Transformar el ‘conducto de la escuela a la prisión’ en un camino al Reino.

Programas episcopales de consejeros apoyan a jóvenes en peligro

Por Pat McCaughan
Posted Dec 10, 2012

En la iglesia episcopal de San Martín, en Houston, unos niños participan en una competencia de hip hop como parte del programa ReVision que supervisa a los delincuentes juveniles.

[Episcopal News Service] A los 16 años, Antonio no tenía muchas perspectivas de futuro, excepto el unirse a la pandilla callejera de los ‘Cholos del Sudoeste’ [Southwest Cholos] o “de lo contario, convertirse en su enemigo”.

“Es muy difícil crecer de esa manera: el ambiente, las pandillas, tienes que incorporarte”, dijo Antonio, cuyo apellido lo reservamos para proteger su identidad. “Sucedió que abrí los ojos un día; me di cuenta de que eso no iba a ser lo correcto”.

Su sobrino, que está en libertad condicional en el sistema de justicia juvenil, invitó a Antonio a ir a “la Isla”, el centro de actividades en la iglesia episcopal de San Martín [St. Martin’s Episcopal Church], en Houston; la cual, a través del programa reVision,  en alianza con otras iglesias y el sistema de justicia juvenil del condado de Harris, orienta a jóvenes afectados por las pandillas o en riesgo de delinquir.

“Al principio tenía miedo”, recordaba Antonio durante una entrevista telefónica con ENS el 2 de diciembre. “No podía creer que estuvieran tratando de ayudarme. Pero me abrieron los ojos… me di cuenta de que la fe es real, que no es una broma. Sin reVision aún estaría pensando con una mentalidad delincuencial; ellos conversaron conmigo todo el tiempo, me mantuvieron en mi sano juicio”.

Eric Moen, el director laico de San Martín para la juventud y el ministerio y la misión de los jóvenes adultos, dijo que reVision “está brindándoles una comunidad a los chicos afectados por las pandillas, y está relacionándolos con sus consejeros”.

Desde Houston a Nueva York, las iglesias episcopales están en busca de asociaciones y métodos creativos para orientar a estos jóvenes en peligro, para ayudar a evitar el “conducto de la escuela a la prisión” que afecta desproporcionadamente a jóvenes de color y con necesidades especiales.

Ese ‘conducto’ se crea por la falta de oportunidades educativas y económicas, así como por estructuras sociales injustas tales como el racismo y las políticas disciplinarias de tolerancia cero, que tratan infracciones escolares menores como problemas policiales, dijo Alan Scarfe, obispo de la Diócesis de Iowa.

Per cápita, Iowa tiene una de las tasas de encarcelación de jóvenes afroamericanos más altas de la nación, dijo Scarfe, quien propuso la Resolución B024 en la 77ª. Convención General de la Iglesia Episcopal [que sesionara] en Indianápolis en julio. La Convención aprobó la resolución, que promueve la creación de una alternativa, “Conducto al Reino”, mediante la participación de la comunidad y la Iglesia y una organización de base, dijo Scarfe.

“No tenemos en lo que a porcentajes se refiere muchos afroamericanos en el estado, pero per cápita para esa demografía, tenemos una [de las tasas de encarcelamiento] más altas, y eso es notable”, afirmó. Él también quería abordar el asunto porque “mi esposa es afroamericana, y así también mis dos hijos, de manera que existe una identificación personal con mi familia en este asunto”.

La resolución “exige desarrollo e implementación de segmentos educativos que ayuden a los jóvenes, a través de las lentes del evangelio y de la comunidad de la iglesia, a verse a sí mismos como Cristo los ve y como personas llenas de esperanza y rebosantes de posibilidades”, agregó Scarfe.

La Rda. Angela Ifill, misionera de la Iglesia Episcopal para el Ministerio de los Negros, anunció hace poco la Experiencia de la Estrella Ascendente (o RISE, por su sigla en inglés), una alianza de colaboración entre su oficina, la Diócesis de Nueva York y la iglesia de San Andrés [St. Andrew’s] en el Bronx, Nueva York, para orientar a estudiantes en ambientes de alto riesgo.

RISE, que está programada para comenzar el 30 de enero, conllevará reuniones semanales para aproximadamente unos 15 estudiantes con edades de 7 a 14 años, para discutir destrezas que puedan conducir a vidas exitosas y productivas. Un programa paralelo para los padres y tutores examinará sus papeles y responsabilidades.

