y otros seis observadores electorales de la Iglesia Episcopal de Chicago viajaron a El Salvador para las elecciones presidenciales del 2 de febrero. La diócesis de Chicago está explorando el establecimiento de relaciones de compañerismo con la Iglesia Anglicana-Episcopal de El Salvador. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Angela Smith, a la derecha, y otros seis observadores electorales de la Iglesia Episcopal de Chicago viajaron a El Salvador para las elecciones presidenciales del 2 de febrero. La diócesis de Chicago está explorando el establecimiento de relaciones de compañerismo con la Iglesia Anglicana-Episcopal de El Salvador. Foto de Lynette Wilson para ENS.

El día antes de las elecciones, los observadores, entre ellos el grupo de la Iglesia Anglicana del Canadá y siete episcopales de la Diócesis de Chicago, se reunieron en San Juan Evangelista, un templo de la Iglesia Anglicana-Episcopal en San Salvador que durante la guerra sirvió de albergue a personas desplazadas interiormente. Allí, [los observadores] se informaron acerca del contexto electoral del país, pasado y presente, y de su papel como observadores, respecto a la ley, la [actitud de] no intervención, neutralidad, objetividad e imparcialidad [que debían mantener]. El entrenamiento fue coordinado por el FECLAI y la ISD (Iniciativa Social por la Democracia).

La Red de Observación Nacional estuvo integrada por más de 20 iglesias y organizaciones de la sociedad civil que sumaron más de 1.100 observadores nacionales e internacionales, la mitad del total. Las organizaciones asociadas compartieron recursos que le permitieron a la Red llevar a cabo una observación sistemática que incluía reportes y representaciones estadísticas del total de los votos emitidos, una campaña en los medios de prensa para informar al electorado y los recursos legales para hacer denuncia formal de cualquier actividad ilícita.

El Salvador ha celebrado seis elecciones “libres y democráticas” después que los militares dejaran de controlar el poder, dijo Eduardo Escobar, que dirigió el entrenamiento de los observadores en nombre de la ISD.

“Estamos aún en proceso de dejar que se asiente el polvo y de entender la democracia”, dijo Escobar. “A veces damos un paso adelante y dos hacia atrás, y a veces nos echamos a un lado y nos quedamos en lo mismo”.

En 1931, el pueblo de El Salvador eligió por mayoría popular al presidente Arturo Aranjo, que comenzó a poner en práctica algunos programas sociales. Un año después, durante un golpe de Estado, el general Maximiliano Hernández Martínez se convirtió en presidente. De 1932 a 1979, El Salvador fue gobernado por un régimen militar —el presidente era una figura militar que servía por un período de cinco a seis años —al estilo de los gobiernos militares de derecha de América Latina alineados con EE.UU. en su lucha contra el comunismo durante el período de la Guerra Fría.

A diferencia de Nicaragua y la República Dominicana, donde un solo presidente gobernaba, a veces por décadas, las “elecciones” regulares en El Salvador daban la impresión de que existía una democracia, aunque el fraude persistió a través de los años 70 y en las elecciones que se celebraron durante la guerra civil.

Noah Bullock, director ejecutivo de la Fundación Cristosal, y Saul Gueller, un observador de 84 años procedente de Vancouver, Columbia Británica, repasan los tres informes que se espera que los observadores  hagan en distintos momentos de la jornada electoral. Esta era la segunda vez que Geller había viajado a El Salvador como observador de unas elecciones. La primera vez fue en 2009 para las elecciones municipales. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Noah Bullock, director ejecutivo de la Fundación Cristosal, y Saul Gueller, un observador de 84 años procedente de Vancouver, Columbia Británica, repasan los tres informes que se espera que los observadores hagan en distintos momentos de la jornada electoral. Esta era la segunda vez que Geller había viajado a El Salvador como observador de unas elecciones. La primera vez fue en 2009 para las elecciones municipales. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Las recientes elecciones se han considerado imperfectas, pero substancialmente mejores, dijo Bullock.

El FMLN ganó la presidencia por primera vez en 2009, y ha habido muchas especulaciones en los medios de prensa respecto a lo que significaría una segunda victoria del FMLN;  especulación que ha incluido la propagación de temores, tanto a nivel local como internacional.

“Una victoria, y un segundo gobierno consecutivo de la FMLN sería una afirmación de los programas sociales y de la agenda política de la izquierda, y sería una oportunidad para profundizar esa agenda con un mandato más grande de parte del electorado”, dijo Bullock. “Debido a que es probable que la elección vaya a una segunda vuelta, la adición de un tercer contendiente en el partido UNIDAD significa que a fin de gobernar, tanto el FMLN como ARENA, tendrán que negociar alianzas.

“En teoría, este tipo de equilibrio es bueno para el gobierno democrático. En verdad, UNIDAD no mejora mucho la calidad de la oferta política. La campaña ha sido más de la competencia entre las promesas populistas que un serio debate político”.

De los cinco candidatos que se presentaron [a la consulta electoral], tres dominaron la campaña presidencial: Salvador Sánchez Cerén, del FMLN y actual vicepresidente; Norman Quijano, de ARENA y actual alcalde de San Salvador; y el ex presidente Antonio Saca, de ARENA, que representaba una coalición  bajo el nombre de UNIDAD. (La constitución de El Salvador prohíbe a los presidentes desempeñar dos períodos consecutivos; era la primera vez en estas elecciones que un ex presidente se presentaba a los comicios por un partido diferente).

Chris Pilon, seminarista anglicano del Huron College en London, Ontario, supervisa el papeleo final de un centro electoral en una escuela primaria de Ilopango. Foto the Lynette Wilson para ENS.

