La Catedral Nacional de Washington auspicia un oficio de recordación por las víctimas del SIDA

Por Richard M. Weinberg
Posted Jul 26, 2012

Batalá Washington, D.C., una banda de percusionistas afrobrasileños de samba-reggae, ofrece música animada en el oficio interreligioso del 21 de Julio en la Catedral Nacional de Washington. Foto / Washington National Cathedral, Ed Graham

[Catedral Nacional de Washington] “De las tinieblas a la luz” fue el nombre del oficio vespertino en la Catedral Nacional de Washington el 21 de julio que congregó a más de 850 personas de muchas tradiciones religiosas para recordar a los desaparecidos a causa del SIDA, así como reafirmar un espíritu de esperanza y compromiso durante el despliegue de la Colcha de Retazos [en memoria de las víctimas] del SIDA en Washington, D.C. en el 25º. Aniversario de la Fundación del Proyecto de los NOMBRES [NAMES Project]

[El oficio puede verse aquí y una imagen de la galería se puede ver aquí.]

Nueve segmentos escogidos – de 12 pies – de la colcha de retazos, el memorial dinámico más grande del mundo, estuvieron desplegados a lo largo de la nave, dos de los segmentos colgaban de los balcones norte y sur.

Batalá Washington, D.C., una banda de percusionista afrobrasileños que tocan samba-reggae, ofreció una entusiasta bienvenida a los asistentes que llegaban a la catedral. Cinco paneles individuales de la colcha de retazos, de tres por seis pies, también formaron parte de la procesión. Más de 50 personas participaron en el oficio que contó con la presencia de líderes religiosos cristianos, judíos, hindúes y musulmanes, personas que viven con el VIH/SIDA, sus familiares, amigos, seres queridos, personas que los cuidan y miembros de un comité de planificación internacional, desfilaron en procesión mientras Karen Rugg interpretaba “Threads,” una solemne composición para flauta nativoamericana.

Sandra Thurman, directora ejecutiva del Programa Interreligioso de Salud en la Escuela de Salud Pública “Rollins” de la Universidad de Emory -una de las instituciones auspiciadoras fundamentales del oficio- y el Rdo. Francis H. Wade, deán interino de la catedral, dieron la bienvenida a los asistentes.

“El lugar donde ustedes están reunidos se llama, en la tradición cristiana, la nave”, dijo Wade. “Es la palabra latina para barco. Y lo que eso significa literalmente es que cuando nos congregamos, estamos juntos en el mismo barco -literalmente en este barco juntos… Esta catedral ha estado en este barco por mucho tiempo, y estaremos en él por tanto tiempo como sea menester, y nos sentimos honrados en compartir este momento particular con ustedes”.

Llamados a la oración de cada una de las tradiciones religiosas representadas, cantados desde el balcón occidental de la catedral, se alternaron con lecturas de la Escritura por el Rd. Canónigo Gideon Byamugisha, de la Iglesia Anglicana de Uganda; el rabino Aaron Miller, de la Congregación Hebrea de Washington; Abhay Das, de ISKCON, una organización krishna-hindú en Washington, D.C., y el imán Johari Abdul-Malik, de la Sociedad Islámica Dar Al-Hajirah.

Una conmemoración especial incluyó oraciones escritas por Marcia Falk -“Es nuestro para ser alabado”, “Santificados nuestros nombres” y “Cada uno de nosotros tiene un nombre”- y cantado por Ana Hernández con responsorio congregacional. Todos fueron invitados a ofrecer oraciones silenciosas mientras participantes en el oficio y acólitos de la catedral encendían cuatro estantes llenos de lámparas votivas en medio de la nave.

El Dr. James W. Curran, que en 1981 coordinó el equipo de trabajo sobre el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), fue el orador principal. Curran dirigió la división del VIH/SIDA en el CDC y llegó a alcanzar el rango de Subdirector General de Sanidad mientras estuvo allí. En la actualidad es profesor de epidemiología y decano de la Escuela de Salud Pública “Rollins” en la Universidad de Emory.

