El ministerio episcopal para los sordos continua su larga historia de servicio por nuevas vías

Por Sharon Sheridan
Posted Jul 15, 2013

La Rda. Cathy Deats canta y se comunica por signos durante la eucaristía del 10 de julio en la Convención General de 2009, a la que asistió como diputada por primera vez. Durante una convención anterior, ella sirvió como intérprete voluntaria de lenguaje de signos. Su iglesia, Santiago Apóstol [St. James’] en Hackettstown, Nueva Jersey, es el centro del programa del ministerio de los sordos de la Diócesis de Newark. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

La Rda. Cathy Deats canta y se comunica por signos durante la eucaristía del 10 de julio en la Convención General de 2009, a la que asistió como diputada por primera vez. Durante una convención anterior, ella sirvió como intérprete voluntaria de lenguaje de signos. Su iglesia, Santiago Apóstol [St. James’] en Hackettstown, Nueva Jersey, es el centro del programa del ministerio de los sordos de la Diócesis de Newark. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

[Episcopal News Service] Cuando la Rda. Marianne Stuart celebra la eucaristía el domingo por la mañana en Birmingham, Alabama, sus feligreses pueden estar en los bancos a unas cuantas horas al sur, en Mobile, o a más de un día de viaje por carretera en Nueva York.

Hija audiente de padres sordos, Stuart, se comunica, al mismo tiempo, verbalmente y a través de un lenguaje de signos en los oficios que preside como rectora de la iglesia episcopal de San Juan para Sordos [St. John’s Episcopal Church for the Deaf] en la Diócesis de Alabama. Sus eucaristías semanales se transmiten “en vivo” por la Internet valiéndose de Skype para facilitarle a episcopales en congregaciones de sordos sin sacerdotes que participen del oficio en sus propios lugares y reciban el pan y el vino de los sacramentos reservados de las parroquias locales. Stuart también envía DVDs del próximo evangelio y sermón de cada semana a unas treinta direcciones —principalmente a individuos, pero también a un puñado de iglesias que las usan durante la oración Matutina y a una mujer que usa el Evangelio para un estudio bíblico para sordos en Carolina del Norte. En otros sitios, iglesias episcopales como la de Santiago Apóstol [St. James’] en Hackettstown, Nueva Jersey, ofrecen interpretación de lenguaje de signos en sus oficios.

Todo es parte de un esfuerzo por ministrar las necesidades espirituales de los sordos y de personas con discapacidades auditivas y constituye la última encarnación de la larga historia del ministerio de los sordos en la Iglesia Episcopal.

 

En la foto con el Rdo. Henry Buzzard, sentado, aparecen (de izquierda a derecha) la líder laica Melissa Inniss, el obispo de Nueva York Andrew Dietsche y la líder laica Evelyn Schafer en la iglesia de Santa Ana para Sordos. Buzzard, que acababa de celebrar su 90º. Cumpleaños, es sacerdote jubilado de Santa Ana y fue el primer sacerdote sordo y ciego en Estados Unidos. Él es uno de los autores de Thomas Gallaudet Apostle to the Deaf  [Thomas Gallaudet, apóstol de los sordos].

 

“La Iglesia Episcopal comenzó a ministrar a personas sordas hace más de 150 años, cuando el Rdo. Thomas Gallaudet inició sus oficios en lenguaje de signos en la ciudad de Nueva York en 1852”, informa la página web de la Conferencia Episcopal de los Sordos [ECD, sigla en inglés]. Gallaudet inauguró la iglesia de Santa Ana para Sordos [St. Ann’s Church for the Deaf] —que se cree haya sido la primer iglesia de sordos de cualquier denominación— y organizó otras congregaciones episcopales para sordos a través del país.

La Iglesia Episcopal fue también la primera denominación en ordenar a una persona sorda —el Rdo. Henry Winter Syle en 1876, según la página web. Él y Gallaudet comparten un día festivo (el 27 de agosto) en el calendario episcopal.

El padre de Gallaudet, Thomas Hopkins Gallaudet, “fue el primero en introducir en Estados Unidos el lenguaje de signos y la idea de la educación para sordos”, señaló Stuart. Y su hermano, Edward Miner Gallaudet, “fundó el Gallaudet College, Universidad de Gallaudet en la actualidad, con apoyo congresional y la firma de Abraham Lincoln en 1864. Esta es la única universidad de humanidades en todo el mundo dedicada específicamente a la educación de sordos”.

