Oklahoma: Testimonio mundial de apoyo y un largo trecho para la recuperación

Por Pat McCaughan
Posted May 24, 2013
 Una mujer camina en medio de los escombros después que un gigantesco tornado azotara a Moore, Oklahoma, el 20 de mayo de 2013.  El inmenso tornado, que arrasó con este suburbio de Oklahoma City, causó por lo menos 24 víctimas mortales cuando vientos de hasta 320 kilómetros por hora barrieron hileras de casas, dos escuelas y un hospital, dejando una estela de enmarañadas ruinas. Foto de Richard Rowe/Reuters.


Una mujer camina en medio de los escombros después que un gigantesco tornado azotara a Moore, Oklahoma, el 20 de mayo de 2013. El inmenso tornado, que arrasó con este suburbio de Oklahoma City, causó por lo menos 24 víctimas mortales cuando vientos de hasta 320 kilómetros por hora barrieron hileras de casas, dos escuelas y un hospital, dejando una estela de enmarañadas ruinas. Foto de Richard Rowe/Reuters.

[Episcopal News Service] Miembros de la Iglesia Episcopal y personas de todas partes del mundo ofrecieron sus oraciones y brindaron su apoyo, el 21 de mayo, a las víctimas de un gigantesco tornado que el día anterior había dejado  centenares de heridos y docenas de muertos, entre ellos 9 niños, en Oklahoma.

“Ésta es la primera jornada completa desde el tornado y aún hay muchas cosas cambiantes, la información todavía es muy fluida. Lo fundamental es cerciorarse de lo que podemos hacer y ofrecer apoyo y recursos a aquellos que los necesitan”, dijo el Rdo. José McLoughlin, canónigo del Ordinario para la Diócesis Episcopal de Oklahoma, que se olvidó de que era su cumpleaños hasta que alguien se lo recordó.

“Imagínese a alguien que viva en un barrio, en una comunidad, y que todo eso desaparezca, que vea nada más que escombros donde antes había un vecindario, y casas y donde los niños jugaban”, dijo durante una entrevista telefónica con ENS el 21 de mayo.

“Resultaba difícil concentrarse realmente o pensar en un cumpleaños con tantas pérdidas y tantas personas necesitadas, e imaginando todas las cosas que deben hacerse”.

El había pasado la mayor parte del día entre dos extremos: lidiando [por una parte] con la pavorosa inmensidad de la destrucción y [por la otra, atendiendo] las desbordantes muestras de cariño y ofertas de apoyo de todas partes del mundo.

“Ha sido extraordinario. Durante las últimas 24 horas en particular, ha resultado abrumadora la cantidad de comunicaciones que hemos recibido —a través de correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas telefónicas— de personas dispuestas a hacer cualquier cosa en cualquier momento.

“La Iglesia se ha portado estupendamente, desde la Obispa Primada dirigiéndose al obispo Ed Konieczny  y el personal de Ayuda y Desarrollo Episcopales (ERD, por su sigla en inglés), hasta los curas párrocos — ha sido sencillamente asombroso, las genuinas muestras de preocupación y las genuinas ofertas de ayuda”.

[Ayuda y Desarrollo Episcopales ha abierto una página de recursos para socorro en casos de tornado aquí]

McLoughlin dijo que él y otros miembros del personal diocesano habían recibido expresiones de interés desde sitios tan remotos como “Japón, Alemania y Dubái… [y de] personas de todas partes de la Comunión Anglicana” y de todos los niveles de la Iglesia.

“Es increíble la manera en que se han volcado hacia nosotros. Clérigos de todo el país se han acercado para preguntar lo que pueden hacer, y han dicho que nos llevan en sus oraciones.

Ahora mismo, la diócesis se encuentra en gran medida en plan de evaluación y contemplando una recuperación a corto plazo, añadió.

“Hemos estado catalogando a todas las personas que han llamado, lo que ofrecen y lo que pueden hacer, así como estamos catalogando las necesidades de parroquias y sacerdotes para estar seguros de que podemos estar preparados según vayan pasando los días, porque el verdadero reto se va a presentar cuando la prensa se vaya y el trabajo continúe, y para cerciorarnos de quién está en disposición de ayudarnos”.

Según van surgiendo las historias de heroísmo y servicio, él encomiaba la resistencia de los oklahomenses, muchos de los cuales están empezando a pasar del momento del shock y del rescate al de la recuperación y la ayuda mutua.

