Las respuestas de la Iglesia al cierre del gobierno dan frutos inesperados

Por Sharon Sheridan
Posted Oct 23, 2013
Miembros de San Pablo, una pequeña iglesia episcopal en Vernal, Utah, invitaron a trabajadores con licencia a comer gratis en un almuerzo de la comunidad que la iglesia auspició el 6 de octubre. El almuerzo resultó tan exitoso que los miembros de la comunidad están buscando medios para convertirlo en un evento regular del domingo en el pueblo. Foto de Rachael Gordon.

Miembros de San Pablo, una pequeña iglesia episcopal en Vernal, Utah, invitaron a trabajadores con licencia a comer gratis en un almuerzo de la comunidad que la iglesia auspició el 6 de octubre. El almuerzo resultó tan exitoso que los miembros de la comunidad están buscando medios para convertirlo en un evento regular del domingo en el pueblo. Foto de Rachael Gordon.

[Episcopal News Service] Este domingo, el menú de la iglesia episcopal de Cristo [Christ Episcopal Church] en Alexandria, Virginia, incluye champaña.

Por iniciativa de Ken Knapp, contratista del gobierno, y de su esposa Nancy, abogada de la Superintendencia de Contribuciones (IRS) en el Departamento del Tesoro, la iglesia celebró dos reuniones dominicales para personas afectadas por los 16 días de cierre del gobierno que terminaron el 18 de octubre. Compartieron comida, impresiones respecto al cierre y recursos para hacerle frente a la crisis. El 20 de octubre se reunieron para una última cena —al menos por ahora.

“Hemos tenido una sesión de clausura con ellos este domingo”,  dijo Nancy Knapp. “Prometimos champaña junto con la comida. Me siento muy curiosa de ver lo que ocurre con este grupo. Al menos un señor me preguntó si existía algún interés en extender el grupo para incluir a personas que estaban sin trabajo. Creo que habrá algún diálogo permanente acerca de eso”.

La iglesia de Cristo se encuentra entre algunas iglesias episcopales del país que se acercaron a las personas afectadas por el cierre. Algunas experimentaron resultados inesperados de esas iniciativas de ministerio, desde un aumento de los servicios voluntarios hasta una mayor conciencia del ministerio de alimentación.

“Éste es mi cuarto cierre”, dijo Nancy, que recordaba ser “más joven y estar más asustada” durante los otros que tuvieron lugar en la década de los 90, uno de los cuales duró tres semanas. “Ahora, tengo 55 años. Como gerente tuve que enviar personas a su casa. …En verdad me siento algo culpable por eso, porque yo era una de las pocas a quien le pidieron que se quedara, al menos inicialmente”. Finalmente, ella estuvo fuera del trabajo durante siete días. Su marido continuó trabajando a través del cierre.

Pero eso no era cierto para algunos otros miembros de la Iglesia, localizados del otro lado del río Potomac, en la rivera opuesta a Washington D.C. Probablemente 20 o 30 por ciento de los feligreses trabaja para el gobierno o para un contratista del gobierno, dijo Ken Knapp.

Unas 18 personas asistieron a la primera reunión del domingo por la tarde, 15 la segunda.

“En verdad, se trata de un ministerio de presencia y oración y de compartir y de escuchar, dijo Nancy Knapp. “Fue realmente de sentarse en torno a la mesa y de compartir una comida juntos. Les hicimos saber que era un lugar seguro para [sostener] una conversación, que todo lo que sucediera allí, allí se quedaba”.

A través de las reuniones, los participantes podían compartir recursos e ideas. Si el cierre del gobierno se hubiera extendido algún tiempo más, les habrían enviado comidas a las casas de los que las necesitaban, dijo ella.

La primera semana, los participantes “conversaron mucho sobre sus impresiones y los mecanismos para hacerle frente [al problema]”, explicó ella. “Hablamos de cuidar de nosotros mismos y eso incluía dedicar tiempo al trabajo voluntario.

“Les presenté el concepto de  servicio comunitario y les dije que podíamos relacionarlos con esos ministerios”, dijo Nancy. Subsecuentemente, muchos se ofrecieron de voluntarios al programa de la iglesia para hacer almuerzos a personas sin hogar y para el Ministerio de Lázaro [Lazarus Ministry] que se ocupa de ellos.

