Hacia Sudán del Sur para escapar del genocidio

Por Robin Denney
Posted Oct 12, 2012

 

Vista aérea del campamento de refugiados en Yida. Foto de Robin Denney.

[Episcopal News Service] Yida, el mayor campamento de refugiados de Sudán del Sur, se extiende por kilómetros. Es el hogar de más de 64.000 de los 206.000 refugiados de la República del Sudán que han huido de los bombardeos y las agresiones contra civiles llevadas a cabo por el gobierno de Jartum desde junio de 2011. El campamento de Yida mismo fue bombardeado el 10 de noviembre de 2011 con un saldo de 12 refugiados muertos.

A sólo 20 kilómetros de la volátil frontera entre Sudán y Sudán del Sur, el campamento de Yida presencia un flujo constante de casi 200 refugiados por día, que vienen de la región de las montañas de Nuba (estado de Kordofán del Sur) en el Sudán. Grupos rebeldes en los estados de Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul se han unido contra el gobierno de Jartum, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF, por su sigla en inglés), que atacan indiscriminadamente a rebeldes y civiles en esas zonas.

“Matan a todo el mundo, cristianos y musulmanes. Queman casas, iglesias y escuelas. Matan a la gente. Lanzan bombas. Hace sólo dos días los soldados llegaron a mi zona [en las montañas de Nuba] y mataron a una persona y quemaron algunas casas”, dijo el Rdo. Ameka Yousif, un pastor que ha vivido en el campamento de Yida desde febrero. “[En las montañas de Nuba] cuando la gente ve los aviones corre a esconderse. Los bombardeos ocurren casi todos los días”.

Algunos niños se reúnen en una iglesia de la Iglesia Episcopal de Sudán en el campamento de refugiados en Yida. Foto de Robin Denney.

El campamento de Yida sigue creciendo, en tanto los ataques de parte de las SAF en las montañas de Nuba  han aumentado en intensidad durante el último mes. La ONU espera que la población del campamento ascienda a 90.000 personas para fines de año.

En enero de 2011, se celebró un referendo en el que los ciudadanos del sur del Sudán decidieron por abrumadora mayoría separarse del norte y convertirse en una nación independiente. Seis meses después, el 9 de julio de 2011, nació la República de Sudán del Sur. El referendo quedó especificado en un Acuerdo de Paz Global (CPA, por su sigla en inglés) —firmado en 2005 entre el gobierno del Sudán, en el norte, que tiene su sede en Jartum, y el Movimiento Popular de Liberación del Sudán en el sur— que le puso fin a una guerra civil que duró décadas, que le costó la vida a más de 2 millones de personas y se calcula que desplazó a otros 7 millones.

Aunque las condiciones en el terreno han mejorado en gran parte del Sudán del Sur desde el referendo, el conflicto a lo largo de la frontera, especialmente en las zonas en disputa, se ha intensificado.

Provenientes de algunas aldeas en las montañas de Nuba, comunidades enteras se han mudado a Yida, explicaba Yousif. “Pero algunas personas rehúsan irse. Dicen ‘éste es mi lugar, moriré aquí’”.

Cuatro mil miembros de la Diócesis de Kadugli de la Iglesia Episcopal del Sudán residen ahora en el campamento de Yida. Tienen cuatro iglesias organizadas en diferentes partes del campamento, y siete sacerdotes. Las iglesias de la IES están compuestas de muchas tribus que adoran juntas. Se apoyan unos a otros en oración y ayuda a los más vulnerables entre ellos, especialmente las viudas y los huérfanos.

“La Iglesia está creciendo, he bautizado a cuarenta nuevos creyentes este mes”, dijo el Rdo. Ali Haroun, pastor principal de la IES en Yida. Cuando le preguntan por qué la gente asiste a la iglesia en este lugar desesperado, Haroun respondió: “ven como nos cuidamos mutuamente”.

La clínica sanitaria gratuita dirigida por la Iglesia Episcopal del Sudán en el campamento de refugiados de Yida. Foto de Robin Denney.

Las condiciones en el campamento son precarias. En julio, la tasa de mortalidad diaria fue de tres muertes por cada 10.000 niños menores de cinco años, y una muerte por cada 10.000 adultos. En agosto, la tasa se redujo a una muerte por cada 10.000 niños por día, lo cual, según datos de la ONU, es el umbral de la situación de emergencia.

“La ración de alimento,  cuatro latas de sorgo por persona al mes, no es suficiente”, dijo Yousif. “La gente cambia parte de su sorgo por sal y jabón, y luego la ración se le acaba antes del mes. Moler también resulta caro, por consiguiente muchas personas sencillamente mastican los granos”.

Hay varios puestos médicos en Yida donde las personas pueden ser atendidas, pero las colas son largas.