“Escuchamos a niños y adolescentes en ambientes de alto riesgo y creamos un programa para relacionarlos con la iglesia, con los aspectos positivos de la educación y [para] desarrollar en ellos un aprecio de los unos por los otros”, dijo Ifill en un comunicado de prensa el 15 de noviembre. “Este programa le dará a los jóvenes las herramientas para hacerle frente a los retos de la escuela y para prepararles para la adultez”.

Las investigaciones revelan que algunos jóvenes son particularmente vulnerables.

Deborah Fowler, subdirectora del equipo legal de Texas Appleseed, una agencia de promoción social sin fines de lucro, citó un estudio que llevó a cabo en 2011 el Consejo de Gobiernos Estatales (CSG, por su sigla en inglés) el cual llega a la conclusión de que el conducto de la escuela a la prisión afecta desproporcionadamente a niños y jóvenes de color y a estudiantes con necesidades especiales.

“Millones de estudiantes de las escuelas públicas de EE.UU., desde kindergarten hasta 12º grado, son suspendidos o expulsados en un año académico, particularmente estudiantes de las escuelas intermedia y superior”, dice el informe. “La investigación demuestra que cuando los estudiantes son sacados del aula como medida disciplinaria, crecen dramáticamente las probabilidades de que repitan el grado, abandonen la escuela o lleguen a verse involucrados en el sistema de justicia juvenil”.

Y añade: “Los legisladores y los que hacen cumplir estas políticas tienen una creciente necesidad de identificar estrategias para controlar efectivamente la conducta de los estudiantes y regular las normas escolares a fin de apoyar la participación y el aprendizaje del estudiante, y reducir los deficientes resultados académicos y el contacto con la justicia juvenil”.

El estudio dio lugar a una iniciativa conjunta entre gobiernos federales y estatales y otras agencias para producir soluciones creativas.

“Resulta claro, a partir de los resultados del estudio, que los empeños llevados a cabo en escuelas individuales pueden producir cambios significativos” terminaba diciendo el informe de la CSG. “Resulta evidente también que las escuelas por sí solas no pueden hacer progresos amplios y duraderos sin un compromisos de las agencias de orden público, los tribunales, [los encargados de] la libertad condicional, los profesionales del tratamiento y muchas otras disciplinas que afectan el éxito de los estudiantes”.

El papel de la Iglesia
Es ahí donde la orientación y la Iglesia tienen un papel que desempeñar, dijo Allen Kight, de 44 años, feligrés de San Martín, en Houston. Kight  reconoció que él tuvo que armarse de valor para aceptar la invitación de reVision para orientar a “Edward”, un joven de 16 años que estaba a la espera de un juicio en el centro de detención juvenil de Houston por la comisión de múltiples robos.

“Éste es un grupo al que yo jamás me hubiera asociado en mi vida”, dijo Kight durante una entrevista telefónica reciente. “La primera vez que me reuní con Edward estaba algo asustado. Lo conocí en la cárcel. Yo nunca había estado en una cárcel antes”.

Pero él no tardó en darse cuenta de que “el muchacho con quien yo temía tanto encontrarme no era más que un niño que necesita amor, de la misma manera que mis chicos necesitan amor”, dijo Kight, padre de dos hijos y propietario de una firma de construcción residencial. “Era muy fácil hablar con él. Él quería conversar. Quería un amigo”.

Cuando Edward fue sentenciado a tres años en una escuela de justicia juvenil, “lo seguí allí y me convertí en un consejero en esa escuela, de manera que pudiera seguir reuniéndome con él”, dijo Kight.

“Hablamos simplemente”, agregó. “Nuestras conversaciones son acerca de la vida, acerca de cómo Dios se integra a nuestras vidas. Cómo nuestra familia y amigos se integran a nuestras vidas y cuán importantes son los amigos. Él está pasando por un momento muy difícil tratando de descubrir quiénes son sus amigos, sus verdaderos amigos. Pero también ha decidido que quiere superar la mentalidad de la pandilla, la vida de la pandilla, todo eso”.

Edward ya ha puesto en práctica un creciente deseo de ayudar a otros miembros de pandillas “de hablarles de que se amen los unos a los otros y que se ocupan los unos de los otros de la misma manera en que Dios se ocupa de nosotros”.

Mientras estaba en el centro de detención en Houston, su celda estaba localizada entre las celdas de dos miembros de pandillas rivales.

