Los clérigos a veces quebrantan la ley por causa de la justicia

Por Sharon Sheridan
Posted Sep 19, 2012

El Rdo. Richard Aguilar, el Rdo. Jack Stanton y Claudino “Tito” Rosario, miembro del sindicato Unite Here, de la oficina local 362 en Orlando, Florida, esperan ser arrestados en la manifestación el 8 de mayo en apoyo de los trabajadores de un casino que fueron despedidos. Foto de Ari Romer

[Episcopal News Service] El Rdo. Jack Stanton es un veterano de las manifestaciones de los derechos civiles y de la guerra de Vietnam. Pero él dio un paso más en mayo cuando se prestó voluntariamente a que lo arrestaran durante una protesta a favor de los trabajadores de un casino que habían sido despedidos por organizar un sindicato en Hallandale Beach, Florida.

Otros clérigos, episcopales entre ellos, también desfilaron en la manifestación. “Yo di el paso adicional de ofrecerme para ser arrestado porque creí que llamaría más la atención a lo que estábamos haciendo, y resultó ser así”, dijo Stanton, de 75 años, sacerdote asociado en la catedral Episcopal de La Trinidad [Trinity] en Miami. Fue arrestado junto con el Rdo. Richard Aguilar, otro sacerdote de la Diócesis de Florida Sudoccidental que desde entonces abandonó el ministerio parroquial para trabajar como organizador sindical. “Estábamos allí para salir en la foto”.

El ser arrestado no es algo que aparezca en las hojas de vida de la mayoría de los sacerdotes, pero, a lo largo de los años, una pequeña pero constante corriente de sacerdotes episcopales, y algunas veces de obispos, han participado en actos de desobediencia civil como un modo de “luchar por la justicia y por la paz entre todos los pueblos” en el intento de vivir a la altura de su Pacto Bautismal. Más recientemente, algunos se han unido al movimiento Ocupar, que cumple su primer aniversario el 17 de septiembre. Otros han sido arrestados en protestas contra guerras, o políticas medioambientales o laborales.

“Yo diría que es una presencia constante, pero pequeña a lo largo del tiempo, desde los tiempos de las protestas antibélicas” de la era de la guerra de Vietnam, dijo Mary Miller, que recientemente se jubiló como coordinadora de Consulta [Consultation] una institución genérica que agrupa a organizaciones que luchan a favor de la paz y la justicia, y que antes sirviera como secretaria ejecutiva de la Fraternidad Episcopal de la Paz [Episcopal Peace Fellowship]. “EPF participó activamente en cosas tales como las misas del Pentágono”.

Durante las misas, pequeños grupos comenzarían a celebrar la Eucaristía en el vestíbulo principal del Pentágono, explicó ella.  “Inevitablemente, serían arrestados luego de que les pidieran que salieran y ellos no lo hicieran”.

La desobediencia civil es “parte de nuestra tradición… Creo que esta tendencia ha estado siempre en el anglicanismo”, dijo. Hay muchísima gente que argüiría que esto es lo que Jesús hacía y enseñaba, y nosotros lo afirmamos. No ha sido desde los primeros tiempos la tendencia dominante en nuestra historia, al menos no desde Constantino, pero el testimonio siempre ha estado ahí.

“Y siempre ha sido cuestionado por la dirigencia en cualquier tiempo dado”, agregó, haciendo notar que a Paul Jones, obispo de Utah, “lo expulsaron de la Cámara de Obispos durante la primera guerra mundial” por ser pacifista.

Participar en un acto de desobediencia civil es un asunto de convicción personal de parte de un sacerdote o de un obispo, dijo el Rdo. Brian Grieves, director jubilado del ministerio de paz y justicia de la Iglesia Episcopal, que incluye la Oficina de Relaciones Gubernamentales en Washington, D.C.

“No puedo recordar que la Iglesia haya dicho jamás nada en la Convención General acerca de la desobediencia civil per se  como un tema de política”, afirmó. “Creo que para muchas personas de la Iglesia es la forma consagrada de resistencia no violenta a problemas de conciencia”.

“No somos una Iglesia tradicionalmente pacifista como los menonitas o los cuáqueros”, dijo Grieves. “Pero… aunque no hay ningún enunciado oficial, yo sí creo que, teológicamente, existe un vigoroso planteamiento a favor de las formas no violentas de resistencia en materia de conciencia y que la Iglesia tiene al respecto una vigorosa tradición, incluso si no es oficial, y considero que es parte de lo que somos”.

