La nación le rinde tributo a Neil Armstrong, un icono mundial

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Sep 17, 2012

Neil Armstrong le sonríe a la cámara luego de regresar al modulo comando del Apolo 11, el 20 de Julio de 1969, después de haber pasado dos horas y media en la luna.

[Episcopal News Service] Estados Unidos rindió tributo “al primer ser humano que caminó en otro mundo” con un oficio en la Catedral Nacional de Washington el 13 de septiembre en que se combinaron la Escritura, una voz del pasado, panegíricos, himnos tradicionales y Frank Sinatra.

Neil Armstrong, de 82 años “puede ahora finalmente tender la mano y tocar el rostro de Dios”, dijo en el oficio Eugene A. Cernan, comandante de la misión Apolo 17 y el último hombre que caminó en la luna.

Armstrong falleció el 25 de agosto de complicaciones resultantes de procedimientos cardiovasculares, según una declaración de su familia. Lo habían sometido a una cirugía de bypass coronario a principios de agosto en Cincinnati, Ohio, cerca de donde vivía. Un oficio de recordación privado se celebró allí el 31 de agosto.

Armstrong, quien fuera piloto de la Armada, será sepultado en el mar el 14 de septiembre. El lugar y los detalles no han sido dados a conocer; sin embargo, una versión de ese oficio puede verse aquí.

La catedral estaba llena de personas que oyeron referirse a Armstrong, durante el oficio, como un hombre humilde que nunca procuró ser el centro de atención, incluso después de haber hecho historia por ser la primera persona que pusiera pie en la luna. El 20 de julio de 1969, Armstrong y su copiloto, el coronel Edwin E. “Buzz” Aldrin Jr. alunizaron en el Águila [Eagle] el módulo lunar del Apolo 11, en una franja cercana a la costa sudoccidental del llamado Mar de la Tranquilidad.

El vitral del espacio de la Catedral Nacional de Washington tiene un pequeño fragmento de roca lunar en su pieza central. Neil Armstrong y sus compañeros astronautas del Apolo 11, Buzz Aldrin y Michael Collins, presentaron la astilla de basalto —de aproximadamente 3.600 millones de años— a la catedral en 1974. Foto/Catedral Nacional de Washington.

La primera lectura bíblica durante el oficio fue Éxodo 3:1-5, en la cual Moisés es transformado para siempre por su encuentro con Dios en la zarza ardiente. Mariann Edgar Budde, obispa de la Diócesis de Washington, dijo durante su homilía que la mayoría de las personas supusieron que el momento definitorio [del encuentro con Dios en la zarza ardiente] de Armstrong fueron las dos horas y media que pasó en la luna.

Sin embargo, dijo ella, el astronauta minimizaba esa experiencia y, en su lugar, hablaba con frecuencia de su percepción de la frágil apariencia de la Tierra  vista desde su nave espacial. Armstrong laboró —añadió la obispa— “por la supervivencia del único planeta que los seres humanos llaman su hogar”.

Charles F. Bolden Jr., el administrador de la NASA, llamó a Armstrong “un verdadero héroe americano” y un servidor valiente y humilde que nunca dejó de soñar”.

Cernan, que se refirió a Armstrong como “un icono mundial” y “el primer ser humano que caminara en otro mundo”, dijo que el astronauta se consideraba “la punta de la flecha” lanzada por los 400.000 empleados de la NASA que, junto con el pueblo norteamericano, le dieron “la oportunidad de llamar a la luna su casa”.

Mucho se comentó en su momento de que el medidor de combustible del módulo lunar indicaba que [el tanque] estaba vacío antes de que Armstrong y Aldrin alunizaran. Cernan dijo que cuando a Armstrong le preguntaron tiempo después sobre esos momentos, él había contestado: “Bueno, cuando el medidor indica que está vacío todos sabemos que todavía quedan un galón o dos’”. El público se rió mientras Cernan recordaba el comentario.

Él contó como en cada uno de los tres viajes que él, Armstrong y su compañero astronauta Jim Lovell hicieron a Afganistán e Irak a visitar a los soldados, a Armstrong le preocupaba menos su estatus de celebridad que la comida de las tropas.

“Él encarnaba todo lo bueno y todo lo grande de Estados Unidos”, dijo Cernan.

El ex secretario del Tesoro, John W. Snow, se refirió a la leyenda como un amigo y “un hombre con un sentido inusualmente claro y firme de su llamado en la vida”, no como astronauta, sino como ingeniero [aeroespacial] que quería perfeccionar su vuelo.

“Creo que él, en verdad, había sido puesto en la tierra para volar”, dijo Snow, quien llamó a Armstrong “el más renuente de los héroes”.

Neil Armstrong habla en el 50°. Aniversario del primer vuelo especial de John Glenn en febrero de 2012.

El astronauta Michael Collins, hora mayor general jubilado de la Fuerza Aérea y quien permaneció en órbita mientras Armstrong y Aldrin estaban en la luna, dirigió las oraciones durante el oficio. Él le dio gracias a Dios “por tu siervo Neil Armstrong, quien con valor y humildad fue el primero en poner pie en la luna. Siguiendo su ejemplo, líbranos de arrogancia, para que no olvidemos que nuestros logros se sustentan en ti; y por la gracia de Espíritu Santo, protege nuestros viajes más allá de los confines de la tierra, de manera que siempre podamos gloriarnos de la maravilla de tu creación”.

La procesión del oficio entró con el himno congregacional “Alabad al Rey del cielo” [Praise, my Soul, the King of Heaven], que, en la versión inglesa incluye las palabras “sol y luna, inclínense ante él, moradores todos del espacio y del tiempo”.

La primera lectura fue una grabación de un fragmento del discurso del presidente Kennedy que se conoce como “discurso de la luna” pronunciado el 12 de septiembre de 1962, en la Universidad de Rice, en Houston, Texas. Durante ese discurso, Kennedy hizo un llamado a que los norteamericanos llegaran a la luna antes de que finalizara la década del 60.

“Al tiempo de zarpar pedimos la bendición de Dios en la más azarosa y peligrosa y grandiosa aventura en la que el hombre jamás se haya embarcado”, dijo Kennedy.

Los Cantores del Mar, de la Banda de la Armada de EE.UU.  cantaron “Potente Dios para salvar” [Eternal Father, Strong to Save], que es conocido como el Himno Naval [en Gran Bretaña y Estados Unidos] y que aparece en el Himnario de la Iglesia Episcopal [Episcopal Church’s Hymnal] de 1982 como el himno 608; y luego la cantante y compositora de jazz, Diana Krall, sentada ante un piano de gran cola, canto una sosegada interpretación de “Llévame a la luna” [Fly Me to the Moon] de Frank Sinatra.

Al comienzo de sus palabras de bendición, Budde le dijo a la congregación: “Vayan al mundo en paz; escudriñen el cosmos, es del Señor, y que el Dios de toda fortaleza les de el valor de los astronautas”.

Un video del oficio de Armstrong puede encontrarse aquí.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.