Los clérigos locales todavía están intentando contactar a sus feligreses y dey de comprobar la situación de todos sus miembros. La diócesis ofreció ayuda inmediata a los que tenían necesidad de alojamiento, comida, ropa, artículos de uso personal y otras cosas esenciales, dijo él.

La Cruz Roja Americana y otros de los primeros en acudir al lugar del desastre, aún impiden el acceso de las personas a algunas áreas, “de manera que sospecho que en los próximos días, una vez que ellos hayan terminado la labor de rescate y comience la limpieza, conseguiremos a algunas personas que nos ayuden en el empeño de limpiar [los escombros]”, añadió.

La escuela de Santa María [St. Mary’s School], en Edmond, ha comenzado esfuerzos coordinados para recoger agua y otros artículos accesorios, tales como juguetes o peluches, pero las agencias locales han dicho que la necesidad inmediata es de ayuda económica, dijo el 21 de mayo el Rdo. Bob Story, rector de la iglesia de Santa María.

“Nos hemos puesto en contacto con dos agencias diferentes [y] el banco de alimentos regional y nos dicen que lo que necesitan es dinero”, dijo Story, que se enteró de dos familias desplazadas por el tornado. “No tienen necesidad de otras cosas ahora, lo cual crea un problema de almacenamiento”.

Y, si bien al presente hay mucha gente que quiere “hacer algo más que librar un cheque”, “el banco de alimentos regional en Oklahoma City se encuentra ahora mismo tan bien coordinado que tienen un conocimiento preciso de lo que necesitan para cubrir esa necesidad, simplemente necesitan dinero porque eso les da más flexibilidad”, afirmó.

“Como personas de fe, podemos hacer varias cosas, la más importante de las cuales es ofrecer nuestras oraciones a Dios y apoyar a esas agencias que brindan ayuda en los [momentos de] desastre, según un comunicado de la Iglesia.

“Todas las donaciones deben enviarse a Ayuda y Desarrollo Episcopales [Episcopal Relief & Development] para la labor que lleva a cabo, en nuestro nombre, de apoyo a las víctimas”, según dice el comunicado.

Irónicamente, McLoughlin se dirigía al aeropuerto el día que azotó el llamado tornado “monstruo” (20 de mayo) para asistir a una sesión de entrenamiento y preparación para desastres que Ayuda y Desarrollo Episcopales tenía programada en San Luis.

Al pensar en las tormentas y tornados del 19 de mayo que afectaron algunas áreas suburbanas de Oklahoma City, y al escuchar los informes meteorológicos en la radio, “tuve el pálpito de lo que estaba por ocurrir”, recuerda él.

“Algo no parecía andar bien. Llegué al aeropuerto y nunca salí de mi auto”, contó. “Regresé a la oficina y nunca me fui, y luego se produjo el tornado”.

Anoche, al final de una jornada muy larga dedicada a responder a problemas inmediatos, tales como evaluaciones de propiedades, ayuda [para reclamaciones] de seguros, catalogación de recursos y ofertas y la creación de una infraestructura económica para recibir las donaciones, McLoughlin cambió su centro de atención.

“Pasé la velada con mi familia” al cumplir 44 años, dijo. “La ironía es que, mientras estoy sentado aquí en mi casa (en Edmond) y hace una hermosa tarde soleada, sé cuanto daño y cuanta devastación han ocurrido apenas a 40 minutos en auto de aquí”, agregó.

“Para algunas personas, para muchísimas personas, el sol no ha comenzado a brillar todavía. Es muy doloroso”.

Una vez que el foco de la prensa se vaya, él espera que el apoyo y la ayuda continuarán durante lo que promete ser un extenso período de recuperación.

“Resulta claro que va a ser un proceso largo. Sólo la extensión del daño, el número de casas destruidas, los negocios, las escuelas —tres escuelas recibieron el impacto [del tornado], y una fue completamente demolida. Sólo considerar la cantidad de tiempo que se necesita para reconstruir barriadas que han desaparecido completamente, el tiempo que se necesita para levantar nuevamente esa infraestructura… Hay un largo trecho por delante para que la gente tome la decisión de si va a reconstruir.

“Pero”, añadió él. “Los oklahomenses tienen una gran resistencia, han atravesado antes por la tragedia. Son personas recias que se juntan y se ayudan mutuamente. Somos afortunados de contar con personas comprometidas a hacer lo que sea necesario”.

– La Rda. Pat McCaughan es una corresponsal de Episcopal News Service radicada en Los Ángeles. Traducción de Vicente Echerri.