Fe y salud: un nuevo año de bienestar para el cuerpo, la mente y el espíritu

Por Sarah Moïse Young
Posted Jan 14, 2013

[Episcopal News Service] ¿Qué aspecto tiene un nuevo comienzo?

Para muchos el Año Nuevo es para planificar cambios positivos y forjar nuevas metas para el bienestar: dietas sanas para el corazón, regímenes cardiovasculares o nuevas matrículas en el gimnasio. Pero ¿qué pasa con la salud del otro “corazón”? ¿Cuán a menudo necesita que le recuerden que  hay que nutrir y ejercitar el espíritu?

Cuando el difunto Dr. George Sheehan, un filósofo del jogging, impartía charlas motivacionales a corredores, con frecuencias citaba a la esposa de un converso a las carreras: “mi esposo solía ser metodista. Ahora es corredor”. Correr puede no ser una religión, pero Sheehan diría que es un retiro, un lugar para comunicarse con Dios y con usted mismo, un evento para la renovación psicológica y espiritual”.

Para prepararse para un reciente retiro de una semana de duración sobre la salud integral del clero, la Rda. Ronnie Willerer, rectora asociada de la iglesia de Nuestro Salvador [Church of Our Saviour] en Jacksonville, Florida, se comprometió a caminar todos los días con su esposo valiéndose de su podcast  “Camine y siéntase bien” de CREDO, un programa de salud y bienestar de la Iglesia Episcopal. La serie del programa consiste de cuatro semanas de reflexiones sobre el mensaje del Salmo 139 —“maravillosamente he sido formado”— para acompañar una caminata de 30 minutos.

“En el pasado, siempre hacía ejercicios para perder unas cuantas libras o como un tiempo que compartía con mi marido. Pero en los últimos dos años no hemos actuado al respecto de manera tan deliberada”, dijo Willerer en una entrevista reciente para Episcopal News Service. “Era una buena excusa, no, no una excusa, una buena razón. Las meditaciones demostraron llevarme en una dirección diferente que el mero ejercicio, porque las meditaciones se concentraban en la magnificencia de la creación de tu cuerpo y en la salud de tu cuerpo”.

Discutieran o no la meditación diaria, ella y su marido encontraron que la caminata de 30 minutos era un tiempo para entablar una conversación profunda y hacer una reconexión. Sus feligreses comenzaron a seguir el programa del podcast y han estado usando muchos de los materiales de CREDO para los retiros de mujeres y a comprometerse personalmente a combinar los ejercicios físicos con el bienestar espiritual.

Elizabeth McKay Moosbrugger, entrenadora personal y profesional certificada, es una de las redactoras del programa. Para Moosbrugger, el ejercicio y la oración marchan juntos. Durante sus trotes matutinos, ella repite como un mantra la oración de Osvaldo de Nortumbria.

“Yo digo, ‘Todo lo que soy, Señor, lo pongo en tus manos’ y pienso en todos los papeles que he desempeñado en mi vida”, le dijo ella a Episcopal News Service, “A eso sigue ‘todo lo que hago’, y pienso en ese día que tengo por delante y lo que en él debo hacer ajustada a mi horario, y pongo todas esas cosas en manos de Dios… Me desacelera el cerebro y me da la sensación de estar conectada con Dios. Las cosas que parecían abrumadoras, ya no lo parecen al final de mi carrera”.

Sus colaboraciones a la serie examinan la manera en que el cuerpo funciona como un don de Dios, la manera en que el cuerpo se nutre de alimento, trabajo y relaciones; y lo que eso significa para Dios.

“Es refrescante salir de esa experiencia de apoyar y amar a nuestros cuerpos”, afirmó ella. “Eso es así especialmente para los ministros, porque necesitan fuerzas para apoyar a sus comunidades”.

La Rda. Fairbairn Powers, de la iglesia episcopal de Santa Inés [St. Agnes] en Little Falls, Nueva Jersey, corre en el Triatlón de los campeonatos mundiales de la Union Age Group y de Sprint World  en Auckland, Nueva Zelanda.

La Rda. Fairbairn Powers, de la iglesia episcopal de Santa Inés [St. Agnes] en Little Falls, Nueva Jersey, corre en el Triatlón de los campeonatos mundiales de la Union Age Group y de Sprint World en Auckland, Nueva Zelanda.

