Tres años después, los haitianos están ansiosos de abandonar los campamentos

Por Joseph Murrenz Constant y Rosemari G. Sullivan
Posted Jan 17, 2013

[Episcopal News Service] En cuestión de minutos, Haití cambió radicalmente cuando fue sacudido por un terremoto de magnitud 7,0 el 12 de enero de 2010. Tres años después, la devastación con frecuencia es más visible que el progreso que se haya hecho [en las labores de la reconstrucción]. Cerca de 300.000 personas perdieron la vida, cientos de miles resultaron lesionadas y la pérdida de propiedades es inconcebible. Todas las principales instituciones de Port-au-Prince quedaron destruidas o afectadas, incluidos el Palacio Presidencial, tesoros artísticos históricos y la catedral nacional de la Iglesia Episcopal que fue construida en 1929.

Haití no carecía de problemas antes del terremoto. El país, considerado el más pobre del Hemisferio Occidental, sufre de una tasa enorme de desempleo, extrema pobreza y falta de acceso a las necesidades básicas: educación, salud y alimentos. Añádasele un terremoto devastador a esa mezcla y los retos para Haití parecen abrumadores.

Y sin embargo, siempre que visitamos Haití se nos hace constantemente presente el espíritu de nuestros hermanos y hermanas, y es su fe la que nos da esperanzas. Cuando visitamos Haití, participamos con frecuencia en el culto dominical. Hace poco, asistimos al oficio de la iglesia episcopal de San Pedro en Mirebalais un domingo por la mañana. Había calor y el oficio comenzó a las 8:30 A.M. y duró más de tres horas. El culto rebosaba de oraciones sentidas, coros de todas las edades que llenaban la iglesia de música, un sermón conmovedor y la Santa Comunión. Esta fe, esta profunda convicción, es lo que sigue llenando a los haitianos de esperanza en un nuevo día.

Y ahora, tres años después, hay señales de progreso. La realidad en el terreno es que se ha hecho y se está haciendo mucho. Hay nuevas carreteras que conectan a las comunidades. Han abierto escuelas en toda clase de estructuras y otras nuevas están en construcción. La atención sanitaria sigue beneficiándose de los esfuerzos de Aliados en la Salud y un novísimo hospital docente de 320 con todos los adelantos acaba de inaugurarse en Mirebalais, población situada a menos de 50 kilómetros de Port-au-Prince.

Pero si bien comienzan a haber algunas señales de progreso, el trabajo apenas ha empezado. La Iglesia Episcopal en Haití tiene una larga historia de misión. Por más de 150 años, ha estado a la cabeza en los servicios de educación y salud del país. Más de 80.000 niños se educan y preparan en las escuelas asociadas con la Iglesia Episcopal, que también ha sido uno de los primeros proveedores de atención sanitaria para los haitianos, ya que dirige tres hospitales importantes y una red de clínicas a través del país. La Iglesia Episcopal se ha esforzado en apoyar a sus aliados en Haití y, a través de Ayuda y Desarrollo Episcopales, estamos respondiendo a las necesidades inmediatas de agua potable, vivienda temporal y empleo.

Tan importante como es responder a estas necesidades de los haitianos, es también la necesidad de apoyar sus instituciones espirituales y culturales. La catedral de la Santa Trinidad es una de esas instituciones. Ha sido un importantísimo punto de reunión para los haitianos. Las instituciones afiliadas con la catedral incluían una escuela primaria y otra secundaria, un convento y una escuela de música que era la sede de la única orquesta filarmónica del país. En la catedral de la Santa Trinidad también estaba lo que se creía fuese el órgano más grande del Caribe, y los murales de la catedral, que contaban pasajes bíblicos con motivos haitianos, fueron creados por algunos de los artistas más famosos de Haití en la década del 50 del pasado siglo.

Luego del terremoto, la reconstrucción de esta institución era de notable importancia para los haitianos de todas las fes. Y la Iglesia Episcopal se comprometió en apoyar este empeño. Recientemente, la Iglesia Episcopal y la Diócesis de Haití anunciaron la selección de Kerns Group Architects, de Arlington, Virginia, como el estudio de arquitectos escogido para diseñar la nueva catedral. La nueva catedral incorporará los tres murales que sobrevivieron.

Los haitianos están ansiosos de abandonar los campamentos donde han estado viviendo por demasiado tiempo. Anhelan reconstruir su país a través de medios sostenibles. Y en tanto debemos proporcionar acceso a agua potable y alimento, también debemos contemplar más allá del horizonte inmediato un desarrollo más permanente en Haití.

A Haití le tomará años recobrarse tanto de la conmoción emocional como física del terremoto. Pero en el día de hoy, mientras reflexionamos sobre los últimos tres años, damos gracias a Dios por la capacidad de resistencia del pueblo de Haití. Nos inspira su capacidad para estar llenos del Espíritu pese a los desafíos que enfrentan a diario.

El Rdo. Joseph Murrenz Constant, haitianoamericano, y la Rda. Dra. Rosemari G. Sullivan sirven como coordinadores especiales de la labor de la Iglesia Episcopal en Haití. Facilitan los múltiples esfuerzos entre las congregaciones, diócesis, redes y organizaciones episcopales comprometidas con la reconstrucción de la Diócesis de Haití. Constant es también el director de ministerios étnicos y de vida estudiantil del Seminario Teológico de Virginia. Antes de su trabajo en Haití, Sullivan prestó servicios como secretaria de la Convención General y como rectora de congregaciones en Washington, D.C. y en Alexandria, Virginia.

Traducido por Vicente Echerri.