 

Demografía cambiante


La Iglesia Episcopal tiene probablemente 25 iglesias para sordos hoy en día, la mayoría de ellas dirigidas por líderes laicos con discapacidades auditivas o sordos, dijo Stuart, presidente de la ECD.

Hace años, había muchos más sacerdotes sordos porque “las oportunidades de empleo para los sordos se limitaban a cosas como maestros para sordos, predicadores, trabajos manuales”, dijo ella. “Ahora, en 2013, todo el mundo se ha hecho más inclusivo”. En la actualidad, las personas sordas “pueden llegar a ser todo lo que quieran”.

La disminución de sacerdotes sordos también refleja las tendencias culturales en general, agregó. “Sucede lo mismo en las iglesias para audientes.  Hay muchos menos jóvenes que se encaminan al sacerdocio”.

La comunidad de sordos también se está reduciendo, dijo el obispo Philip Duncan de la Diócesis de la Costa del Golfo Central, que incluye la iglesia de San Marcos para Sordos [St. Mark’s Church for the Deaf] en Mobile. “Algunas de las cosas que no podían curarse, ahora pueden cambiarse para permitir que las personas oigan, con el implante coclear y cosas semejantes”.

El padre de Stuart fue sacerdote a cargo de San Marcos. Después de su muerte en 2011, no apareció ningún otro sacerdote que dominara el lenguaje de signos para servir a la congregación de sordos, localizada a 613 kilómetros de Birmingham. “Yo estoy más cerca y podría ir hasta allí, pero no podría ir muy a menudo”, agregó.

Luego Duncan participó en un oficio en el que recibió a un hombre en el seno de la Iglesia Episcopal a través de una conexión de vídeo a larga distancia. El hombre había sido movilizado recientemente por las Fuerzas Armadas. “Podíamos verlo, él nos podía ver”, recordó el obispo. “Nosotros le teníamos en una gran pantalla, y todo el mundo en la congregación miraba, y fue sencillamente fabuloso”.

Esa experiencia inspiró el lanzamiento de similares transmisiones semanales en vivo desde la iglesia de Stuart, para facilitar que San Marcos y otras iglesias de sordos participaran de la eucaristía. Las iglesias distantes reciben el vídeo a través de una computadora portátil y lo proyectan en una pantalla en el santuario.

“La idea es que, cuando estemos en el oficio… resulte lo mismo que si estuvieras sentado conmigo en los bancos de San Juan”, dijo Stuart. “Decimos las oraciones juntos”. A diferencia de ver pasivamente una transmisión televisiva, los feligreses participan deteniendo el mecanismo de la transmisión en vivo y leyendo las lecciones del día por sí mismos. “Cuando llegamos al Evangelio, ellos se vuelven a integrar”, explicó Stuart. “Yo leo el Evangelio, les doy el sermón. Y luego ellos todos se unen en el Credo Niceno… Voy despacio y doy instrucciones respecto a lo que sigue”.

Cuando llega el momento de dar la Comunión, los ministros laicos de la eucaristía en las iglesias de sordos locales usan pan y vino presantificado, agregó Stuart.

Hasta ahora, cuatro iglesias, incluida la de Santa Ana, han usado los servicios sustitutos, ya sea de manera regular o intermitente.

La congregación de Santa Ana se reunió por primera vez en la Universidad de Nueva York en 1852 y en la actualidad adora en la capilla inferior de la iglesia episcopal de San Jorge [St. George’s] en Nueva York. “Atrae a sordos, sordos ciegos, personas con discapacidades auditivas o de otras clases, así como individuos que oyen normalmente provenientes de otras comunidades, entre ellos estudiantes universitarios interesados en aprender acerca de la cultura de los sordos y en participar de nuestra Santa Eucaristía”, dijo Evelyn Schafer, ministra laica de la eucaristía y líder de culto, que es sorda, en una entrevista por correo electrónico.

“Tal como el Rdo. Thomas Gallaudet nos enseñó, acogemos a todos el mundo. Nuestros feligreses responden a toda una variedad de orígenes, étnicos, socioeconómicos, lingüísticos y culturales; esto nos hace muy diversos en nuestro ministerio. Cualquier domingo uno puede esperar entre 15 y 25 o más participantes. Después del oficio ofrecemos un almuerzo caliente, ya que muchas personas sordas viajan desde lejos en el área metropolitana para asistir a los oficios”.

