Nuestra ‘identidad, destino y llamado’ es vivir juntos en el amor de Dios, dijo Williams

La Eucaristía entreteje tres tikangas en la experiencia de la diversidad

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Oct 29, 2012

El Consejo Consultivo Anglicano comenzará su reunión formalmente el 29 de octubre (hora local) en la catedral de la Santa Trinidad [Holy Trinity Cathedral] en Auckland, donde el 28 de octubre los miembros [del Consejo] se unieron a los anglicanos locales para celebrar la Eucaristía. Foto para ENS de Mary Frances Schjonberg

[Episcopal News Service — Auckland, Nueva Zelanda]El arzobispo de Cantórbery, Rowan Williams, le pidió a una multitud que desbordaba la catedral de la Santa Trinidad en esta ciudad el 28 de octubre (hora local) que oraran porque los miembros del Consejo Consultivo Anglicano y todos los anglicanos redescubrieran lo que significa depender de la certeza de que Dios ama al mundo sin reservas y sin condiciones”.

Una redifusión del sermón de Williams puede encontrarse aquí.

La Eucaristía tuvo lugar el segundo día de la reunión del CCA que se extiende del 27 de octubre al 7 de noviembre, y se celebró en maorí, tongano e inglés. La presidieron los  arzobispos William Brown Turei, David Moxon y Winston Halapua, que dirigen la Iglesia Anglicana en las tres tikangas de Aotearoa, Nueva Zelanda y Polinesia.

El 28 de octubre, en la catedral de la Santa Trinidad de Auckland, un niño espera recibir la comunión de manos Te Kitohi Pikaahu, obispo de Tai Tokerau. Foto para ENS de Mary Frances Schjonberg

La liturgia incluyó música tradicional así como música eclesiástica más orientada hacia la Nueva Zelanda autóctona o Aotearoa . Por ejemplo, el Benedicté Aotearoa, llama a todos “maoríes y pakehas , mujeres y hombres, todos los que habitan la tierra de la larga nube blanca: todos ustedes santos y mártires del Pacífico Sur”, así como los “delfines y los kahawais  [salmones], leones marinos y cangrejos, anémonas de coral, pipíes [moluscos] y camarones… kiwis y gorriones” a “dar a nuestro Dios gracias y alabanza”.

Al predicar sobre la lectura del Evangelio del día (Juan 15:17-27), Williams advirtió a la congregación que no malinterpretara las palabras de Jesús sobre el odio del mundo a los que él ha elegido como una simple dicotomía del mundo que odia a Jesús y por consiguiente a la Iglesia. Por el contrario, afirmó, el pasaje contiene “un reto muy marcado a la Iglesia; no se trata solo de poder consolarnos a nosotros mismos cuando no le gustamos a la gente”.

Ese reto, agregó, parte de la idea de que el amor del mundo es condicional y está destinado sólo a las personas que pertenecen [a nuestro grupo], “que son como uno”. Pero el amor encarnado por Jesús y “los amigos de Jesús” son para todo el mundo, no está reservado sólo para personas de ideas afines.

“Es un amor que persevera cuando no es correspondido”, dijo Williams. “Es un amor que se derrama de manera extravagante sobre los que no inspiran amor. Por si acaso se lo preguntaran, los que no inspiran amor en este caso no son ellos, somos nosotros”.

Por tanto, recalcó, el reto de la Iglesia consiste en “repensar el amor, repensar el sentido de pertenencia” en lugar de simplemente elegir quién puede pertenecer a partir de que sean personas muy simpáticas y de que pueda esperarse que les caigamos bien.

Después de la Eucaristía del 28 de octubre en la catedral de la Santa Trinidad de Auckland, el arzobispo de Cantórbery, Rowan Williams, salió afuera a saludar a los feligreses, a posar para fotos con ellos y a firmar autógrafos. Foto para ENS de Mary Frances Schjonberg

“Hemos logrado salir y crear cada vez más [nexos de] pertenencia con personas que no pertenecen”, resaltó el arzobispo, añadiendo que la Iglesia debe “extender irrazonablemente nuestra bienvenida, nuestra compasión, nuestra jubilosa comprensión a todo el mundo y vivir con las consecuencias, ciertamente muy desordenadas, de esa actitud”.

