Celebran en Nebraska la vida y ministerio de un legendario sacerdote nipoamericano

Por Pat McCaughan
Posted Jul 30, 2012

The Rev. Hiram Kano preside el culto en una iglesia de Nebraska.

[Episcopal News Service] En los cuatro años que estuvo prisionero en los campos de internamiento durante la segunda guerra mundial, el Rdo. Hiram Hisanori Kano presidió el culto y ministró y enseñó a los que se encontraban alrededor de él,  incluidos sus carceleros, otros internos y alemanes prisioneros de guerra.

La vida y el ministerio del sacerdote de Nebraska son materia de leyenda, y tanto que la legislatura del estado aprobó una resolución en que reconoce sus contribuciones, y el gobernador Dave Heineman ha designado el 29 de julio como “Día del Padre Hiram Hisanori Kano”.

La Obispa Primada, Katharine Jefferts Schori, oficiará en un festival eucarístico en honor de Kano a las 4:00 P.M. del 29 de julio en la iglesia de Nuestro Salvador [Our Savior] en North Platte, Nebraska.

“La vida y el ministerio del P. Kano ofrecen un notable testimonio del poder transformador del amor a nuestros enemigos”, dijo la Obispa Primada.

Recientemente, la 77ª. Convención General de la Iglesia Episcopal en Indianápolis aprobó las medidas preliminares para incluir a Kano en Santas y Santos, el calendario de conmemoraciones de la Iglesia.

Cyrus Kano, de 91 años, ingeniero mecánico jubilado, dijo que su padre convirtió la adversidad en un terreno fértil para la misión.

“Él dijo, bueno, Dios me puso aquí, ¿qué quiere él que haga?” recordaba Kano durante una reciente entrevista telefónica desde su casa en Cape Cod, Massachusetts. “Él vio en uno de los campamentos que sus compañeros de prisión eran muchos de los líderes de la comunidad japonesa —muchos profesores, médicos, abogados, dentistas y otros profesionales— y organizó una universidad en el campamento, que incluía a los guardianes, para asistir a estas clases cuando les conviniera”, apuntó Kano.

“Mi padre también hizo estudios de la naturaleza y llevaba a grupos de personas a las ciénagas de Luisiana y les daba explicaciones acerca de las hojas, los cipreses y los animales —las [serpientes] mocasines acuáticas, los caimanes”, añadió.

Adeline Kano, de 84 años, convino con esta opinión, añadiendo que aunque a su padre “lo internaron, él siempre fue un hombre muy ocupado, que trató de seguir haciendo su labor como sacerdote, como ser humano, que trataba de ayudar a otras personas.

“Todos estos hombres estaban encarcelados y, usted sabe, les resultaba difícil concentrarse en mantenerse tranquilos y serenos y positivos. Luego, algunas de las cosas que mi padre hizo mientras estaba en esos campos fue… enseñarles a los prisioneros acerca de la naturaleza. Eso podía ayudarles a mantener sus mentes distraídas del hecho de que estaban encarcelados y lejos de sus familias”.

Kano también dirigió servicios de culto mientras estuvo preso. “Incluso [los miembros de] la Fuerza Aérea hablaban con él. Había algunos prisioneros alemanes allí. Él siempre trataba de darle esperanzas a todo el mundo, porque en eso consiste nuestra creencia”.

Kano emigró a Estados Unidos luego de que un encuentro, siendo joven, con William Jennings Bryan, en su natal Japón, acució su sentido de aventura, según cuenta su hija Adeline.

“Mi abuelo era el gobernador de la prefectura de Kagoshina”, explicó Kano durante una entrevista telefónica reciente desde su casa en Fort Collins, Colorado.

“Cuando Papá vino a Estados Unidos en 1916 fue para casa de Bryan”, agregó ella.

Inicialmente, Kano hizo una maestría en economía agrícola en la Universidad de Nebraska y no tardó en convertirse en activista y líder entre los japoneses “issei”, o la comunidad de la primera generación, muchos de los cuales habían venido a trabajar en granjas o en los ferrocarriles.

El Rvdmo. George Allen Beecher, entonces el obispo de la diócesis misionera de Nebraska Occidental, oyó hablar del activismo de Kano en 1921, cuando algunos legisladores estatales estaban considerando una ley que impidiera a inmigrantes japoneses poseer o heredar tierras, o incluso arrendarlas por más de dos años. Ni se les permitiría que poseyeran acciones en las compañías que ellos mismos hubieran creado.

El Rdo. Hiram Kano

Kano y Beecher se conocieron y viajaron juntos al capitolio estatal para hablarles a los legisladores, que finalmente aprobaron una medida menos restrictiva, según las memorias de Kano Un granjero de Nikkei en las llanuras de Nebraska [Nikkei Farmer on the Nebraska Plains].