“El impacto de esto [el cierre]”, dijo Ken Knapp, “va más allá de lo económico para muchísima gente, afecta su sentido de identidad y su razón de ser en la vida. De manera que para reorientar esas energías hacia algún tipo de misión o de proyecto social, uno les está dando una razón de ser… algo por lo cual sentirse bien al final del día”.

Y, agregó Nancy Knapp, “les dio una nueva perspectiva del problema”. Se enteraron de la presencia de “los pobres en medio nuestro que dependen de los servicios del gobierno y que resultaron mucho más afectados que nosotros”.

En Grand Haven, Michigan, la iglesia episcopal de San Juan [St. John’s Episcopal Church] extendió las horas de su despensa y dio a sus clientes de su programa de dos comidas semanales acceso a los artículos infantiles de la despensa, tales como fórmula láctea y pañales. Estaban particularmente interesados en que las madres tuvieran acceso a esos suministros, en caso de que el programa local de Mujeres, Infantes y Niños se viera obligado a cerrar, dijo el Rdo. Jared Cramer, rector de la iglesia.

Durante el primer programa de comidas “Cucharadas de Amor”, luego de darse a conocer que se habían extendido los servicios, el administrador de la iglesia reportó “que había muchísimas caras nuevas que no había visto antes”.

Más allá de los individuos que necesitaran ayuda durante el cierre, dijo él, “lo que sí termino haciendo [el programa] fue proporcionarles un catalizador para que las personas supieran lo que nuestra iglesia hace todos los días cuando no hay ningún cierre; que somos una iglesia que realmente se ocupa de alimentar y vestir y cuidar de las personas, que es genial. Esperamos que algún bien saldrá de esto”.

El programa de comidas sirve fundamentalmente a trabajadores de bajos ingresos, explicó, resaltando que es una necesidad que puede ser invisible.

“Sí tenemos algunos feligreses afectados que son trabajadores del gobierno, pero no muchos”, dijo. “Parte de la dificultad, creo yo, es que el malestar que crea en las vidas de las familias de bajos ingresos se oculta de la vista de la sociedad. Yo crecí en un hogar de obreros y por un cierto tiempo mi familia dependió de la ayuda de nuestra iglesia para adquirir víveres y artículos de primera necesidad. Sin embargo, al igual que muchas familias en nuestra situación, tratábamos de mantenerlo en secreto. Luego, este afán resultaba, en gran medida, difícil de ver”.

Además de alertar a los que los necesitan de la existencia de los programas de la iglesia, él espera que la publicidad y las muestras de necesidad traerán a más voluntarios a los programas, que se sostienen de donaciones.

Antes de venir a San Juan, Cramer fue clérigo residente en la iglesia de Cristo. Reflexionando sobre el problema después de que terminara el cierre del gobierno, dijo que su tiempo [de servicio] en la iglesia de Alexandria probablemente influyera en su deseo de hacer algo porque, después de trabajar en el área de Washington, D.C., él sabía que el cierre afectaba a “personas de carne y hueso”. Su primera idea cuando se produjo el cierre fue: ¿Qué puede ofrecer la iglesia para  alterar positivamente esta situación?

En la iglesia episcopal de San Pablo [St. Paul’s Episcopal Church], una histórica parroquia de misión en Vernal, Utah, los esfuerzos para ayudar a los trabajadores suspendidos se acoplaron a una nueva iniciativa de comida. Valiéndose de una subvención diocesana de $500, la iglesia, que tiene una asistencia dominical promedio de 26 personas, obtuvo un permiso temporal para ofrecer comida e invitó a todos el mundo en el pueblo —desde los que vivían en un albergue para desamparados hasta funcionarios del gobierno local y miembros de otras iglesias— a reunirse para una comida en los terrenos de la iglesia el 6 de octubre. Los necesitados, comieron gratis; otros pagaron el costo de la comida o hicieron una donación.

“Invitamos a cualquier que necesitara una comida a venir al almuerzo”, dijo la vicaria, Rda. Connie Gordon. “Pusimos carteles en el banco de alimentos. Pusimos carteles en el albergue y sólo decían: ‘Venga y coma’”.

Cuando se produjo el cierre del gobierno, hicieron una invitación especial a los trabajadores suspendidos a que vinieran a [participar de] una comida gratuita.

