Desde remar a payasear, los pasatiempos les ofrecen a clérigos un respiro y un renovado compromiso

Por Pat McCaughan
Posted Apr 22, 2013

ens_041813_hobbiesPerry2_sp[Episcopal News Service] Para la Rda. Bonnie Perry, rectora de la iglesia de Todos los Santos en Chicago, practicar kayak en las violentas aguas del lago Michigan mitiga el estrés de navegar por rutas igualmente agitadas de la vida parroquial.

“Es una locura que haya jóvenes a los que asesinan habitualmente en las calles de Chicago”, dijo la rectora de la iglesia de Todos los Santos [All Saints Church] en Chicago durante una entrevista reciente con el Episcopal News Service. “Si estás continuamente inmersa en ese tipo de tristeza y de pena, terminas desmoralizada”.

Renueva tu espíritu “remar y traer gente a lugares agrestes de la costa del lago Superior, o a Escocia, donde la mayoría nunca ha ido y es [un lugar] asombrosamente inspirador”, dijo ella. “El océano es inmenso, y uno no puede controlarlo. Tienes que estar atenta al momento y responder al medio ambiente”.

Perry y otro clérigo episcopal dicen que sus hobbies los ayudan “vivir una vida fuera de la Iglesia” y en ocasiones [esa experiencia] los devuelve nuevamente a ella.

El clero y los demás necesitan una “desconexión” entre lo que son y lo que hacen, según Elaine Hollensbe, asesora de  CREDO, un programa del Grupo de Pensiones de la Iglesia que durante 15 años le ha brindado oportunidades al clero y a algunos laicos empleados de la Iglesia de examinar áreas específicas de sus vidas y re-generar su pasión y su compromiso con la salud y el bienestar [físico y mental].

“Debes crearte un lugar para ti donde exista un equilibrio entre tus propios intereses, características y anhelos individuales y los del colectivo, que en este caso sería el sacerdocio”, dijo Hollensbe, profesora adjunta de administración en la Universidad de Cincinnati.

Algunos clérigos a los que ella ha entrevistado “se sentían bastante bien con sólo decir, muy bien, en este momento soy padre, no sacerdote. Pero algunos otros sacerdotes no podían hacer eso”, comentó ella.

“Si no puedes, experimentas muchísimo estrés, y no tienes una idea de ti mismo que no sea la de tu trabajo. Es importante que las personas encuentren un nivel de equilibrio para hallar una identidad separada que los rejuvenezca, de manera que cuando contribuyan al colectivo tengan la energía y la reserva para hacerlo”, añadió.

El pasatiempo y la vocación de Perry, kayaquista desde 1995, a veces coinciden. En Pascua, dijo ella, “Jesús se levantará de los muertos y… tomaré un avión y dirigiré un retiro de kayak para mujeres en Baja [California], México.”

ens_041813_hobbiesPerry1_spElla comenzó a enseñar y adiestrar “realmente en serio” a otras personas en el deporte hace unos siete años. Ha ganado numerosos galardones y es una de las cuatro mujeres en Norteamérica certificadas como Líder de 5 Estrellas en el Mar de la Unión Británica de Canoa “que es algo bastante oscuro, pero realmente importante si entiendes de lo que estoy hablando”, agregó.

“Tratar de mantener a ocho personas a salvo en su propia embarcación en medio de vientos de 20 nudos y olas de dos metros… confluye con lo que hago en la congregación, al tratar de resolver la mejor manera de dirigir para que la gente tengan el máximo de diversión, sin que lleguen a estrellarse contra las rocas”, señaló ella. “Pero no puedes controlarlo, puedes  dirigir y ofrecer sugerencias”.

Algunas personas vienen a Todos los Santos debido a la “conexión con el remo”, apuntó ella.

Y hay otras formas en que su vocación y sus pasatiempos se unen. “El año pasado, uno de mis estudiantes murió mientras remaba alrededor del lago Superior. Yo no estaba allí, él estaba haciendo un viaje solitario. De manera que terminé celebrando un oficio en su memoria en uno de nuestros simposios. No es un deporte sin riesgos, poro uno trata de atenuarlos”.

Uno-dos por el Señor’ – Boxear en Houston

El Rdo. Patrick Miller, rector de la iglesia episcopal de San Marcos [St. Mark’s Episcopal Church] en Houston, dicen bromeando que en principio él comenzó a boxear luego de algunas excesos de reuniones de la sociedad del altar.

