El ministerio de la mochila mantiene alimentados a los niños para que puedan aprender

Por Sharon Sheridan
Posted Sep 17, 2012

El programa Bendiciones en una Mochila incluye a feligreses de todas las edades en la iglesia del Buen Pastor [Good Shepherd] en Lexington, Kentucky. Aquí pueden verse, de izquierda a derecha, a Kathy Gross, Ken Miller y Karen Furlow en la tarea de preparar paquetes de alimento para entregarlos en una escuela primaria de la localidad. Foto de Joyce Roth.

[Episcopal News Service]Cuando la cocina comunitaria se mudó de la iglesia episcopal del Calvario [Calvary Episcopal Church] en Ashland, Kentucky, luego de 30 años de servicio, los feligreses se preguntaron a que tarea se iban a dedicar. “No tenemos ni idea de lo que debe hacerse para ayudar a nuestros prójimos necesitados. Tratemos de encontrar algo para reemplazar esto”, dijo el Rdo. Ron Pogue cuando llegó como rector interino en febrero pasado.

Pogue sugirió que el Calvario se vinculara al programa Bendiciones en una Mochila, con sede en Louisville, que proporciona paquetes de alimentos los fines de semana durante el curso escolar a niños que reciben almuerzos gratis o a precios reducidos. “Dije, ‘veamos si podemos alimentar a 100 niños’”.

“Había unos cuantos escépticos”, cuenta él.

Pero siete meses después, los miembros del Calvario se han comprometido a alimentar a 112 niños de la Escuela Primaria “Crabbe” —donde el 94 por ciento de los estudiantes tiene derecho a almuerzos gratis o a precios reducidos— a un costo de $80 por niño al año.  Ellos se dedicaron a comprar, renvasar y entregar los alimentos que no fuesen de fácil deterioro tan pronto como la escuela identifica a quienes han de recibirlos. Y esperan promesas y subvenciones adicionales que les permitirán alimentar aun a más niños, dijo Jeannie Broughton, que coordina el programa con la diácona Diane Zwick.

A través de varios programas “mochila”, algunas iglesias episcopales como la del Calvario están proporcionándoles alimentos a escolares necesitados que de otro modo podrían quedarse hambrientos los fines de semana. Más de 18 millones de niños están en situación de recibir comidas gratuitas o a precios reducidos gracias al Programa Nacional de Almuerzo Escolar, según Alimentar a América [Feeding America], pero eso sólo le da de comer a los niños los días de clases. A través del programa Mochila de Alimentar a América, cerca de 230.000 niños reciben bolsas de comida para los fines de semana que se colectan en más de 150 bancos de alimentos locales.

En la iglesia episcopal de la Trinidad [Trinity Episcopal Church] en Lawrence, Kansas, donde Pogue había servido antes como rector interino, los feligreses alimentaron el año pasado a 180 estudiantes por semana en ocho diferentes escuelas, y esperan añadir una novena escuela este año a través del programa Merienda de Mochila [BackSnack] de la Red Recolectores de Alimento Comunitario [Harvesters Community Food Network] dijo su co-coordinador Greg Hazen.

Cada dos semanas, los recolectores de Kansas City le entregan a la iglesia algunas carretillas de alimentos gratuitos. Unos 30 feligreses empacan los alimentos en bolsas plásticas —añadiéndoles usualmente algunas frutas frescas que hayan donado— y las entregan semanalmente a las escuelas que participan.

La [iglesia de] la Trinidad cobró conciencia del programa y se involucró en él gracias a la hermana de Hazen, Jeanne Fridell, directora de una escuela local. Las escuelas individuales escogen qué estudiantes han de recibir la ayuda alimentaria.

“Inicialmente elegimos las escuelas que tenían el mayor porcentaje de niños con derecho a un almuerzo gratuito o de costo reducido”, dijo Hazen.

Bendiciones en una Mochila, que alimenta a cerca de 62.000 niños en 437 escuelas de 42 estados y tres países, utiliza un modelo diferente. Pogue explicó que Bendiciones [en una Mochila] proporciona menús nutritivos, y los participantes, tales como la iglesia del Calvario se reúnen con tenderos locales que cumplan con los “requisitos de precio” [que permitan] entregar los alimentos a razón de $80 por niño durante 38 semanas. El Calvario llegó a un acuerdo con la Wal-Mart de la localidad, la cual proporcionará los alimentos a un costo de menos de $2,10 por niño y por fin de semana.

