¿Debe exigirse la confirmación?

Por Pat McCaughan
Posted Aug 31, 2012

Mark M. Beckwith, el obispo de Newark, en el momento de imponer las manos durante un oficio de confirmación en la iglesia episcopal de San Jorge [St. George’s] en Maplewood, Nueva Jersey. Foto/Iglesia episcopal de San Jorge.

[Episcopal News Service] Cuando la Rda. Canóniga Lee Alison Crawford le dijo a los miembros de la junta parroquial que los cánones exigían que se confirmaran, un angustiado guardián menor renunció.

“Como (ex) rectora de una congregación cuya asistencia promedio el domingo estaba por debajo de 50, lo cual me daba un grupo esencial de unas 30 personas, solía descubrir por accidente que alguien no había sido confirmado”, recordaba Crawford, durante una entrevista telefónica reciente.

Ella no le aceptó la renuncia. “Le dije, tú eres una de las personas más fieles que conozco. Ya tienes una posición de liderazgo. Entiendes la iglesia. En una pequeña congregación  yo diría que la confirmación de sus líderes es algo ideal, pero la teoría y la práctica no siempre coinciden”, dijo Crawford, diputada a la Convención General por Vermont.

“Con el cambio en la teología del libro de oración de 1979, que afirma el bautismo como la raíz de todo lo que hacemos, la confirmación es un rito en busca de una teología”, agregó ella.

El requisito de la confirmación para el liderazgo fue tema de un intenso debate en la 77ª. Convención General en Indianápolis, pero no se logró mucho consenso, dijo Deborah Stokes, diputada laica por la Diócesis de Ohio Sur.

En última instancia, la Convención General rechazó o remitió a ulteriores conversaciones, varias resoluciones que propusieron la eliminación (A042, A043) o la revisión (A044) de la confirmación como requisito para el liderazgo de la Iglesia.

“Tenemos la profunda convicción de que esto es sólo el inicio del diálogo”, dijo Stokes, copresidenta del comité legislativo de instrucción, que estudió las resoluciones. “No quería perder la confirmación, y creo que todos nosotros temíamos perderla si deja de ser un requisito para algo”.

Más que eliminarla, los cambios propuestos intentaban “liberar la confirmación de ser una respuesta al bautismo, una respuesta pastoral que podría ocurrir de varias maneras en las vidas de la gente”, dijo la Rda. Ruth Meyers, profesora de la cátedra Hodges-Haynes de Liturgia en el Seminario Teológico del Pacífico, y quien consultó con la Comisión Permanente sobre la Formación Cristiana de Por Vida (SCLCF por su sigla en inglés), que fue la autora de las resoluciones.

Ella se sorprendió por la reacción a los cambios propuestos. “La gente tenía la sensación de que , sacándola de los Cánones, queríamos deshacernos de la confirmación. Lo cual no era así en modo alguno”.

Los cambios canónicos pretendían más bien ofrecer opciones. “Podríamos decir que el bautismo, con alguna instrucción en la historia y gobierno de la Iglesia, es realmente lo que necesitas para el liderazgo”, dejando que la confirmación sigua siendo “una respuesta al bautismo en el momento en que tenga sentido para ti”.

El obispo Porter Taylor, de Carolina del Norte Occidental y vicepresidente de la SCLCF, dijo que los cambios harían del rito más una respuesta a la acción del Espíritu Santo y menos “un aro por el que tengamos que saltar. No veo la confirmación como parte de nuestra estructura de gobierno”.

“Y no se trata de decir que quiero ser miembro de la Iglesia Episcopal”, dijo él durante una reciente entrevista telefónica. “Se trata de decir que Dios ha estado operando algo en mi vida y quiero destacar eso presentándome en medio de la congregación y haciendo que el obispo me imponga las manos a fin de resaltar la acción del Espíritu Santo”.

Para Lillian Sauceda-Whitney, que fue confirmada el 6 de mayo en la iglesia de Santa Margarita de Escocia [St. Margaret of Scotland] en San Juan Capistrano, California, la confirmación fue como “si hubiera encontrado finalmente mi hogar. Fue como si me bautizaran”.

El obispo Stacy Sauls, jefe de operaciones de la Iglesia Episcopal, confirmó a un maestro de preescolar de 59 años y a más de una docena de otras personas en nombre del obispo Jon Bruno de Los Ángeles.

“Derramé lágrimas de alegría”, dijo Sauceda-Whitney durante una entrevista telefónica el 23 de agosto. “Realmente quería pertenecer. Pensé, es hora de que dé un paso al frente y diga soy episcopal. Creí que la única manera de hacerlo sería incorporándome a la Iglesia”.

Si la confirmación ha de exigirse a los miembros de la Iglesia en general y a sus líderes en particular, ya que no es un requisito necesario para recibir la comunión,  es algo que debe debatirse orgánicamente, en todos los niveles de la Iglesia, especialmente en la parroquia, dijo la Rda. Elizabeth Kaeton, sacerdote retirada de la Diócesis de Newark.

“Tiene que ver con pertenecer” dijo Kaeton en una entrevista telefónica hace poco. “Creo que no está aún claro en nuestra sociedad y que eso se refleja en nuestra Iglesia, lo que significa pertenecer. En la Iglesia estamos intentando definir lo que significa ser episcopal. También estamos batallando con lo que significa hacer una pública profesión de fe”.

En lugar de estar asociado a un rito de iniciación o a una edad, la confirmación debería vincularse a un proceso de formación”, agregó ella. “Es una conversación apasionante. Hemos dejado de hablar de sexo y ahora estamos hablando de dinero y del bautismo y la confirmación y el matrimonio y éstas son cosas importantes”.

