A 40 años de fundado, el Ministerio Asioamericano festeja su legado

La reunión concluye con una vívida eucaristía multicultural

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Jul 1, 2013

[Episcopal News Service – Burlingame, California] El don del agua y los pecados del racismo fueron los símbolos y temas principales durante la reunión, del 20 al 24 de junio, del Ministerio Asioamericano de la Iglesia Episcopal (EAM por su sigla en inglés), para celebrar sus 40 años de existencia.

La conferencia comenzó con una eucaristía en la cual a los representantes de seis convocaciones étnicas les dieron frascos de agua bendita para que los sostuvieran simbólicamente durante el curso de la reunión como un modo de reiterar el llamado bautismal al ministerio. La obispa Mary Gray Reeves, de la Diócesis de El Camino Real, había bendecido una mezcla de agua y aceite en un sencillo tazón grande de cerámica blanca.

El 23 de junio, esos representantes vertieron el agua de sus frascos en la gigantesca pila bautismal de la catedral de la Gracia [Grace Cathedral], después de lo cual Marc Andrus, obispo de la Diócesis de California, oró para que el agua se convirtiera en “el agua de la liberación, la restauración y la santificación”.

El oficio en la catedral de la Gracia fue una eucaristía tradicional de la Iglesia Episcopal que se expresó a través de múltiples culturas asiáticas, y el cual comenzó con un preludio de tambores taikos japoneses a partir de la plaza que se encuentra a un costado de la catedral. Estos y otros tamborileros coreanos, los gongs de Igorot, tres bailarines de la región filipina de Ifugao con ollas de cerámica en la cabeza y bailarines filipinos de la tradicional danza de las velas condujeron hasta la nave a la obispa primada Katharine Jefferts Schori y a la presidente de la Cámara de Diputados, Rda. Gay Clark Jennings, a 10 obispos provenientes de toda la Iglesia Episcopal y de los confines asiáticos de la Comunión Anglicana y a los miembros de la congregación —muchos de los cuales vestían sus trajes típicos.

También hubo bailarines que acompañaron la procesión del Evangelio, y el Grupo Japonés de Danza de Santa María, procedente de Los Ángeles, formó parte del ofertorio.  Los himnos, las lecturas y las oraciones de los fieles se ofrecieron en varios idiomas y la Rda. Fran Toy, que presidió la eucaristía, rezó las Palabras de Institución en cantonés tomadas de la Gran Plegaria Eucarística 2 de Enriquecer nuestro culto [Enriching Our Worship Eucharistic Prayer 2].

Antes de empezar la Gran Plegaria Eucarística, Toy le recordó a la congregación que “eucaristía” significa acción de gracias y que la eucaristía en la catedral de la Gracia se ofrecía “con especial acción de gracias” por el Rdo. Winston Wyman Ching, fundador del EAM y la persona que acuñó el término “asioamericanos” para incluir a todos los episcopales de ascendencia asiática. Ching habría cumplido 70 años el 23 de junio.

Luego de la bendición y la despedida, Andrus, Jefferts Schori, Jennings y el Rdo. Winfred Vergara, misionero de la Iglesia Episcopal para el ministerio asioamericano, fueron invitados a “iluminar” con pintura los ojos, oídos, frentes, lomos y colas para animar los dos Leones Bailarines del Ejército de Salvación del Barrio Chino de San Francisco. Los leones presidieron a la congregación a su salida de la catedral al son de tambores, gongs y címbalos.

Entre la liturgia de apertura, en una carpa frente a un hotel cercano al aeropuerto de San Francisco, y la eucaristía de clausura en lo alto de la colina Nob [donde se encuentra la catedral], los participantes en la conferencia por el 40º. Aniversario del EAM contaron y escucharon relatos de la historia de los asioamericanos en la Iglesia Episcopal y en el mundo, así como de sus actuales ministerios y de sus esperanzas para el futuro de sus comunidades y del mundo.

El contrapunto a las historias de sueños y esperanzas fueron los relatos de opresión y división.

Hubo ejemplos también del modo en que 40 años del EAM han salvado algunas divisiones internas. Toy, que ha participado con el EAM desde una reunión que antecede a los comienzos oficiales del grupo, dijo que la reunión del 20 al 24 de junio es una ocasión, por ejemplo, en que japoneses y coreanos, que históricamente han estado en tensión,  y “que nunca podían sentarse juntos y compartir la mesa” estaban haciendo justamente eso.