“Ellos conversaban a través de los respiraderos del aire, y él orientaba a esos muchachos”, contó Kight con orgullo. “Uno estaba allí por matar a alguien, pero Edward intentaba calmarlo, diciéndole tu vas a estar en la cárcel por mucho tiempo, pero aún te queda una vida por vivir, tu mamá aún te quiere, hablándole de todas las cosas positivas de su vida cuando la situación le parecían muy sombrías. Él es un verdadero consejero”.

Comprometer a las congregaciones a ayudar a aconsejar a los jóvenes es de vital importancia, dijo Kight. “Ayuda [a los jóvenes] a entender que hay un Dios que te ama, no importa cuál es tu pasado ni adonde vayas”, recalcó.

Por lo general los jóvenes son remitidos a reVision por el departamento de libertad condicional de la justicia juvenil y se les asignan consejeros, dijo Moen. “La labor de un consejero es apoyar a ese muchacho, pase lo que pase. Los consejeros los visitan cuando se encuentran detenidos. Cuando los ponen en libertad, acompañan al joven cuando se encuentra con su oficial de liberad condicional por primera vez. Se ofrecen actividades diarias, incluyendo instrucción bilingüe, en inglés y en español, sobre la crianza de los hijos y otras clases para miembros de la familia, dijo Moen.

Una reunión en la noche del jueves 29 de noviembre en San Martín atrajo a más de 200 voluntarios actuales y eventuales, junto con jóvenes que participan en reVision como Antonio.

“Las noches de los jueves son gran cosa para los chicos de reVision”, dijo Charles Rotramel, director ejecutivo de reVision y defensor de los jóvenes ya por mucho tiempo, hablando sobre un trasfondo de música hip hop. “Ellos tienen competencias de break-dance  y de patinetas. Están cerca de otros chicos que son optimistas y felices y que provienen de todas partes de la ciudad y la pasan bien y sienten afecto unos por otros.

“Todo tiene que ver con las relaciones”, agregó. “Todo el mundo se autosegrega, ¿verdad?  Todo el mundo entonces habla mal de los otros, de manera que no se hablan entre sí. Pero tan pronto como empezamos a hablarnos, tenemos algo en común”.

Rotramel traza la historia de reVision a ministerios que comenzaron a través de dos congregaciones de la Iglesia Metodista Unida en Houston —Getsemaní [Gethsemane] y San Lucas [St. Luke’s] —, las cuales se fusionaron hace varios años. Finalmente, San Martín entró a participar; el programa recientemente inició una campaña para renovar un edificio y convertirlo en aulas, un proyecto que Kight encabeza. Él dijo que esperaba finalmente ofrecer período de prácticas en la industria mercantil y de la construcción a jóvenes de reVision.

La participación de la iglesia es crucial, dijo Rotramel. “Creo que, si somos seguidores de Cristo, somos llamaos a los lugares más difíciles y somos llamados a abrazar a las personas que no tienen a nadie más que los abrace. Esos son estos chicos”.

“Los miembros de pandillas, de las pandillas juveniles, son los leprosos de Estados Unidos en el siglo XXI. Nadie quiere tocarlos. Nadie quiere estar cerca de ellos. Nadie los quiere en sus vecindarios, en sus escuelas, en sus centros comerciales, en ninguna parte. La pregunta que yo me hago es: ¿Si no somos nosotros, quién lo hará?

“Traer estos muchachos al seno de la comunidad es un proceso de transformación”, añadió. “Ellos empiezan a ver que un montón de suposiciones que habían hecho respecto a cómo funciona el mundo son falsas. Y que todas esas actitudes sobre quiénes son los buenos y quiénes son los malos, no son ciertas. Lo hermoso de hacer que los miembros de la iglesia participen de esto es que ellos empiezan a experimentar lo mismo, a darse cuenta de que las suposiciones que habían hecho no eran correctas, y terminan por querer a estos chicos. Eso me dice que Cristo está presente en esta labor”.

Para Antonio, reVision ha significado una nueva vida, una nueva esperanza, la promesa de un futuro.

“No son sólo los problemas fuera del hogar. A veces hay problemas dentro del hogar de los que uno quiere escapar”, dijo.

“Al principio yo tenía miedo. ¿Cómo iba a ser yo el primero en cambiar, en dejar todos estos sentimientos negativos detrás? Hasta que los conocí”, dijo refiriéndose a los trabajadores, consejeros y voluntarios de reVision. “Son hermanos, Son estupendos. Han estado en problemas antes, pero han cambiado su vida. Están haciendo el bien. Yo quiero ser como ellos”.

–La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.