“A veces las personas pueden estar esperando el día entero y les dicen que regresen el día siguiente. El día siguiente puede ser demasiado tarde para ellos”, dijo Kukuri Mathias, enfermera y miembro de la IES.

En Yida hay siete enfermeras titulares y seis auxiliares que son miembros de la IES. En respuesta a la urgente necesidad de atención médica, administran una clínica gratuita. Levantaron una sencilla estructura de paja con dos camas donde pueden ingresar a pacientes. Con donaciones de los refugiados, enviaron a alguien que recorrió tres días a pie a través de un territorio inundado para llegar a Pariang, el pueblo más cercano a Yida, para comprar medicinas. Estas medicinas ahora se han terminado.

La Agencia Sudanesa de Desarrollo y Socorro (SUDRA, por su sigla en inglés), con la cooperación de Ayuda y Desarrollo Episcopales y de Esperanza Internacional, busca obtener más apoyo para los refugiados de Yida. Al presente, algunos medicamentos de SUDRA están en camino a Yida. Ayuda y Desarrollo Episcopales no tardará en enviar asistencia adicional en apoyo al trabajo que la SUDRA realiza allí. Pero se necesita más.

Puesto que Yida se clasifica como un campamento provisional, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (UNHCR, por su sigla en inglés) no ofrece ayuda para la agricultura o la educación. Desesperados por obtener más comida, los refugiados en Yida han plantado alrededor de sus casas semillas que trajeron consigo desde las montañas de Nuba, pero las herramientas disponibles son escasas y se encuentran dispersas. Ansiosos de educarse, los refugiados han organizados escuelas comunitarias, con maestros voluntarios. La mayoría de los maestros carece de la preparación adecuada, y los materiales son tan pocos que más de cien personas se enraciman en torno a un pequeño pizarrón. Estas escuelas improvisadas sirven tan sólo a una pequeña fracción de los que desean educarse.

Una escuela organizada por la comunidad ofrece instrucción en el campamento de refugiados de Yida. Foto de Robin Denney.

“Mi primera prioridad es la educación, y la segunda es la agricultura” reportó el obispo Andudu Adam Elnail, obispo de la diócesis de Kadugli, que incluye las montañas de Nuba, luego de su reciente visita al campamento de Yida. La mayoría de las personas de la diócesis de Kadugli se encuentran desplazadas, ya sea en el campamento o en las montañas”.

Las fuerzas del gobierno quemaron los edificios de la catedral y de las oficinas diocesanas de la diócesis de Kadugli hace más de un año. También querían matar al obispo, pero él se encontraba en Estados Unidos en ese momento donde había ido a recibir tratamiento médico. Mientras se encontraba en EE.UU., testificó ante el Subcomité sobre África de la Cámara de Representantes, ocasión en la que dijo: “si no hubiera estado aquí hoy para testificar ante ustedes, no sé si estaría ahora en una fosa común en Kadugli”.

La guerra civil en Sudán se extendió más allá de las montañas de Nuba, para incluir también los estados de Darfur y de Nilo Azul. Aproximadamente 655.000 sudaneses se han visto desplazados de los estados de Nilo Azul y Kordofán del Sur.

Mukesh Kapila , ex coordinador  de la ONU para el Sudán, dijo que el conflicto actual en Kordofán del Sur es aun peor que el famoso genocidio de Darfur que comenzó en 2003. Pruebas videográficas encontradas por los rebeldes y divulgadas por Al Jazeera muestran a soldados del gobierno recibiendo instrucciones de que no dejaran vivo a nadie. El Proyecto Basta también ha reunido pruebas de fosas comunes. Debido a que la ONU y las organizaciones humanitarias han sido excluidas de la zona por el gobierno de Jartum, no hay cifras sólidas respecto a las miles de personas que han muerto. Pero resulta clara que se requiere una acción urgente de parte de la comunidad internacional para frenar la violencia y garantizar la ayuda humanitaria.

– Robin Denney de la Diócesis de El Camino Real fue misionera episcopal en el Sudán de 2009 a 2011 y sirvió como asesora de agricultura a la Iglesia Episcopal del Sudán. Regresó recientemente a Sudán del Sur para visitar algunos proyectos agrícolas de la Iglesia y el campamento de refugiados de Yida.

Pasos a seguir que se sugieren:

  • Orar por la Diócesis de Kadugli, por el obispo Andudu y por todos los desplazados por el conflicto en el Sudán.
  • Hacer donaciones a Ayuda y Desarrollo Episcopales para apoyar la campaña de socorro en el campamento de Yida, y otros campos de refugiados en Sudán del Sur.
  • Mantenerse informados mediante los noticieros en Internet, o suscribiéndose a los comunicados masivos semanales por internet de Amigos Americanos de la Iglesia Episcopal del Sudán (AFRECS, por su sigla en inglés) E-Blasts@afrecs.org.