Otro miembro del comité de instrucción, el Rdo. Charles Holt, rector de la iglesia de San Pedro [St. Peter’s] en Lake Mary, en Florida Central, dijo que se sintió aliviado y agradecido de que “ninguna de las resoluciones resultara aprobada en la Convención General.

De haber sido aprobadas, en teoría “todo lo que uno tenía que hacer para llegar a ser un líder electo en los más altos niveles [de la Iglesia] era haber tomado la comunión tres veces en el curso del último año”, ser un comulgante respetable, agregó. Podría darse el caso que no creyeran en Jesucristo como su Señor y salvador personal y fuesen líderes en la Iglesia Episcopal”.

El debate acerca de la confirmación es esencial y saludable porque “nos lleva a comprometernos nuevamente y viene a esclarecer nuestras creencias fundamentales y a batallar con nuestra fe”, afirmó Holt.

Él cree también que la confirmación “es actualmente lo único que un obispo puede hacer para ayudar a que la Iglesia Episcopal crezca. En la Iglesia Episcopal, es tarea del obispo cerciorarse de que cada persona en particular que es miembro de nuestra Iglesia ha hecho una madura profesión de fe en Jesucristo” —un momento que él cree que todo cristiano debe experimentar.

“Si eliminamos la confirmación privamos a las personas de ese momento”, añadió.

Hacer de la confirmación un momento eficaz y personal es de suma importancia para el obispo Dorsey Henderson, que se jubiló de la Diócesis de Alta Carolina del Sur en 2009. En la actualidad asiste al obispo Gregory Brewer de Florida Central en las confirmaciones.

Henderson confirmó unas 18 personas en la iglesia de San Pedro el 17 de mayo, entre ellas a Grant Williams, de 13 años y estudiante de 8vo. Grado, quien creen que “la confirmación es muy necesaria.

“Sentí como que estaba más cerca de Dios, como que estaba empezando a conocerle mejor y  confirmando mi fe en él al hacer patente que verdaderamente creía en él y quería seguirle”, explicó.

Henderson dijo también que apunta los nombres de cada uno confirmando en una libreta personal que ha mantenido a lo largo de sus 15 años de episcopado”. Les aseguro que oraré regularmente por ellos, por sus nombres, y les pido sus oraciones”.

Si bien la confirmación “no es esencial para recibir el sacramento de la Santa Comunión… proporciona una especie de estímulo espiritual”, especialmente a los que han sido bautizados de bebés y a los provenientes de otras tradiciones, dijo durante una entrevista telefónica reciente.

El obispo Dan Martins, de la Diócesis de Springfield, dijo que la confirmación evolucionó de la manera en que lo hizo debido a una necesidad práctica: porque las diócesis crecieron y “los obispos no podían ser ubicuos”.

Lo que comenzó como un oficio que incluía el bautismo seguido por la imposición de manos del obispo y una oración por los dones del Espíritu Santo, con el tiempo “se separó y los sacerdotes fueron autorizados a celebrar el rito del agua, sobreentendiendo que en algún momento llevarían a los recién bautizados ante el obispo para la imposición de manos. Finalmente adquirió vida propia como un evento separado y tomó el nombre de confirmación”, dijo él hace poco en una entrevista por teléfono.

El rito puede evolucionar, pero los obispos siguen siendo un símbolo “de la Iglesia en su sentido más amplio, nuestra conexión orgánica con la Iglesia a través del tiempo y del espacio”, añadió. “La oración puede cambiar, el nombre que usamos es cambiante, pero… como signo sacramental del ministerio, es importante, pues, que a todo el mundo el obispo le imponga las manos en algún momento de su profesión pública de fe y discipulado cristianos”.

El Rdo. Tom Woodward, sacerdote jubilado que reside en Nuevo México y diputado a la Convención General durante mucho tiempo, cree que el bautismo y la confirmación deben aplazarse, hasta alrededor de los 16 y los 26 años de edad respectivamente, para dejar margen a profesiones de fe más maduras.

“Si bautizan a un niño de escuela intermedia o secundaria, sus amigos asistirían a ese oficio y eso sería un testimonio convincente de la decisión de ser bautizado”, dijo él en una entrevista telefónica. “La clase de confirmación incluiría un criterio  del ministerio y de sus dones. Luego, cuando el obispo llega a invocar al Espíritu Santo sería muy semejante al proceso de ordenación, añadiéndole dignidad y fuerza de comisión al ministerio de los laicos en el mundo”.

La elección del momento oportuno tuvo que ver absolutamente con la confirmación Karen Lander, de 45 años, y de Henry Lutz, de 14, confirmados también por Sauls en la Iglesia de Santa Margarita, en San Juan Capistrano.

“Decidí desde que enviaba a mi hija de ocho años a sus clases de primera comunión, que para mí también era el momento de hacer mi confirmación”, dijo Lander durante una reciente entrevista por teléfono. “Tengo que ser un ejemplo para ella. Necesitaba aprender más acerca de la Iglesia, en lugar de sólo asistir a ella”.

Para Lutz, que ingresa en noveno grado este año, fue una experiencia comunal. “El obispo me puso las manos encima, y los sacerdotes y mi familia hicieron lo mismo.

“Adquirí conocimiento a través de toda la experiencia. Comprendo lo que hago con la Biblia, lo que puedo interpretar de Dios, y así mismo muchas partes de la Iglesia Episcopal. Lo interpreto como una señal de la manera en que llevo ahora mi fe por un camino diferente, a sabiendas de que tengo una fe más fuerte y me siento dispuesto a hacer más”.

— La Rda. Pat McCaughan es corresponsal del Servicio de Prensa Episcopal. Traducido por Vicente Echerri.