Los episcopales de la costa del Golfo se preparan para recibir a Isaac

Por Matthew Davies
Posted Aug 28, 2012

[Episcopal News Service] Las diócesis episcopales de la costa del Golfo en Estados Unidos iniciaban el 27 de agosto sus preparativos para enfrentarse al desastre natural, mientras la tormenta tropical Isaac entraba en las cálidas aguas del golfo de México luego de dejar copiosas lluvias en Haití y la República Dominicana y pasar casi rozando el sudeste de la Florida y los cayos de esa península durante el fin de semana.

El Servicio Meteorológico Nacional de EE.UU. ha emitido advertencias de huracán para la costa del Golfo, desde Morgan City, en Luisiana, hasta Dentin en el saliente de la Florida, incluidos la ciudad de Nueva Orleáns, y la zona de los lagos Pontchartrain y Maurepas.

El Centro Nacional de Huracanes dijo que esperaba que la tormenta tropical ganara fuerza, para convertirse posiblemente en un huracán de categoría 2, antes de que toque tierra en las últimas horas del martes o en las primeras del miércoles 29 de agosto, el séptimo aniversario del devastador huracán Katrina. Las cuatro diócesis episcopales de la costa que pudieran resultar afectadas son Luisiana, Misisipi, Costa del Golfo Central y Florida.

En Haití, los episcopales movilizaron esfuerzos para responder a los más necesitados después que Isaac pasó por la isla Española [que Haití comparte con la República Dominicana] el 24 de agosto, cobrando por lo menos las vidas de 12 personas y desplazando por lo menos a otras 40.000.

A pesar de las pérdidas, Oge Beauvoir, obispo sufragáneo de la Diócesis de Haití, quien está asentado en Cabo Haitiano, en la parte norte de la diócesis, escribió en un correo electrónico el 27 de agosto que Haití parecía haberse “librado” de lo peor de Isaac. “Dios ha oído vuestras oraciones… No hay demasiados daños, hasta ahora… Gracias a Dios por eso”.

Antes de la tormenta, le habían pedido al clero diocesano que hiciera provisiones para ellos y, donde fuera posible, para sus feligreses. A los clérigos les recordaron que instaran a sus fieles que viven cerca de la costa o cerca de ríos a trasladarse tierra adentro y a quedarse con amigos, y que intentaran hacer lo más que pudieran para almacenar artículos de primera necesidad, tales como agua.

Las oficinas de la Diócesis Episcopal de Florida Sudoriental [o del Sudeste] se mantuvieron cerradas el 27 de agosto como medida de precaución, porque algunas franjas externas de la tormenta seguían produciendo lluvias torrenciales y borrascas en la zona.

Mary Cox, directora de comunicaciones de la diócesis de Florida Sudoriental, que también incluye los cayos de la Florida, dijo que no tenía conocimiento de ningún problema significativo en la región. “Nuestra mayor preocupación, por supuesto, es por las diócesis compañeras de Haití y la República Dominicana. Estoy segura de que organizaremos ayuda. Y, al igual que todo el mundo, estamos orando por nuestros prójimos de la costa del Golfo”, escribió ella en un correo electrónico al Servicio de prensa Episcopal (ENS).

Cox dijo que la diócesis había tenido noticias de compañeros en la República Dominicana que dijeron que todos estaban bien, pero que se encontraban en labores de limpieza después de “montones y montones de lluvia”.

El Centro Nacional de Huracanes, en un parte emitido a la 1 P.M. (hora de verano del Este) advirtió de marejadas peligrosas y de resacas que continuarían afectando la península y los cayos de la Florida aproximadamente durante el próximo día, y comenzarían a afectar la costa del Golfo más tarde en el día de hoy. También es posible la formación de algunos tornados aislados desde el centro de la Florida y a través de la zona nororiental de la costa del Golfo hoy y mañana, advertía el parte. Al presente se registraban vientos sostenidos con velocidad máxima de 104 kilómetros por hora, con vientos de fuerza de tormenta tropical que se extienden hasta 386 kilómetros del epicentro. Se espera oleajes de tormenta que pueden alcanzar hasta 3 metros a lo largo de algunas zonas costeras.