“Participaba de estas reuniones y me enfurecía, y enfurecerse en una reunión de la sociedad del altar no es correcto”, dijo Miller, de 46 años, durante una reciente entrevista por teléfono.

Daba la casualidad que su anterior iglesia estaba localizada justo enfrente del Gimnasio Principal de Boxeo de Houston.  Se acercó un día y decidió intentar boxear como una disciplina cuaresmal y por el ejercicio.

Una vez dentro del ring, descubrió que el deporte “es increíble”, dijo. “Los entrenamientos son increíbles. La gente es increíble. Adquirí con eso una increíble cantidad de sabiduría. Quiero a mi iglesia. Quiero a la gente de mi iglesia. Pero esto no es una iglesia, es un ambiente completamente diferente”.

Y si bien [boxear] no responde exactamente el llamado del evangelio a poner la otra mejilla, él ha “disfrutado encontrando a Dios en lugares donde no lo esperaba”, dijo Miller, quien parafrasea otro de los mantras del boxeador ‘de lucha, siempre en la lucha’: “siempre estamos en la lucha, los pobres siempre están en la lucha”.

“En el boxeo, hay asaltos de tres minutos con un minuto de descanso”, explica él. “Si tomas eso como una metáfora del vivir, ves que hay ciertos períodos de tiempo en nuestras vidas en que tenemos que estar en la lucha, y otros momentos en que tenemos que descansar, tienes que aprovechar ese descanso para poder mantenerte en la lucha”.

Él señaló otros dichos del boxeo: “mi entrenador aborda [el tema de] la identidad. Me dirá: ‘Patrick, tengo un mal día, pero sabes qué. Sigo siendo Bobby Benton y voy a estar muy bien’”.

Miller recibe una amistosa provocación que su veloz combinación, una ráfaga de golpes de izquierda y derecha, convierten en “uno-dos por el Señor.”

Entre tanto, algunos de sus compañeros del ring se han convertido en feligreses. Algunos piden oraciones antes de una pelea y durante los retos de la vida, como divorcios y muertes en la familia, señaló Miller.

La experiencia le ha dado a Miller una nueva perspectiva respecto a cómo comportarse durante las reuniones de la iglesia. Recientemente, contó, “en medio de una pelea, enfrentándote con alguien que trata de golpearte y tu tratas de golpearlo”, oyó la voz de su entrenador: “Desacelera. Respira. Esquiva. Avanza sobre él. Piensa siempre lo que va a pasar después”.

Boxear lo ayuda a escuchar atentamente durante las reuniones de la iglesia, dijo. “Ahora voy a esas reuniones de la sociedad del altar y ya no me enfurezco”.

Patrullar pistas de esquiar en Ohio

La mayoría de los sábados por la noche, de diciembre a marzo, la Rda. Gay Jennings comienza un turno de ocho horas —no como sacerdote, sino patrullando las pistas de esquiar cerca de su casa suburbana de Cleveland.

“La gente dice, ‘¿esquías en Ohio?’ Hay dos áreas de esquiar a unos cinco kilómetros de mi casa, en el Parque Nacional del Valle de Cuyahoga, un valle surgido de un glaciar, y hay zonas de esquiar a ambos lados del valle”, dijo Jennings, presidente de la Cámara de Diputados de la Iglesia Episcopal, durante una reciente entrevista telefónica. Son pequeñas. Decimos que es mejor que no esquiar”.

Ella se enfunda en ropa muy abrigada, botas y chaqueta de patrulla, se abrocha la mochila de patrullar y se ajusta sus esquís en preparación para un turno de voluntarios que puede ser impredecible.

A veces “es como una unidad MASH”, dijo ella, refiriéndose a las unidades quirúrgicas móviles del Ejército que se usan para emergencias en las líneas del frente. “Por ser los primeros en responder [a una urgencia], ella y su equipo de unas 10 personas reciben un extenso entrenamiento fuera de temporada en primeros auxilios y como técnicos en atención de emergencias a campo raso.

“Esquiamos y vigilamos las pistas para cerciorarnos de que están seguras”, dijo Jennings. “Las lesiones pueden variar desde alguien que viene al cuarto de patrulla y pide una curita hasta una lesión grave en la cabeza o un fémur roto, lo cual exige sacar a la persona de la pista rápidamente y ponerla a salvo de manera que el próximo nivel de asistencia médica de urgencia pueda transportarla a un hospital”, explicó ella.

Cuando comenzó de voluntaria hace 23 años, Jennings, que actualmente tiene 62 años, era canóniga del ordinario en la Diócesis de Ohio. Su vida parecía como si “todo fuera la iglesia”.