“Esta combinación de bienestar íntimo y externo es esencial para el ministerio”, dijo a ENS la Rda. Fairbairn Powers, sacerdote encargada de la iglesia episcopal de Santa Inés [St. Agnes’] en Little Falls, Nueva Jersey. “Me atrevo a decir que muchas personas no se ejercitan tanto por el bien de sus cuerpos como por [descargarse de] sus emociones —todas esas cosas del alma. Como sacerdotes [el ejercicio] hace posible hacerle frente a [los problemas] con los que tenemos que lidiar en nuestras parroquias”.

Powers ofrece una oración intercesora por un feligrés en cada vuelta de su diaria rutina de nado, bicicleta o carrera. La triple atleta de 73 años comenzó a correr maratones y a hacer esquí de fondo cuando estaba en los cuarenta. Recorrió a retazos todo el Camino de los Apalaches en sus aventuras campestres en su cincuentena y sesentena. Y ahora en sus setenta y tantos, terminó recientemente un Triatlón internacional de los campeonatos de la Union Age Group y de Sprint World, en Auckland, Nueva Zelanda, quedando en tercer lugar entre los competidores de su edad.

Para un artículo del 2 de enero de la Diócesis Episcopal de Newark, sobre su teoría acerca del valor del ejercicio físico para el clero, Powers, lanzó una pregunta acerca del ejercicio en la lista de correos electrónicos del clero diocesano: ¿Se ejercitan regularmente los miembros, y ello les aporta un cambio significativo a su vida parroquial, personal y familiar?

Ella escribió que más de 35 respuestas llegaron de personas que corren y hacen jogging (el Rdo. Ed Hasse encabeza su lista con 26 maratones y los que van sumándose —él ora mientras corre por las mañanas), así como los nadadores (el Rdo. John Hartnett encabeza este grupo, al nadar dos kilómetros y medio cada mañana y encontrar que esto “me da una paz que rara vez experimento en el resto del día”).  La diácona Nancy Read encuentra que su carrera larga “libera mi alma y alimenta mi cuerpo”.

Una sacerdote cambió su programa diario para darle tiempo cada mañana a la oración, la meditación y a levantar pesas en el gimnasio luego de una “advertencia” médica. Muchos caminan; una pareja monta a caballo; algunos practican yoga, buceo y baile; varios de ellos son ciclistas. Al menos cuatro, incluidas Powers y la Rda. Cathy Deats, son triatletas.

Un sacerdote que hace senderismo al menos una vez a la semana, dijo “es como la oración… y enriquece mi relación con el Creador”.

Para Powers, el mensaje común fue que el ejercicio es un tiempo para centrarse, para entrar en conexión con Dios, y que el ejercicio regular da lugar a que el cuerpo, la mente y el espíritu mejoren. Unánimemente, el clero [diocesano] le dijo a Powers que el ejercicio los afirmaba y los hacía llegar a un estado en el que realmente podían orar.

“Creo que somos seres integrados, de manera que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu funcionan juntos”, dijo a ENS el obispo Bishop Mark Hollingsworth Jr. de la diócesis episcopal de Ohio. “Cuando me mantengo atento a mis disciplinas de ejercicio y estudio y oración, soy más saludable en los tres aspectos”.

El obispo Mark Hollingsworth Jr. de la diócesis episcopal de Ohio, lleva a cabo la recaudación anual de la Vuelta Ciclista del Obispo.

El obispo Mark Hollingsworth Jr. de la diócesis episcopal de Ohio, lleva a cabo la recaudación anual de la Vuelta Ciclista del Obispo.

Hollingsworth, que es un ciclista infatigable, lleva a cabo, a través de toda la diócesis de Ohio, la Vuelta Ciclista del Obispo, la campaña de recaudación anual que atrae a episcopales de todas las edades y capacidades. Él también va en bicicleta a las convenciones generales  —incluida una travesía de 6.400 kilómetros desde Anaheim, California, hasta el Centro denominacional de la Iglesia Episcopal en Nueva York.

“Las endorfinas cambian nuestra perspectiva, pero yo creo también que cuando ando en bicicleta abandono mi manera de ser”, afirmó. “Me concentro en bicicletear, en ese ritmo y en mi respiración, y ello me despeja la cabeza. En un sentido me saca de mi rutina y de los pensamientos en que habitualmente tiendo a caer cuando me concentro en los problemas difíciles”.