“Aunque sí tenemos nuestras momentos separados como convocaciones étnicas, el resto del tiempo hemos estado comiendo juntos y participando juntos de los talleres”, dijo ella a ENS durante  una entrevista el 22 de junio. “Es sencillamente maravilloso que esas líneas [divisorias] simplemente se vayan borrando de alguna manera y desaparezcan”.

Vergara dijo durante su sermón en la eucaristía de apertura que el término “asioamericano” es el “mejor legado que Ching y las personas que él llamó “los otros pioneros del EAM” le han dado a la Iglesia.

En los comienzos del EAM, el término en la Iglesia significaba estar en un ministerio dual: un ministerio para inmigrantes procedentes de Asia y para ciudadanos estadounidenses de ascendencia asiática, explicó Vergara. “Según el EAM ha ido evolucionando en la historia, ha llegado a ser un ministerio triple: ministerio para los inmigrantes asiáticos, ministerio para los asioamericanos y ministerio para tender puentes con Asia. Es un ministerio cultural, un ministerio intercultural, un ministerio transcultural. Es un ministerio étnico, un ministerio generacional y un ministerio global”.

Un vídeo con el sermón de Vergara puede encontrarse aquí y el texto se encuentra aquí.

El Rdo. Rodger Nishioka, profesor adjunto de educación cristiana en el Seminario Teológico de Columbia en Decatur, Georgia, dijo durante una presentación el 22 de junio que él se sentía “confundido” por el término asioamericano, especialmente debido al cambiante paisaje étnico en Estados Unidos. Hizo notar que el 15 por ciento de la población asioamericana se identifica como multirracial y que el 61 por ciento de los asiáticos que se casaron con miembros de otras razas lo hicieron con personas blancas.

Y, agregó Nishioka, esa tendencia va pareja con las cambiantes expectativas generacionales de los asioamericanos en la medida en que algunos dejan de verse a sí mismos como asiáticos que viven en Estados Unidos para verse como estadounidenses que sucede que tienen ascendencia asiática.

Jefferts Schori dijo durante su sermón en la eucaristía del 24 de junio que era “sumamente apropiado” celebrar 40 años de ministerio asioamericano en la catedral de la Gracia en San Francisco.

Resaltó que el 23 o el 24 de junio de 1579, cuando la tripulación de Sir Francis Drake desembarcó para orar justo al norte de la ciudad en lo que ahora se llama Point Reyes, algunos nativoamericanos al parecer se quedaron a observar. “Los antepasados de esos nativoamericanos habían llegado aquí provenientes de Asia miles de años antes”, dijo.

Y los migrantes de Asia han venido aquí desde entonces, recalcó. El primer oficio anglicano en chino que se celebrara en América del Norte tuvo lugar exactamente al este de San Francisco, en el Territorio de Nevada, a principio de los años 70 del siglo XIX “y se convirtió en un ministerio que duró hasta que el mineral se agotó y los mineros y los constructores del ferrocarril se fueron a otra parte o los echaron”, agregó Jefferts Schori.

Resaltando el legado de los nipoamericanos a lo largo de la costa occidental [de EE.UU.], que fueron recluidos en campos de internamiento durante la segunda guerra mundial, la Obispa Primada llamó a Winston Ching “un santo de esta Iglesia forjado en las secuelas de esa era”.

“Las personas han encontrado en la Iglesia Episcopal un lugar para adorar, una comunidad para ayudarles a establecerse en una nueva tierra, un puerto seguro de la discriminación de la sociedad en general (aunque esa discriminación ha abundado incluso dentro de esta Iglesia), y asociados en la construcción de una sociedad de mayor justicia que se asemeja más al Reino de Dios”, dijo Jefferts Schori.

Sin embargo, advirtió ella, la interacción de la Iglesia Episcopal con Asia y con los asioamericanos es “una mezcla de testimonio santo, prejuicio y exclusión, de solidaridad y de obras benéficas y misionales de todas clases y condiciones”.

“No hemos dicho aún toda la verdad ni nos hemos reconciliado plenamente con esa historia”, agregó. “Esta celebración es un reconocimiento sacramental de que Dios sigue haciendo brotar luz de las tinieblas, integridad de la destrucción y nueva vida de la muerte”.