Chris Pilon, seminarista anglicano del Huron College en London, Ontario, supervisa el papeleo final de un centro electoral en una escuela primaria de Ilopango. Foto the Lynette Wilson para ENS.

La seguridad y el desarrollo económico al tope de la agenda

La seguridad en un país que ha sido aterrorizado por la violencia pandilleril relacionada con el tráfico mundial de narcóticos y la inmovilizada expansión económica fueron los tópicos de un foro presidencial del pasado 31 de enero al que asistieron los observadores electorales y los candidatos vicepresidenciales en el Hotel Sheraton.

Los candidatos vicepresidenciales en representación de los tres principales partidos esclarecieron las plataformas de sus partidos relacionadas con estos temas en presentaciones de cinco minutos, luego respondieron tres preguntas idénticas respecto a la seguridad y el desarrollo económico antes de aceptar preguntas del público.

Aunque los observadores de las elecciones habían de permanecer neutrales e imparciales, la asistencia al foro les permitió tener una mejor comprensión de las realidades cotidianas del país. Si bien ha descendido en el último año, el índice de homicidios en El Salvador está entre los más altos del mundo. La mayoría de la población [en edad] laboral se encuentra desempleada, subempleada o trabajando en la economía informal, y una de cada cuatro familias depende, para cubrir los gastos mensuales, de las remesas de los familiares que trabajan en el exterior. Una mayoría de los 2 millones de salvadoreños que se encuentran en el extranjero vive en Estados Unidos. Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, dos de cada tres salvadoreños que han conseguido empleo en los últimos 30 años lo han encontrado en Estados Unidos.

El Salvador se encuentra en su tercer año de una campaña de cinco años respaldada por EE.UU. para extender la democracia, la seguridad y el crecimiento económico a través de un Plan de Acción Conjunto de la Asociación para el Desarrollo que se firmó en 2011, a dos años de estar en el poder el actual gobierno salvadoreño.

Preocupados de que Estados Unidos pudiera influir en las elecciones, las agrupaciones de derechos humanos y justicia social aunaron fuerzas para escribirle una serie de cartas al secretario de Estado John Kerry y celebraron conferencias de prensa pidiéndole a Estados Unidos que asumiera una posición neutral. El 16 de diciembre, la embajadora de EE.UU. Mari Carmen Aponte dijo que Estados Unidos “no sería un actor” en las elecciones del 2 de febrero.

Elliott Abrams, asesor adjunto de seguridad nacional en el gobierno de George W. Bush y subsecretario de Estado para asuntos interamericanos en el gobierno de Ronald Reagan, intervino en el Washington Post en apoyo de los conservadores de El Salvador.  En respuesta a Abrams, el New York Times publicó una columna de opinión de William G. Walker, diplomático de carrera jubilado, que fuera embajador de Estados Unidos en El Salvador de 1988 a 1992, en la que sugería que no había que temerle a la izquierda.

Cambios en el sistema de votación
Hay 6,3 millones de salvadoreños que viven en 14 departamentos o estados, en un país del tamaño de Massachusetts. Al igual que en Estados Unidos y Canadá, los votantes deben ser mayores de 18 años y, en El Salvador, deben presentar una identificación vigente con foto, y la foto debe ser idéntica a la que aparece junto al nombre en el registro de votantes que se exhibe en el colegio electoral que le ha sido asignado al votante.

Un grupo de voluntarios atienden los teléfonos de la sede de la Iniciativa Social para la Democracia, en los que reciben llamadas de observadores de la elección que envían reportes e información para el rápido recuento que siguió al cierre de las urnas. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Un grupo de voluntarios atienden los teléfonos de la sede de la Iniciativa Social para la Democracia, en los que reciben llamadas de observadores de la elección que envían reportes e información para el rápido recuento que siguió al cierre de las urnas. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Los principales cambios en el sistema electoral tuvieron lugar antes de las elecciones del 2 de febrero. Se puso en vigor un sistema de votación residencial, mediante el cual los 4,8 millones de electores inscritos votan en sus comunidades, en lugar de viajar a centros de votación regionales organizados por orden alfabético. Esta medida aumentó el número de centros de votación de 460 a 1.591, con unos 10.000 colegios electorales o puestos de votación. Y los miembros de la diáspora salvadoreña, la mayoría de los cuales vive en Estados Unidos y Canadá, tuvieron derecho a votar.

En un centro de votación [establecido] en un campo de fútbol en Soyapango, una de las municipalidades más densamente pobladas y peligrosas del país, los observadores dijeron que, pese a “una sospecha general de los partidos”, la elección tuvo un aire festivo y que era obvio que el pueblo quería transparencia en el proceso electoral y que se escucharan sus voces.

“Realmente quieren que sus voces sienten la pauta; en Canadá no vemos que nuestro voto cuenta ya para algo”, dijo la observadora Anne Kessler, de 21 años, miembro de la iglesia de Santa María de Kerrisdale [St. Mary’s Kerrisdale], en Vancouver, Columbia Británica. “Tal vez ellos están construyendo una democracia mejor que nosotros”.

Al día siguiente de las elecciones, el FECLAI y la Red de Observación Nacional presentaron, en una conferencia de prensa, los resultados del trabajo del día anterior. Basándose en los datos que habían recogido y en su observación, el liderazgo declaró que el fraude electoral en El Salvador era cosa del pasado.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service y formó parte de la delegación anglicana-episcopal de observadores de las elecciones. Traducción de Vicente Echerri.