El líder de la Comunión debe hacer posible la misión, dice el arzobispo

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Nov 7, 2012

El arzobispo de Cantórbery Rowan Williams pronuncia su alocución presidencial al Consejo Consultivo Anglicano durante el oficio de Oración Vespertina del 5 de noviembre (hora local) en la iglesia de Santa María, en las inmediaciones de la catedral de La Santa Trinidad, en Auckland, mientras el Rdo. Robert McKay, a la derecha, uno de los capellanes del CCA, y James Tengatenga, presidente del CCA y obispo de la Diócesis de Malawi, escuchan atentos. Foto par ENS de Mary Frances Schjonberg

[Episcopal News Service — Auckland, Nueva Zelanda] Casi a punto de jubilarse, el arzobispo de Cantórbery Rowan Williams dijo a los miembros del Consejo Consultivo Anglicano que él ruega que el júbilo “sobreabunde en la vida común de este Consejo y en nuestros otros segmentos de la vida común de la Comunión”, de manera que el Consejo, su sucesor [en la sede de Cantórbery], la Reunión de los Primados y la Conferencia de Lambeth ejerzan lo que él llamó “una verdadera autoridad habilitante”.

Williams, al concluir su alocución presidencial a esta 15ª. reunión del CCA, definió esa autoridad habilitante como aquella “que libera, una autoridad que trae luz y vida, una autoridad que sorprende y transforma, la autoridad para llegar a ser hijos de Dios”.

El arzobispo, que se jubila a fines de año y cuyo sucesor aún no ha sido nombrado, habló durante la Oración Vespertina en la iglesia de Santa María [St. Mary’s] en los terrenos de la catedral de La Trinidad en esta ciudad. Su alocución tuvo lugar el décimo día de los doce que dura la reunión del CCA, del 27 de octubre al 7 de noviembre.

Williams dijo también casi al final de su discurso que quería públicamente “desearle todas las bendiciones, todo el éxito y toda la fortaleza de Dios al 105º. Arzobispo de Cantórbery, quienquiera que fuese”.

Agregó que ofrecía esa oración “reconociendo como ustedes y yo sabemos, y quizá él no lo sepa durante un tiempo, el extraordinario trabajo que es, cuanto uno necesita estar consciente de que la gracia de Dios suple constantemente, para elegir una de mis frases favoritas del gran Richard Hooker, ‘nuestra común imbecilidad como arzobispos’, sencillamente cuanto necesitamos del amor y la lealtad de los que nos rodean”.

Al comienzo de su alocución, Williams desarrolló la noción de la “autoridad habilitante” cuando dijo que él había leído esa mañana en el periódico local que “los cargos en la vanguardia del CCA podrían estar en peligro”. Él señaló que este rival del CCA era la Compañía de Compensación por Accidentes del gobierno.

“Pero yo me pregunto si es así como a veces nos vemos a nosotros mismos: como una compañía de compensación de accidentes”, recalcó. “¿Estamos aquí como el CCA para recoger los pedazos, para hacer las cosas bien, para reaccionar al desastre y a la crisis?”

Mirando retrospectivamente a sus 10 años en el cargo, Williams dijo que a él le parecía “que todos los intentos que hemos hecho de determinar cuán reactiva o correctiva funciona la autoridad en nuestra familia anglicana han resultado fallidos de una u otra manera”.

Y la Comunión se ha dado cuenta de que “esa frustración, ese descubrimiento de que resulta en verdad muy difícil encontrar fuentes de autoridad absolutamente claras, tiene que ver, desde luego, con el hecho de que somos una familia de iglesias, cada una de las cuales tiene sus propias formas de reaccionar, de corrección y de establecer límites”.

Williams dijo que el Nuevo Testamento sí habla de una autoridad “reactiva o correctiva”, pero también ofrece una alternativa en la autoridad de Jesús que dejó atónitos a los observadores cuando él realizó “espectaculares actos de liberación”.

“La autoridad en cuestión es una autoridad para actuar y para influir en los resultados”, afirmó. “Una autoridad que faculta e inviste de poder”.

Él resaltó que en el primer capítulo del evangelio de Juan, el griego de la frase “la potestad de ser hechos hijos de Dios” es realmente “la autoridad de ser hechos hijos de Dios”.

El reto a que se enfrentan las 38 provincias de la Comunión Anglicana —lo que Williams llamó “38 iglesias locales”, “es poder llegar a encontrar un espíritu legal —una idiosincrasia— que compartan por consentimiento, exploración y descubrimiento, en lugar de… remitirse a alguna autoridad suprema”.