“Fue algo que adquirió vida propia,” explicó Gordon. Hubo jóvenes que asistieron a la iglesia el próximo domingo y preguntaron, “¿cuándo podemos ayudar a hacer esto otra vez?”. Otras personas hicieron la misma pregunta, y los funcionarios del gobierno local sugirieron que podía utilizarse un local del condado para celebrar almuerzos dominicales regulares y se brindaron a ayudar a conectar San Pablo con otras iglesias y organizaciones. Se recibieron donaciones de dinero como fondos iniciales para la próxima reunión.

“No fue en modo alguno lo que yo esperaba, este extraordinario comienzo de algo nuevo y sencillamente una estupenda respuesta de la comunidad”, expresó ella. “Es fascinante que una pequeña parroquia pueda hacerlo cuando uno simplemente se sienta y dice ‘¿qué podemos hacer?’”.

Más al oeste, en Bremerton, Washington, la iglesia episcopal de San Pablo [St. Paul’s Episcopal Church] no ofreció servicios específicamente relacionados con el cierre del gobierno, pero sí previó el aumento de su programa de comidas y de las actividades de su centro de asesoría para personas de bajos ingresos mientras duró el cierre, dijo la rectora, Rda. Kathleen Kingslight. En la zona se encuentran varias instalaciones militares, y las personas habían estado viniendo a la iglesia en busca de ayuda económica, contó ella.

“Yo sólo espero que esto cambie.  Es alarmante”, dijo en una entrevista telefónica varios días antes de que el cierre concluyera. “Es alarmante. Muchos de los militares viven precariamente… Si esto se extiende demasiado, las iglesias se van a ver inundadas”.

En Atlanta, la iglesia episcopal de San Bartolomé [St. Bartholomew’s Episcopal Church] al igual que la iglesia de Cristo, ofreció un ministerio de escucha el 6 de octubre a los feligreses afectados por el cierre.

“Estamos profundamente conscientes de las turbulentas emociones que agitan a nuestra comunidad de San Bartolomé en este tiempo en que nuestro gobierno está cerrado. Esto ha impactado a muchos directamente, y queremos ofrecer un espacio de reunión el domingo por la mañana para escuchar cómo se han visto afectados por ello”, dijo la iglesia en un anuncio a través de su correo electrónico.

En Washington, D.C., la obispa diocesana, Mariann Budde, invitó a parejas desplazadas por el cierre a casarse en el Jardín del Obispo de la Catedral Nacional de Washington. Cheryl Wilburn, asociada para cuidado pastoral y actos canónicos, informó por correo electrónico el 16 de octubre que había programado 25 bodas del 5 al 30 de octubre.

“Creo que la mayoría han procedido conforme a lo planeado” dijo ella. “Las solicitudes (de boda) son una combinación de los aplazamientos hechos en las dependencias del gobierno federal con algunos que tenían programadas bodas por lo civil en nuestro Tribunal Superior local… Donde la gente ha encontrado oficiantes, yo les he ofrecido un lugar para la ceremonia. Los asistentes han oscilado entre tres y 100 personas”.

Algunas otras iglesias episcopales siguieron el ejemplo de Budde, entre ellas la Church of Our Saviour/La Iglesia de Nuestro Salvador, cerca de Cincinnati en Mount Auburn, Ohio, según  Religion News Service.

Cerca del Parque Nacional del Gran Tetón, la iglesia episcopal de San Juan [St. John’s Episcopal Church] en Jackson Hole, Wyoming, ofreció a las parejas el prado comunal que queda delante de su santuario principal, aunque nadie aprovechó la oferta, dijo Greer Freed, director de desarrollo y comunicaciones. La iglesia también se ocupa de la capilla de La Transfiguración [Chapel of the Transfiguration] que tiene un ventanal que se asoma al Gran Tetón y que cerró cuando el gobierno dejó de funcionar.

Ninguna de las bodas allí tuvo que cancelarse, dijo Freed. Pero el cierre del parque sí causó un problema, según RNS: “Los trabajadores que debían preparar el edificio para el invierno tuvieron que eludir a los guardabosques ya que las carreteras para llegar a la capilla a través del parque estaban cerradas”.

– Sharon Sheridan es corresponsal de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri


Comments (1)

  1. clovis erly rodrigues says:

    Bello ejemplo de servicio. Magnifica la sensacion de urgência e necessidad de servir.Asi es el verdadero ministerio de la iglesia. Estar onde la necesidad está.
    +Clovis , emérito en Brazil

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