Símbolo poderoso
El calendario episcopal de los santos incluye a Jonathan Daniels, un seminarista blanco muerto a tiros en Alabama luego de proteger a una adolescente negra cuando un auxiliar de alguacil le apuntó con una escopeta a la salida de una tienda.  A Daniels acababan de ponerlo en libertad luego de que lo arrestaran por participar en una manifestación de derechos electorales.

Si bien el laicado episcopal participa en la desobediencia civil, la imagen de personas con alzacuellos protestando y siendo esposadas puede ofrecer una convincente ilustración de la posición de la Iglesia respecto a un asunto dado.

Desde que el movimiento Ocupar comenzara en septiembre del año pasado, cientos de manifestantes han sido arrestados a través del país. Pero el arresto del obispo jubilado George Packard, de 68 años, en su sotana morada, por haber entrado sin permiso en un terreno durante una protesta que tuvo lugar el 17 de diciembre en Nueva York, atrajo particular atención como símbolo del apoyo de algunos en la Iglesia al movimiento.

El simbolismo del arresto de un clérigo “realmente importa”, dijo Miller. “Lleva al resto de nosotros a sentirnos que estamos en buena compañía y que no estamos solos”.

“Creo que seguimos siendo dependientes del clero en alguna medida cuando se trata de los rostros públicos”, subrayó. “Sigue habiendo una demanda de que los líderes de la Iglesia se pronuncien”.

Marc Andrus, el obispo de California, de 55 años, fue arrestado vistiendo sotana en 2006 por bloquear el acceso al edificio federal en San Francisco en una protesta contra la guerra de Irak.

“Estoy consciente de que un obispo es una figura pública de mucho relieve y que por participar en un acto más amplio de desobediencia civil ayudaría a llamar la atención sobre el problema de una manera que algunas personas no pueden hacerlo” afirmó.

“Mi idea era que uno tiene que ser juicioso respecto a la frecuencia y las razones por las que uno participa en un acto de desobediencia civil”, agregó. “Yo he estado en muchas manifestaciones, concentraciones y protestas y testimonios y vigilias desde entonces en torno a toda una variedad de problemas…pero no he participado en actos de desobediencia civil desde entonces”.

Ser obispo “es un orden de ministerio diferente al de un presbítero o un diácono o un laico”, siguió diciendo. “Tengo que responder ante mi diócesis y ante la Iglesia en general, pero también  tengo que responder de la manera en que uso el poder político, el poder simbólico que me ha sido dado”.

“Es más visible que el del líder de una congregación, y creo que tengo una responsabilidad de pensar bien cómo la uso”, afirmó. “No usarla nunca no es una respuesta razonable, me parece a mí”.

Andrus, que forma parte de Obispos Laborando por un Mundo Justo, dijo que estaba “encantado” de la participación de Packard en la protesta del 17 de diciembre. “Me gustaría ver más obispos activos, además de obispos jubilados, que asuman esa postura”.

Varios otros clérigos fueron arrestados junto con Packard, entre ellos el Rdo. Michael Sniffen, rector de la iglesia episcopal de San Lucas y San Mateo [St. Luke and St. Matthew], en Brooklyn, Nueva York.

“En verdad fue algo  no planeado, impremeditado”, dijo Sniffen, que asistió a la manifestación de Ocupar Wall Street el 17 de diciembre y decidió en lugar entrar en la propiedad cercada de la iglesia episcopal de La Trinidad, y arriesgarse al arresto en solidaridad con los manifestantes de Ocupar a los que él había estado apoyando. “Aún siento que hice lo correcto y que actúe conforme a los dictados de mi conciencia”.

Desde entonces, Sniffen ha participado en otras actividades locales que abordan problemas económicos. Él se unió, por ejemplo, a unos 30 clérigos, entre ellos más de media docena de colegas de la Diócesis de Long Island, para protestar por las reducciones del presupuesto de Nueva York durante una vista en el ayuntamiento.

Al igual que Andrus, Sniffen dijo que él veía sus acciones como parte de sus deberes como un líder de la Iglesia. “Si voy a hablar acerca de algo desde el púlpito y no hago algo con mi propia persona para tratar de transformar lo que aflige al pueblo de Dios, eso que es injusto, entonces en verdad que no tiene ningún sentido que hable de eso”.