Varios años después, Beecher convenció a Kano de que se convirtiera en un misionero para la comunidad japonesa [en Nebraska], que entonces se calculaba en unas 600 personas. En 1925, Kano aceptó y la familia se mudó a North Platte. Lo ordenaron diácono tres años más tarde y empezó a servir en dos congregaciones misioneras, la iglesia de Santa María [St. Mary’s] en Mitchell y la de San Jorge [St. George’s] en North Platte. Fue ordenado al presbiterado en 1936.

Rose Yamamoto, que tradujo las memorias de Kano del japonés al inglés, dijo: “Si el padre Kano no hubiera estado con nosotros ahora no seríamos episcopales. Él condujo a la comunidad cristiana en Mitchell y North Platte.

Roy S. Yanagida era sólo un muchacho, pero recuerda a Kano como “[un factor] determinante en brindar un liderazgo, y particularmente educación. Él le brindó ese liderazgo a mis padres, junto con muchos otros que recibieron la ciudadanía de Estados Unidos”.

Al igual que muchísimos otros inmigrantes, su padre, Toshiro Yanagida, llegó a North Platte a trabajar en el ferrocarril, y más tarde  se convirtió en aparcero. “North era en gran medida la ciudad para los inmigrantes japoneses”, recuerda él.

Las iglesias que Kano pastoreaba eran “un punto de reunión para muchos de nosotros”, dice Yanagida. “También teníamos una escuela japonesa en la iglesia, donde estudiábamos japonés”.

Él también recuerda la conmoción y la tristeza que inundó a la comunidad después del ataque del 7 de diciembre a Pearl Harbor. Agentes del FBI arrestaron al P. Kano ese mismo día. Él pasó los próximos cuatro años en varios campos de concentración.

“Se lo llevaron inmediatamente porque él era el líder del grupo”, recuerda Yanagida. “El resto de nosotros no tuvimos que ir a un campo de internamiento porque nos dijeron que estábamos bastante tierra adentro —que si hubiéramos estado en la costa occidental habríamos tenido que ir”.

Atareado es la manera en que Adeline Kano recuerda a su padre. Él estaba siempre trabajando, ya fuera ayudando a otros, estudiando o preparando sermones.

Aun así, ella no se dio cuenta del tremendo impacto de su ministerio en la comunidad, dijo. “Yo sólo sabía que él estaba ocupado, y que iba y venía, dondequiera que viviéramos, ya fuera en el brazo[Panhandle] de Nebraska o en North Platte”.

Con frecuencia, era un ministerio de equipo, agregó. “En ese tiempo no teníamos niñeras… Íbamos todos a visitar a las familias. Nos subíamos al auto e íbamos”.

Gran parte de eso se llevó a cabo con el apoyo y la ayuda de su madre, Aiko Ivy Kano, añadió ella, que se siente muy honrada por la próxima celebración, a la cual se propone asistir, así como también lo hará su hermano.

“Sé que él hizo mucho, pero yo no me di cuenta de la magnitud de su obra”, afirmó. Respecto a la posibilidad de que incluyan a su padre en el calendario de la Iglesia, dijo: “Es asombroso. Una experiencia anonadante”.

El Rdo. Winfred Vergara, misionero asioamericano de la Iglesia Episcopal, se mostró de acuerdo. “El otorgamiento de este honor vindicaría al P. Kano y a los miles de nipoamericanos que fueron indebidamente recogidos y llevados a los campos de internamiento durante la segunda guerra mundial.

“El ministerio pastoral de Kano entre sus compatriotas japoneses internados y su cuidado pastoral que se extendió a soldados caucásicos que estaban presos por ausentistas y desertores, le ganó el sobrenombre de “el santo de Nebraska” y lo hizo un agente fiable del ministerio de la reconciliación”, dijo Vergara.

Habrá también una celebración de las dos misiones que Kano dirigió, Santa María en Mitchell y San Jorge en North Platte. Con el tiempo ambas se desdoblaron en otras congregaciones, como la iglesia de Nuestro Salvador, dijo Steve Kay, un feligrés que organizó las celebraciones.

“Él fue un hombre increíble”, dijo Kay refiriéndose a Kano en una reciente entrevista telefónica. Dedicó su vida ayudar a los inmigrantes, a enseñarles. Fue [también] un asesor agrícola.

Después de jubilado, Hiram y Aiko se mudaron a Fort Collins, Colorado, donde Adeline Kano vive aún. Él murió en 1988, cerca de su 100º. cumpleaños. Aiko falleció en 1997, dos meses antes de cumplir los 100.

— La Rda. Pat McCaughan e corresponsal del Servicio de Prensa Episcopal. Traducido por Vicente Echerri.