La anterior sacerdote de Santa Ana, la Rda. María Santiviago, se jubiló en 2011. Un sacerdote suplente sordo, el Rdo. William Erich Krengel, de Connecticut, predica ahora una o dos veces al mes y oficia valiéndose de la voz y de lenguaje de signos. Los otros domingos, la iglesia usa el DVD de Stuart o una transmisión en vivo vía Internet, o ambas cosas, dijo Schafer, uno de los dos líderes laicos de la congregación. “El uso del DVD ha sido una bendición. La transmisión en vivo tiene algunos problemas técnicos que deben resolverse”.

La congregación también celebra un creciente número de oficios conjuntos, utilizando interpretación en el lenguaje de signos americano (ASL, por su sigla en inglés) en su parroquia anfitriona del Calvario-San Jorge [Calvary-St. George’s] y en la catedral de San Juan el Teólogo [Cathedral of St. John the Divine], dijo Schafer.

La iglesia episcopal de San Bernabé para Sordos [St. Barnabas Episcopal Church of the Deaf], una misión que iniciara Thomas Gaullaudet en la Diócesis Episcopal de Washington, también ha usado el vídeo en vivo, pero no con frecuencia, porque los oficios se transmiten a las 11:00 A.M., pero en la costa oriental los oficios suelen ser a las 10:00 A.M., dijo Thomas Hattaway, ministro autorizado de la eucaristía. Él, que ha estado sordo desde que tenía 18 meses, se comunicó por teléfono a través de un intérprete, con quien estaba conectado vía videófono.

La iglesia cuenta con unos 40 miembros, de los cuales de 10 a 15 asisten como promedio los domingos, reuniéndose en la capilla de San Juan de Norwood [St. John’s Norwood] in Chevy Chase, Maryland, dijo él. Al igual que Santa Ana, San Bernabé está repartido entre varios sacerdotes, y Hattaway y otros dos ministros laicos dirigen la congregación. A veces tienen la visita de predicadores invitados —incluidos ministros luteranos.

Hattaway hace algunas visitas pastorales. “En el pasado, sí tuvimos intérpretes que venían e interpretaban para las personas que eran sordas y ciegas”, dijo. La iglesia también tenía un ministerio de los niños. “Sin contar con un sacerdote en el lugar, todo ha quedado de algún modo en suspenso en este momento”.

Santa Ana, que la Diócesis de Nueva York estaba contemplando cerrar antes de que Santiviago llegara en 2007, sigue teniendo una variedad de ministerios además de los oficios del domingo, dijo Schafer. Un ministerio de participación comunitaria los jueves brinda la oportunidad de socializar.

“Algunos de nuestros feligreses son personas sin hogar, desempleados y solitarios”, apuntó. “A fin de ayudarlos a desarrollarse, necesitan motivación y aliento. En consecuencia, hemos expandido nuestro programa de los jueves para que nuestros feligreses participen de varios programas sociales y educativos dentro y fuera de la comunidad”.

Una estudiante del Seminario Teológico General, la diácona Arlette Benoit, dirigió recientemente las clases bíblicas de la iglesia, que ella ha elegido como el lugar donde oficiará su primer servicio después de ser ordenada al presbiterado.

 

Servicios de interpretación de lenguaje de signos

Si bien no todas las diócesis tienen iglesias de sordos, algunas congregaciones a través de la Iglesia ofrecen servicios de interpretación en lenguaje de signos americano (ASL). La Conferencia Episcopal de Sordos (ECD) proporciona financiación hasta por tres años para ayudar a las congregaciones a establecer servicios de interpretación y también ofrece subvenciones para pagar salarios de clérigos de media jornada o para ayudar a seminaristas sordos, dijo Stuart. La ECD recibe ayuda económica de la Iglesia Episcopal —$24.000 a lo largo del presente trienio— y también se sostiene con legados y donaciones, explicó.

El ministerio de los sordos de la Diócesis de Newark tiene su sede en la iglesia episcopal de Santiago Apóstol [St. James’ Episcopal Church] en Hackettstown, Nueva Jersey, que ofrece interpretación de lenguaje de signos en todos sus oficios y actividades. La Rda. Sheila Shuford, diácona de la iglesia, es sorda, y la rectora, Rda. Cathy Deats, es intérprete [de lenguaje de signos] y tiene discapacidad auditiva.

“Prestamos fundamentalmente servicios de información y referencia”, dijo Deats. En 2012, el ministerio informó a la convención diocesana que sus empeños comunitarios incluían seis meses de servicios de capellanía para pacientes sordos en un hospital psiquiátrico, la mentoría de un postulante al diaconado que estaba contemplando el ministerio de los sordos y el ofrecer servicios de interpretación [de lenguaje de signos] de emergencia al hospital de Hackettstown.