Katharine Jefferts Schori, la obispa primada, ha afirmado que algunas de las más importantes iniciativas de los últimos años para el bienestar del clero han conllevado el tener presente la salud y el equilibrio, incluidos programas como Volver a Empezar [Fresh Start] y la labor de CREDO.

En una entrevista en enero de 2010 con Peter K., consejero de salud y experto en un estilo de vida saludable, Jefferts Schori dijo, “La conciencia de la salud en su más amplio sentido es realmente de lo que se ocupa la Iglesia. Jesús dijo que él vino para que pudiéramos tener vida y vida en abundancia. La vida abundante se refiere a las relaciones restauradas con nosotros mismos, con Dios y con nuestros prójimos”.

Corredora, senderista y alpinista durante mucho tiempo, Jefferts Schori es ella misma un modelo de estilo de vida saludable. “Cuidar el cuerpo que tenemos… es parte esencial de cuidar el equipo con el que hemos de ministrar al mundo… ¿Amas lo que haces, amas y respetas la herramienta que te han dado en tu cuerpo?, pregunta ella. “Decidir cómo trato a mi cuerpo, como empleo mi tiempo, como encuentro esparcimiento, es un modo de servir y un modo de estar preparada para servir”.

El concentrarse en cómo el bienestar corporal puede sostener la mente, el cuerpo y el espíritu puede ayudar a las parroquias a asumir un enfoque holístico de la vida: fomentando la armonía conyugal, mitigando los factores laborales que causan estrés y proporcionando un tiempo de actividad en familia. Las iglesias a través del país están usando la preparación física como un instrumento para divulgar el evangelio y edificar la comunidad. Las parroquias están incluyendo clases de yoga, caminatas y Zumba [un programa de danza inspirada en música latina] en un esfuerzo por hacer que sus congregaciones sean más sanas y por hacer de la iglesia un nexo para las necesidades de los feligreses; por ejemplo, la iglesia episcopal de San Juan-La Gracia [St. John’s-Grace] en Búfalo, Nueva York, ofrece clases de danza moderna y de ballet. El Centro de la Vida Parroquial [Parish Life Center] en la iglesia episcopal de San Juan en Memphis, Tennessee, auspicia campamentos de baloncesto y fútbol para niños, fútbol americano de banderines y carreras conmemorativas de 5K.

Para el Rdo. Scott Richardson de la iglesia episcopal de Santa María Virgen [St. Mary the Virgin] en San Francisco, el ejercicio tiene más que ver con la comunidad y la camaradería que con el deber o con un esfuerzo doloroso. Sus feligreses  se reúnen semanalmente para hacer caminatas a través del Puente la Puerta de Oro [Golden Gate Bridge] y Campo Crissy; él camina diariamente con su esposa y sus perros, y disfruta frecuentes partidas de golf con sus hermanos.

“Si estoy físicamente saludable, vigilando mi ingesta de azúcar, absteniéndome de tomar bebidas alcohólicas, eso resulta un buen ejemplo para mi congregación”, le dijo él a ENS. “La gente reciben las bendiciones [que se derivan] de eso en su propia vida, y uno nunca sabe qué influencias llevan a las personas a cambiar”.

Más de 1.250 personas —laicos y clérigos— se han comprometido con el programa “Camine y siéntase bien” de CREDO, el comienzo de un nuevo hábito de equilibrio espiritual y físico.

“Haya estado o no el ejercicio entre sus perspectivas, esto es una gran plataforma para las personas que creen que algo debe cambiar en sus vidas”, dijo Moosbrugger. “Comenzamos con estas altas metas y luego llueve o se enferma un niño y algo nos saca de nuestra rutina diaria. ¿Qué nos trae de vuelta a las cosas que queremos hacer y que son buenas para uno?  Para mí, llegar a darme cuenta de que he sido formada maravillosamente constituyó una parte importante de mi vida de ejercicios”.

Jefferts Schori está de acuerdo. En su entrevista con Peter K, dijo: “No creo que no tengamos tiempo para hacer ejercicio. La mayoría de las personas, cuando tienen una rutina de actividad física, descubren que disponen de más tiempo y energía para el resto de su vida diaria”.

– Sarah Moïse Young es una reportera independiente radicada en Charleston, Carolina del Sur. Traducido por Vicente Echerri.