Williams dijo que la “familia anglicana” da gracias por el ejemplo “de la lucha y el éxito” de la Iglesia en Aotearoa, Nueva Zelanda y la Polinesia “que los anglicanos aquí se las han arreglado para mantener juntos un profundo sentido de pertenencia… los unos con los otros y con el mundo”.

Williams sugirió que la Iglesia y sus miembros pueden enfrentar el desafío que el Evangelio les presenta acordándose de que Jesús les recuerda a sus amigos en la Última Cena que ellos han estado con él desde el principio. “El principio”, explicó Williams, quiere decir el principio del tiempo, no sólo el comienzo del ministerio de Jesús”.

“Dios nos ama desde el principio, antes de que perteneciéramos a nada, antes de que hiciéramos algo, antes de que lográramos algo, incluso antes de que creyéramos en algo, Dios nos amaba. Desde el principio estuvimos allí”, señaló.

Por consiguiente, todo el mundo y todos sus habitantes están igualmente vinculados en el “inmenso misterio de la efusión que Dios hace de sí mismo en la creación y en el amor redentor”, dijo y puede no haber ninguna división entre la Iglesia y el mundo porque “nuestra identidad, nuestro destino [y] nuestro llamado se sostienen en ese acto eterno”.

“No es que el amor de Dios nos recompense por lo que hacemos. Es que el amor de Dios nos hace lo que somos. Nuestra tarea no consiste en hacernos amables… nuestro quehacer consiste en crear la pertenencia que la palabra de Dios quiere,  conectar, inflamar a todo lo que nos rodea con el reconocimiento de un amor irrazonable, universal [y] abrumador. Para eso es que existe la Iglesia”.

La Rda. Linda Murphy, diácona vocacional de la Misión de la Ciudad de Auckland, lee el Evangelio el 28 de octubre durante la Eucaristía celebrada en la catedral de la Santa Trinidad.

“La Iglesia es todo lo que en nosotros dice ‘sí’ al insensato amor de Dios, que se extiende en la misión”, dijo Williams. Ese “sí”, agregó, puede ser un antídoto a la tendencia humana de “tratar constantemente de retraerse de las tremendas implicaciones del Evangelio”.

El arzobispo le pidió a los presentes que oraran para que el CCA y todos los anglicanos tuvieran en los próximos días “un redescubrimiento como anglicanos de ese misterioso sentido de estar allí desde el principio” y de la consecuente identidad común de haber estado envueltos en el “inmotivado” amor de Dios desde el mismo principio.

Si los anglicanos pueden recobrar ese sentido, “entonces nuestra maravillosa, polémica, diversa [y] desordenada Comunión Anglicana testificará en el espíritu de verdad que proviene del Padre”, concluyó Williams.

Antecedentes del CCA
El CCA es uno de los cuatro instrumentos de la Comunión. Los otros son el arzobispo de Cantórbery (que sirve como presidente del CCA), la Conferencia de Lambeth de Obispos Anglicanos y la Reunión de los Primados.

Instituido en 1969, el CCA incluye a clérigos y laicos, al igual que a obispos, entre sus delegados. La membresía [del CCA] consta de una a tres personas de cada una de las 38 provincias de la Comunión Anglicana, dependiendo del tamaño de la feligresía de cada provincia. En los casos donde hay tres miembros, hay un obispo, un presbítero y un laico. En los casos donde se nombran menos miembros, la preferencia se le da a los laicos. La Constitución del CCA puede encontrarse aquí.

El Consejo se reúne cada tres o cuatro años y la reunión de Auckland es la 15ª desde su creación.

La Iglesia Episcopal está representada por Josephine Hicks, de Carolina del Norte; la Rda. Gay Jennings, de Ohio y el obispo Ian Douglas de Connecticut.

Jefferts Schori asiste a la reunión en su carácter de miembro del Comité Permanente de la Comunión Anglicana, que se reunió antes del comienzo de la reunión del CCA. Douglas también es miembro del Comité Permanente.

La cobertura previa que ha hecho ENS de la 15ª reunión del CCA se encuentra aquí.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.