“A mí me parece bastante claro que el evangelio viene a la vida cuando los clérigos están realmente comprometidos con todos los aspectos de una comunidad de vida y no sólo hablando acerca de la vida de una comunidad”, señaló Sniffen, de 31 años. “La política en este país se encuentra en una situación muy triste. Ahora con más certeza que en cualquier otro momento de mi vida, me parece importante hablar como líder de una comunidad y como líder de fe”.

Vivir el evangelio
Stanton también dijo que veía su desobediencia civil en términos bíblicos. “La idea central de la Biblia es la justicia y el llegar al oprimido y al débil.  A mí me ganó [el caso de] estos 10 obreros porque se encontraban prácticamente impotentes, y los estaban tratando brutalmente —no físicamente, pero sí lo bastante para causarle un terrible perjuicio a sus familias”.

“Jesús en su propia vida fue a la cruz. Fue a cumplir con la voluntad de Dios como una especie de protesta. Él estaba de pie allí y la recibió [la cruz] de Pilato”, dijo Stanton, quien afirma que él miraba al Rdo. Martin Luther King y a otros manifestantes de [la lucha por] los derechos civiles como un ejemplo de esto. “Ellos sabían que iban a ser arrestados, pero no iban a detenerse, porque sabían que tenían la verdad de su parte. Ellos asumieron el castigo”.

“Para mí… ése es el testimonio de la Biblia y el de Jesús, y creo que en mi propia vida debo mostrar eso”.

El Rdo. Joshua Griffin es arrestado en el congreso estatal de Montana durante una protesta contra la explotación minera y la exportación de carbón. Foto de Rae Breaux.

El Rdo. P. Joshua Griffin, arrestado en agosto como parte de una protesta contra los planes de comenzar la explotación de minas de carbón en Otter Creek, Montana, y embarcarlo a los puertos de la costa occidental para exportarlo al extranjero, dijo que había encontrado apoyo para esta acción dentro de la Iglesia y en su teología.

“Una razón por la que me sentí llamado a participar en esta acción fue realmente porque, como sacerdote, soy llamado a ser obediente a las enseñanzas de nuestra Iglesia y a los que tienen autoridad y liderazgo espiritual”, dijo, y citó en particular  el “lenguaje muy convincente” de la carta de la Cámara de Obispos en 2011 desde Quito, Ecuador, en que instaban a todos los episcopales a laborar  por un clima de justicia, y a la aprobación de la Resolución B023 de la Convención General en julio que llamaba a la Iglesia “a resistir el desarrollo y la expansión de las fuentes de combustible fósil cada vez más poco convencionales, peligrosas y ambientalmente destructivas y a progresar hacia la conversión de fuentes más sostenibles”.

“Siento que mi trabajo en Montana y la participación en este evento fueron en directa obediencia a esta enseñanza de nuestra Iglesia”, dijo Griffin, también de 31 años, presbítero asociado en la iglesia episcopal de San David de Gales [St. David of Wales] en Portland, Oregón, y ex misionero de justicia medioambiental de la Diócesis de California. “Me entusiasma mucho que la política oficial de nuestra Iglesia sea la de resistir esta clase de males”.

La desobediencia civil “es una tradición muy antigua en la Iglesia Episcopal”, dijo Griffin, quien también fue arrestado tres veces mientras trabajaba en California. Él identificó a su mentor como el capellán de su universidad, el Rdo. Canónigo Henry Atkins, que una vez fue capellán de los Panteras Negras, laboró para integrar las iglesias del Sur durante el movimiento de los derechos civiles y escondió a refugiados centroamericanos en una iglesia de Nueva Jersey en los años ochenta.

Una razón por la cual él sabía que tenía un hogar en la Iglesia Episcopal era por su compromiso [de la Iglesia] con la Encarnación y la “política encarnacional”, señaló Griffin. “Sabía que estaba llamado a hacer esta obra, y sabía que encontraría apoyo”.

El Rdo. Jim Lewis hizo servicio comunitario en un camión de recogida de basuras luego de ser arrestado por protestar contra la guerra de Irak. Foto de Mike Youngren.

El Rdo. Jim Lewis, de Charleston, Virginia Occidental, activista durante mucho tiempo y quien cumplirá 77años el 1 de octubre, ha sido arrestado mientras protestaba de las actividades de EE.UU. en América Central, por apoyar una huelga de los mineros de carbón en Virginia, por protestar la financiación de la guerra de Irak y por ayudar a obreros avícolas inmigrantes en Delaware. Ordenado en 1964, participó en las manifestaciones a favor de los derechos civiles, pero no se involucró en actos de desobediencia civil hasta los años ochenta.