Según el informe, el 17 por ciento de los estadounidenses adultos —36 millones de personas— presentan pérdida de la audición en alguna medida. “La discapacidad auditiva y la sordera tardía (el volverse sordo de adulto) constituyen la inmensa mayoría de las personas con pérdida de audición que encontrarán nuestras iglesias”.

Por haber experimentado pérdida de audición, Deats, que ha trabajado como intérprete y como diputada en la Convención General, y como intérprete de signos en los eventos diocesanos, comprende la frustración de intentar seguir lo que se dice. “La gente no se da cuenta. No se trata del volumen. Es el tamaño del salón. Es el ruido de fondo”. El usar un aparato para ayudar a oír puede significar “que uno no pueda oír nada que no salga por un micrófono”.

Pero las personas en una reunión pueden ignorar las repetidas peticiones de usar el micrófono o de repetir una pregunta.

“En algún momento, te das por vencida”. “Después de un rato, dices, ‘entenderé lo que pueda, y tal vez me lo piense dos veces antes de asistir a una reunión como ésa’, porque resulta frustrante, y no quieres ser la única —ah otra vez esa latosa… que siempre está mencionando los micrófonos”.

En la defensa de la existencia de las iglesias para sordos “hay numerosas personas sordas que temen que su cultura de sordera y lenguaje de signos llegue a perderse. Comparto el temor acerca de la lengua de signos”, dijo Deats. Pero ella cree también que existe una tremenda oportunidad misional en llegar a aquellos que presentan alguna discapacidad auditiva.

“Hay una inmensa población de individuos con discapacidad auditiva”, afirma. “No puedo creer que no podamos incluirlos en algún tipo de labor de alcance comunitario… Cada vez afecta a mayor número de personas. Todos vamos por ese camino, gústenos o no: si uno llega a ser lo bastante viejo no va a oír tan bien”.

Y añadió: “en verdad respeto a una persona sorda que quiere estar en un culto donde no tiene que mirar a un intérprete. Creo que debe haber una liturgia para los sordos, no me cabe duda”.

Con un oficio interpretado, dijo Deats, “tienes que mirar constantemente” y prestarle atención tanto a la persona que habla como al intérprete. “Luego están las lecturas responsoriales. Leemos los salmos a toda carrera, y eso es casi imposible de seguir para una persona sorda que esté participando, mientras que un oficio para sordos puede encontrar un acomodo a esa necesidad”.

Hattaway ayudó a una iglesia en Florida que tenía un intérprete y ahora ayuda en San Bernabé, en el área de Washington, D.C. Él se siente cómodo lo mismo con un intérprete que con un oficio en lenguaje de signos, afirmó. “Es lo mismo, de cualquier manera”.

Pero Schafer dijo que ella se siente más cómoda en Santa Ana. “En una iglesia de sordos, los sermones son más breves y en consecuencia la vista se fatiga menos. Me siento más conectada con el sacerdote cuando el nos invita a hacer preguntas después de su sermón. En una iglesia normal, existe una distancia física mayor entre el sacerdote y yo. Y también, aunque los intérpretes son útiles y necesarios, crean una barrera invisible entre una persona sorda y el sacerdote”.

“Crecí en un mundo audiente esforzándome por entender y aprender acerca de mi fe cristiana en una iglesia audiente”, dijo. Asistí a oficios normales, estudié en las clases bíblicas, fui confirmada, pero no oía a mis ministros ni a mis maestros. Dependía de la lectura de libros para educarme por mí misma. También dependía de mi familia, especialmente de mi amorosa madre que se tomó el tiempo adicional para ayudarme en mi desarrollo religioso y educativo”.

En la actualidad, ella siente que tiene lo mejor de ambas iglesias: Santa Ana y El Calvario-San Jorge, la iglesia audiente que los apoyó y que a veces comparte el culto con ellos.

Y ella valora la historia de su iglesia, como la primera iglesia para sordos de Estados Unidos. “Disfruto en compartir la historia de Santa Ana con personas de todas partes del país y del mundo. Puedo compartir plenamente mi fe con otros sordos y con personas que oyen por igual”.

– Sharon Sheridan es corresponsal de ENS. Las iglesias e individuos interesados en obtener mayor información acerca de los oficios por DVD o por transmisiones a través de Internet desde San Juan pueden dirigirse a Marianne Stuart en mariannedstuart@gmail.com. Traducción de Vicente Echerri.