En la patrulla, ha servido con el mismo equipo “ecléctico” —un arquitecto, un mecánico, un ingeniero, estudiantes universitarios, un coordinador comunitario— durante unos 15 años.

“Algunos de nosotros asisten a la iglesia, y algunos de nosotros ni se acercarían por una iglesia”, dijo ella. “Nos cuidamos mutuamente dentro y fuera de las pistas. Comemos juntos, cada cual trae lo suyo y lo compartimos. Es como en la iglesia”.

Su participación ha dado lugar a que le pidan que oficie en funerales y bodas de otros patrulleros de esquí a través de los años, y ella cree que ser parte del grupo la ha hecho una mejor sacerdote.

Me ha “proporcionado recreación, fraternidad, amigos, un equilibrio en mi vida. Me ha obligado a ejercitarme, aunque a veces es atrozmente frío”, apuntó. “Me ha hecho una mejor sacerdote en el sentido de que me saca de la iglesia. Obviamente, eso [la iglesia] es el primer foco de mi vocación y ministerio, pero creo que uno puede tener algo bueno en demasía. Para mí, pues, el patrullaje de esquí me proporciona equilibrio y me divierte mucho”.

Carpintería en San Diego

El trabajo artesanal de planificar, serruchar, lijar, ensamblar y terminar un mueble ha sido un pasatiempo para el obispo Jim Mathes, de San Diego, por espacio de 30 años.

A lo largo del tiempo, él ha construido estantes, escritorios y mesas de sala para amueblar los hogares de amigos y familiares; aproximadamente la mitad del tiempo, trabaja a partir de patrones comprados en la Internet. “La otra mitad yo diseño”, escribió en un correo electrónico.

Recientemente, creó un estante de vinos, hecho de caoba para 52 botellas, que subastó durante una recaudación de fondos en beneficio de Servicios Comunitarios Episcopales, una agencia diocesana que ofrece servicios sociales a familias e individuos de bajos ingresos. Se obtuvieron $1.000 de la venta.

“Escogí… caoba porque es una madera con la que me gusta trabajar, dijo Mathes. “Se ve bella con un barniz semibrillante”.

La carpintería le proporciona “tiempo cuando creo algo tangible”, dijo. “Tengo la mente totalmente fuera de la iglesia —¡si no lo hiciera así, no tendría todos los dedos!”.

Carolina del Norte: Una teología de la tontería

ens_041813_hobbiesHensley_spEl Rdo. Joseph Hensley Jr. dice que disfrazarse de payaso, y más específicamente del personaje de su payaso Ashes, son parte de una teología de la tontería que “conmociona las cosas y ayuda a otros a mirar el mundo de manera diferente”.

“Él ha caracterizado a Ashes —con pantalones negros de enorme talla y tirantes con los colores del arco iris, narizotas y cachetes colorados, sombreros estrafalarios, corbata caprichosamente anudada y camisa blanca, zapatos tenis negros Converse All-Star y a veces un acordeón— en lugares tan diferentes como la iglesia de San Lucas [St. Luke’s Church] en Durham, comunidades de jubilados y en medio del aeropuerto de Miami al regreso de un viaje de misión de la Iglesia a Belice.

“Se trata de llevar este personaje chiflado a lugares donde podría haber necesidad de propagar alguna alegría”, dijo Hensley, auxiliar del rector de San Lucas, durante una entrevista reciente para ENS.

El nombre de Ashes proviene de la canción de cuna “Ring Around the Rosie” [“Rueda en torno a la rosa”], explicó Hensley,  que llevará a cabo un taller durante la Conferencia de Formación Cristiana del 10 al 14 de junio en el Centro de Conferencias de Kanuga, en Hendersonville [Carolina del Norte].

“Como líderes de la Iglesia, se espera que tengamos una apariencia impactante”, dijo Hensley, de 39 años. “En alguna medida creo que existe esa expectativa que nos damos a nosotros mismos y que otras personas nos echan encima, y tenemos que comportarnos de cierta manera y hacer ciertas  cosas. En el ministerio, lo que he tratado de hacer es poner esa imagen al revés”.

Al igual que en la canción de cuna, que termina diciendo “todos nos caemos”, el espíritu de la payasada “ayuda a darnos un sentido de valor para estar dispuestos a caer —pero caer con gracias y con humildad, y, para mí, eso es una gran parte de la vida de la fe”.

– La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service

Traducción de Vicente Echerri