“El programa nacional Bendiciones en una Mochila cuenta con un nutricionista que se ocupa de crear los menús, de manera que estamos enviando a los hogares, con los niños, alimentos de buena calidad, no basura”.

Los feligreses elegirán los artículos que no sean de fácil deterioro, los empacarán en bolsas herméticas (Ziploc) y se las entregarán a las escuelas para que hagan la distribución individual a los estudiantes, dijo Pogue.

“Es un programa estupendamente montado que tiene un mínimo de administración y un máximo de ayuda a los niños”, afirmó Zwick, que ha presenciado la necesidad de ayuda alimentaria para los niños en el Centro para el Desarrollo Infantil de Ashland, donde ella es la presidente de la junta de fideicomisarios.

“Algunos niños sencillamente no se alimentan en sus casas de la manera en que deberían hacerlo, y se aparecen los lunes por la mañana y quieren cuatro o cinco tazones de cereal”, dijo ella. “Eso también sucede en las escuelas públicas”.

Conseguir los alimentos para los niños puede ser más fácil que convencer a la familia de que reciba la ayuda.

“El año pasado, recibí una llamada del director de un escuela de que habían sorprendido a un niño robando comida en la cafetería el lunes por la mañana. Y eso ocurrió porque el niño no había comido durante todo el fin de semana”, contó Diane Wilson, administradora parroquial en la iglesia episcopal de San Jorge [St. George’s] en Summerville, Carolina del Sur. A través de su programa Compañeros de Mochila, la iglesia alimentó a 20 niños en dos escuelas el año pasado y espera alimentar a 45 en cinco escuelas este año.

Virginia Valentín preside el programa de Bendiciones en una Mochila en la iglesia episcopal El Buen Pastor [The Good Shepherd] en Lexington, Kentucky. El programa se encuentra en su segundo año en la iglesia. Foto de José Roth.

“Le envié un correo electrónico a todo el que pude encontrar. Todo el mundo me trajo alimentos”, dijo. Pero tropezaron con un obstáculo. “Es donde interviene el orgullo. Los padres no querían el alimento. No querían la intervención de la escuela”.

Ella ve a los niños hambrientos como parte de un problema mayor. “Mi idea es que, si el niño no se está alimentando, eso significa que toda la familia no se alimenta”. El próximo paso de la iglesia, añade, es trabajar con escuelas para crear una despensa “y suministrarle alimentos a toda la familia, no sólo a los niños en sus mochilas”. También han estado discutiendo la apertura de una tienda de artículos de segunda mano.

San Jorge financia el programa —que cuesta aproximadamente $240 por niño para 10 meses— gracias a donaciones de los feligreses. “Es totalmente por fe que lo venimos haciendo todos los meses”, apunta ella. “Estamos sencillamente agradecidos de que podamos conseguirles la comida”.

Además de ayudar a niños hambrientos, los programas de mochila le ofrecen a los miembros de la iglesia un medio de participar en las tareas de acción social y en la creación [de una conciencia] comunitaria.

“Nos iniciamos en este ministerio el año pasado, y un gran número de nuestra gente participa cada semana ayudando a llenar 60 mochilas para niños”, dijo el Rdo. Brian Cole, rector de la iglesia episcopal El Buen Pastor, una de las que forma parte de Bendiciones en una Mochila en Lexington, Kentucky. “Es algo muy práctico, un activo programa asistencial de alimentos y de buscar alimentos para niños necesitados… Termina por reunir a todas nuestras generaciones aquí”.

Para Broughton, el imperativo evangélico para tales ministerios es obvio. “Nos han sido dadas instrucciones muy claras de que debemos salir… y hacer como Jesús habría hecho y cuidar de los demás”, apuntó. “Nuestra fe no es muy substancial si la mantenemos dentro de cuatro paredes”.

– Sharon Sheridan es corresponsal de ENS. Traducción de Vicente Echerri.