“Fui a América Central y vi a personas que estaban siendo devastadas por la política de EE.UU.”, dijo. “Regresé diciendo, ‘debemos cambiar la política de EE.UU. Tenemos que dejar de financiar esta matanza’”.

Él fue arrestado en una oficina congresional en Michigan, porque “sentí como si se exigiera algo más de mí en ese punto: poner mi cuerpo en la trinchera… No es que creyera que era algo mejor de lo que había hecho en el pasado. Simplemente fue casi una evolución natural para mí”.

Lewis dijo que le gustaría ver a más clérigos participando en [actos de] desobediencia civil, pero reconoce que no todo el mundo está llamado a esa acción.

“Me parece que hay un momento en que los clérigos deben quedarse al margen de esto”, resaltó. “No todo el mundo es llamado a hacer esto, pero creo que algunos de nosotros sí lo están”.

“No lo veo como ningún timbre de honor. No es una condecoración de Dios y la patria… Lo veo simplemente como otro paso hacia el centro del terreno, si estás llamado a hacer eso y a dar tu testimonio. Pero no lo veo como un movimiento masivo en la Iglesia Episcopal”.

El reto de la no violencia
Mirando retrospectivamente, Stanton dijo que él creía que más clérigos habían participado en actos de desobediencia civil durante el movimiento en pro de los derechos civiles.

Pero el Rdo. Canónigo Edward Rodman, activista de los derechos civiles, dijo que “en general los clérigos no fueron particularmente notables…  por su compromiso con la no violencia. Fueron muy buenos en lo que respecta a la desobediencia civil, y creo que debe hacerse una distinción muy clara. La desobediencia civil conlleva la disposición a ser arrestado. Montones de personas estaban dispuestas a ello, pero no estaban necesariamente preparadas para recibir una paliza, y ésa es la verdadera diferencia”.

“Hubo muchos clérigos de esa era que eran muy valientes y que no por ello participaron directamente en el movimiento, pero que se plantaron y realizaron actos de valor, de tal manera que eso no puede descartarse”, apuntó.

Rodman, de 70 años, ha participado en la preparación antirracista de la Iglesia Episcopal y es profesor de la cátedra John Seely Stone de teología pastoral y ministerio urbano en la Escuela Episcopal de Teología de Cambridge, Massachusetts.

“La mayoría de mis actos de desobediencia civil y de mis arrestos tuvieron lugar mientras estaba en la escuela secundaria y en la licenciatura, no después de ingresar en el seminario y luego de éste”, explicó. “Fui más un entrenador y un consejero en este tiempo”.

Y él sigue desempeñando ese papel. “Aquí en Cambridge, tenemos un grupo realmente magnífico de gente vieja como yo que vivieron los movimientos de los derechos civiles y de la paz… Hemos organizado un colectivo para intentar ayudar a los jóvenes anarquistas y a otros que tratan de discernir lo que es apropiado de lo que no lo es en el área de la desobediencia civil y qué clase de compromiso espiritual serio uno tiene que tener.

“Yo diría que la diferencia fundamental entre entonces y ahora es el hecho de que este grupo más joven realmente no entiende eso”, apuntó él. “Es mucho más impaciente, y yo diría que son temerarios; el término que usaría es ése, porque la mayoría de ellos son privilegiados, no se dan cuenta del grado en que la opresión y la violencia puede llover sobre ellos si no son cuidadosos. Creo que algunos de ellos adquirieron esa amarga experiencia en Oakland”, dijo, refiriéndose a los violentos enfrentamientos con la policía durante las manifestaciones del movimiento Ocupar en California.

Durante el movimiento por los derechos civiles y los primeros tiempos de las protestas contra la guerra de Vietnam, señaló él, “había una continuidad en el …compromiso espiritual con la disciplina de la no violencia y su estudio y el entrenamiento que le seguía”.

“En verdad, la gente de Ocupar, dicho en su mérito, aprendieron la lección fundamental de cualquier movimiento de cambio social no violento, y ésa es la noción del liderazgo compartido”, agregó. “Se trata del pueblo que se esfuerza en tomar las decisiones y no la estrella que se prepara para ser asesinada”.

– Sharon Sheridan es corresponsal de ENS. Traducido por Vicente Echerri.