Jefferts Schori equiparó los viajes de los migrantes a lo que llamó “la migración cósmica”, cuyo ejemplo fundamental es Jesús como “Dios que entra en carne ajena y continúa bendiciéndola” e invitó a sus escuchas a darse cuenta de que ellos todos eran migrantes que “todavía no son residentes permanentes del reino de Dios”.

“No encontraremos el reino de Dios si no estamos dispuestos a recorrer el camino y atravesar las barreras que nos separan de Dios-con-nosotros en aquellos que con demasiada frecuencia llamamos foráneos, extranjeros u otras cosas” Y añadió “Esos otros son también parte del cuerpo de Dios, y nuestra restauración última depende de descubrir que ellos son parte de nosotros, que nosotros somos parte de ellos, y que todos somos parte del mismo todo”.

El texto y el vídeo del sermón de la Obispa Primada pueden encontrarse aquí.

Jennings también abordó el tema del racismo en la Iglesia y en el mundo durante sus palabras en el banquete que la reunión celebró, el 23 de junio, en el restaurante New Asia del Barrio Chino de San Francisco después de la eucaristía en la catedral.

Ella dijo que, respecto a la institucionalización del racismo, nunca había oído nada semejante a la Ley de Exclusión de los Chinos de 1882, la cual prohibía totalmente la inmigración de trabajadores chinos a Estados Unidos y castigaba severamente a los que ya se encontraban en el país.

Jennings dijo que Vergara fue el único que le contó cómo las leyes contra el mestizaje hicieron que los filipinos que trabajaban en las plantaciones de piña de Hawái y California y en las fábricas de conservas de Alaska, envejecieran como solteros al impedirles casarse.

En lugar de enterarse de estos hechos en el tiempo en que asistió a la escuela en los años 50 y 60, dijo Jennings, “me enseñaron del crisol donde todas las razas y culturas venían a Estados Unidos y eran asimiladas”.

Jennings informó que en sus viajes por el ámbito de la Iglesia Episcopal escucha cada vez a más personas que preguntan “¿cómo podemos aprender a abordar [los temas] de la raza y el racismo en la Iglesia Episcopal de una manera nueva que nos ayude a romper las viejas categorías y las viejas dicotomías?”.

“He escuchado que no estamos hablando lo suficiente más allá de las categorías a que nos asignan los formularios que llenamos”, dijo ella, refiriéndose a las categorías raciales con que a las personas se les pide a menudo que se describan a sí mismas. “No estamos oyendo nuestros mutuos relatos, ni sabemos nuestras mutuas historias”.

Añadió que la Iglesia celebra sus vitales congregaciones étnicas “sin reconocer que muchas de estas congregaciones existen porque sus fundadores no fueron aceptados en las parroquias episcopales blancas”.

“Nos gloriamos en la cultura anglófila de la Iglesia, pero no mencionamos lo que es ser parte de la Comunión Anglicana cuando muchos de nosotros llevan aún las cicatrices del Imperio Británico”.

Jennings dijo que  ella ha llegado a entender que “las categorías que marcamos [en un formulario] y que sustituyen a la mutua conversación, también dividen a la gente de color unas de otras y permiten que la cultura blanca perpetúe sus patrones opresivos”.

Con demasiada frecuencia “una jerarquía de raza, etnia y privilegio” se usa para silenciar a personas cuyas historias no se ajustan a la historia que otros creen saber y entender, dijo.

“Con demasiada frecuencia tratamos de luchar contra el racismo imitando su método—de divide y vencerás— de catalogar y ordenar a las personas por sus diferencias”.

Los episcopales pueden “ayudar a desmantelar el racismo rehusando clasificarse unos a otros valiéndose de su taxonomía” y en lugar de eso “escucharse mutuamente sus relatos y prestar más atención a los nexos comunes que a quién llegó aquí primero, quién vino con documentos, quién vino voluntariamente o quién vino con dinero y educación”, apuntó ella.

“No podemos transarnos por nada menos que una Iglesia verdaderamente multilingüe, multicultural y multiétnica”, afirmó provocando el aplauso de los presentes.

El texto y el vídeo de las palabras de Jennings se encuentran aquí.

También durante la reunión, los participantes oyeron al obispo Stacy Sauls, jefe de operaciones de la Iglesia, abordar el tema de “La misión nacional: centrada en los pobres”. El vídeo y el texto de sus palabras se encuentran aquí.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service.

Traducción de Vicente Echerri