Los miembros de la Comunión debemos encontrar la manera de “resolver las contradicciones entre nuestros métodos como provincias” y “empeñarnos en garantizar criterios comunes de  procesos honestos, de apertura y de equidad”.

“Algunos de los quebraderos de cabeza de la última década más o menos han revelado alguna turbidez dentro de las provincias así como entre las provincias, respecto a lo que podemos realmente hacer”, agregó.

Las esperanzas de un Pacto Anglicano fueron en parte “esperanzas de [encontrar] un marco, un clima, en el cual algunas de estas cuestiones podrían abordarse de común acuerdo, no por coerción”, afirmó Williams.

Reconociendo que “no sabemos hasta ahora cómo ese proyecto finalmente se resolverá”, William añadió que “aún espera y ruega, hablando a título personal, que el Pacto tenga un futuro, porque creo que sí tenemos un mensaje que darle al mundo cristiano de cómo podemos ser tanto católicos como ortodoxos y consensuales, laborando con libertad, respeto mutuo y mutua contención, sin poner en peligro la importante autonomía local de nuestras iglesias”.

Él advirtió que de no encontrar el justo equilibrio se corre “el riesgo de convertirse en menos de lo que aspiramos a ser como una Comunión… una familia que vive con respeto y reconocimiento mutuos”.

Dejar de ser una “familia” católica, ortodoxa y consensual para “ser simplemente un modelo federal”, subrayó Williams, “no me parece a mí que sea lo mejor y ni lo máximo que Dios pide de nosotros como familia anglicana”.

Williams le recordó al CCA que se había iniciado una discusión sobre los cuatro instrumentos de la Comunión, de la cual éste es uno y los otros son el arzobispo de Cantórbery (que ejerce como presidente del CCA), la Conferencia de Lambeth de los Obispos Anglicanos y la Reunión de los Primados. Él sugiere que debe preguntarse cómo los instrumentos “hablan con autoridad habilitante”.

Ha sido una “gran bendición para nuestra Comunión” que la Reunión de los Primados y del CCA hayan comisionado una “labor proactiva” en áreas tales como educación teológica, la Alianza Anglicana y los proyectos de la Biblia en la vida de la Iglesia e Indaba Continuo, afirmó.

Esa labor surgió del deseo de parte de algunos de los instrumentos de posibilitar la misión y el ministerio en la Comunión, “es decir, no simplemente de reaccionar, o enmendar, sino de cambiar una situación intentando ser creativos”.

Los miembros del CCA deben considerar cómo todos los instrumentos pueden ser “más plena y efectivamente liberados” por esa tarea habilitante “porque de una manera u otra todos los instrumentos de la Comunión están obstaculizados, son menos de lo que podrían ser”.

Él sugirió que las recientes expectativas tanto de la Reunión de los Primados como la Conferencia de Lambeth han sido “excesivamente optimistas o excesivamente cínicas”.

“Ambas reacciones han inhabilitado lo que esas reuniones pueden hacer”, dijo Williams.

El arzobispo agregó que la Comunión se encuentra en un “momento prometedor” porque sus líderes están planteando de qué manera los instrumentos “nos ayudan a ser la Iglesia”.

“Adviertan que no digo ‘nos ayudan a ser una iglesia’, es decir, a ser una institución más estrictamente organizada, sino a ser la Iglesia, el cuerpo de Cristo”, recalcó. “En otras palabras, los instrumentos existen para que nuestra familia anglicana y nuestros fieles anglicanos le muestren al mundo que la nueva creación es verdaderamente nueva, que la Iglesia es verdaderamente diferente”.

Las redes son la prueba de que “Dios está suscitando en nuestra Comunión formas de actuar profundamente diferentes”, afirmó el arzobispo, las cuales no resolverán de inmediato los problemas que él esbozara al comienzo de su alocución.

Pero las innovaciones de las redes, a tono con la orientación de Dios, “deberían al menos decirnos que Dios no espera necesariamente hasta que hayamos resuelto nuestros problemas para habilitarnos a ser discípulos efectivos”.

Si los anglicanos tuviéramos que comparecer ante el trono de Dios y responder por qué no predicamos el evangelio ni servimos a los pobres “sería una respuesta muy mediocre… [si] decimos que tuvimos muchos problemas internos que resolver y que no pudimos llegar a decidir quién tenía la autoridad para pronunciarse sobre eso”.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.