Isaac, la novena tormenta de la temporada ciclónica del Atlántico en 2012, se desarrolló el 21 de agosto en las Antillas Menores.

Mientras Isaac prosigue su rumbo hacia la costa del Golfo, Morris K. Thompson Jr., obispo de Luisiana, escribió a los líderes de la diócesis el 27 de agosto diciéndoles que si bien el pronóstico probablemente “trae consigo algo más que la ansiedad normal asociada con los huracanes, ya que viene en el aniversario del huracán Katrina, en ocasiones como ésta es importante que nos mantengamos firmes en nuestra fe y sabiendo que Dios sigue siendo Dios. De manera que, tal como a la gente le gusta decir, nos preparamos para lo peor y oramos por lo mejor”.

Thompson resaltó la importancia de tomar precauciones ahora “para protegernos y proteger a los que están a nuestro cuidado. Debemos saber dónde van a estar en los próximos días los miembros de nuestra familia, nuestros amigos cercanos y (para los que tenemos posiciones de liderazgo en la Iglesia) nuestros feligreses, y ellos deben conocer nuestros planes”.

Se han programado llamadas de conferencia para que el clero diocesano pueda evaluar las necesidades inmediatamente después que haya pasado la tormenta. Entre tanto, se ha creado una página web especial en el cibersitio diocesano donde puede aparecer información importante en los próximos días.

En Misisipi,  la Rda. Carol Borne Spencer, coordinadora diocesana de preparación y respuesta ante desastres, no está descuidando nada.

Spencer le comunicaba a los clérigos [de la diócesis], en un correo electrónico del 27 de agosto, que el equipo de trabajo diocesano de preparación para [enfrentar] el desastre está disponible para ofrecer ayuda cuando se necesite, y les recordaba que se remitieran a un folleto sobre preparación para desastres que se le había proporcionado a cada congregación de Misisipi.

“Sé que esto es ‘viejo’ para algunos de ustedes que han pasado por este entrenamiento antes”, dijo Spencer, pero “preferiría equivocarme por exceso de precaución. Oro porque cada uno de ustedes se equivoque también por exceso de preparación”.

Spencer, coordinadora de servicio comunitario y misión en la catedral de San Andrés [St. Andrew’s] en Jackson, también les pidió a los clérigos que mantuvieran informado al obispo de Misisipi, Duncan Gray III, “de su situación, personal y congregacional, después que pase la tormenta… Por favor, no se olviden de supervisar a los miembros más vulnerables [de vuestras congregaciones], que pueden no contar con otros que los ayuden a prepararse… Oro por la seguridad de todos”.

El Rdo. Scott Lenoir, editor de The Mississippi Episcopalian y sacerdote auxiliar en la iglesia episcopal de San Juan [St. John’s], en Ocean Springs, dijo a ENS que estará en “pleno espíritu de preparación como todos los demás” en la diócesis. Dijo que su iglesia permanecería abierta el martes por la noche y el miércoles por la mañana, cuando se espera que la tormenta toque tierra, ya que varios feligreses viven en zonas propensas a inundarse y su iglesia se encuentra en un terreno más elevado.

Lenoir, que es copresidente del equipo de trabajo diocesano de preparación para desastres, dijo que durante los últimos 12 meses el equipo ha reunido un detallado banco de datos que puede usarse como una herramienta de socorro en el caso de una crisis. El equipo también se ha reunido con todas las convocaciones (grupos de parroquias) de la diócesis en el empeño de instruir, preparar y hacer acopio de información sobre recursos.

Aunque la Diócesis de Alabama —que está localizada bastante tierra adentro y se extiende desde Montgomery al norte hasta la frontera de Tennessee— probablemente no sufrirá el embate de la tormenta, está en disposición de prestar ayuda a las diócesis costeras si llegara a ser necesario, dijo a ENS Dave Drachlis, Coordinador de Comunicaciones.

Ayuda y Desarrollo Episcopales se mantiene en contacto regular con sus aliados en las diócesis afectadas y está en disposición de ofrecer apoyo y asistencia.

– Matthew Davies es redactor y reportero del Servicio de Prensa Episcopal. Traducido por Vicente Echerri.