“Las colchas del Proyecto NOMBRES están con nosotros como recordatorios del compromiso de sus seres queridos. Ya ellos no son reconocibles por su género, edad, orientación sexual o país de origen. Sino más bien, están unidos en su muerte por la causa -como lo estamos nosotros”, dijo Curran.

Luego de pedir un momento de silencio para recordar a los desaparecidos, Curran nombró a unos cuantos individuos específicos que murieron debido a la enfermedad, entre ellos Elizabeth Glaser, Rock Hudson y Freddie Mercury.

“Es esencial que, a través del mundo, las comunidades de diversas fes se unan en sus empeños benéficos para ofrecer esperanzas a los cientos de millones de personas con el VIH o con gran riesgo de contraerlo”, agregó Curran.

Dos paneles de la colcha [del SIDA] que rara vez se muestran se desplegaron de manera prominente sobre el dosel laboriosamente tallado en madera de la reja del coro, ofreciéndole un fondo impresionante a la plataforma en el crucero de la catedral donde tuvo lugar el oficio. “El Último” [“the Last One”] -un panel que se expuso por primera vez al público el sábado por la mañana en el Paseo Nacional [National Mall] como parte de la ceremonia de apertura del evento “La colcha de retazos en la capital”- llegó a manos de la Fundación (custodios de la colcha) en 1988. Llegó con una nota escrita a mano que decía: “Espero que este retazo encontrará un lugar permanente y ayudará a marcar el fin de esta devastadora enfermedad”. El panel mismo simplemente decía “The Last One” en letras blancas sobre fondo negro. El NAMES Project reconoció su importancia inmediatamente y la conserva -y la esperanza que conlleva de poder coserlo a la colcha de retazos como “El Último”.

“El Último es tanto una oración silenciosa como un escueto recordatorio de todo lo que nos esforzamos en lograr”, dijo Julie Rhoad, presidenta y Directora Ejecutiva de la Fundación. “Hay renovada esperanza de que el fin del SIDA es posible según la ciencia empieza a dar a conocer nuevos documentos. El que estemos compartiendo “El Último” con el público ahora es decisivo para que todos nos demos cuenta de cómo cada uno de nosotros tienen un importante papel en el camino para el fin del SIDA: la última persona que enfrente el estigma y la discriminación por vivir con el VIH, la última nueva infección, la última transmisión de madre a bebé, el último niño que se queda huérfano y la última muerte de SIDA”.

También se mostraba sobre la reja del coro un segmento de paneles en préstamo de la catedral de San Jorge [St. George’s Cathedral] en Ciudad del Cabo, que fueron bendecidos por Desmond Tutu, arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, antes de que salieran de Sudáfrica la semana pasada. Al llegar a la Catedral Nacional de Washington, fueron presentados en una ceremonia que incluyó otra bendición impartida por la obispa Jane Holmes Dixon, ex obispa de Washington, pro tempore, con algunas palabras del Hon. Ebrahim Rasool, embajador de Sudáfrica en EE.UU.

Tres diferentes grupos vocales cantaron himnos especiales [durante el oficio]. Entre ellos estaban Potomac Fever, un pequeño conjunto del Coro de Hombres Homosexuales [Gay Men’s Chorus] de Washington, D.C., que cantó la canción de cuna de Fred Small “Todo es posible” [Everything Possible] en un arreglo a cappella.

Los Cantores de la Catedral, dirigidos por el director de música, Canónigo Michael McCarthy, cantaron “Luz eterna [Eternal Light] de Leo Sowerby y posteriormente “Cuando anocheció” [When Night Fell], una nueva composición con música de David Hurd y letra de Carl Daw y Adam Tice, encargada especialmente para el oficio por el comité de planificación. Los Hombres y Mujeres del Coro Gospel de la Sociedad de Artes Escénicas de Washington, dirigidos por el director artístico Stanley J. Thurston, hizo una edificante interpretación del himno tradicional “Oh, día feliz” [Oh, Happy Day] en que los asistentes de pie marcaron el ritmo con palmadas. Luego de la bendición final y la despedida todos se unieron as cantar “Siyahamba,” o “Marchamos en la luz de Dios”, el himno de la libertad de Sudáfrica.

La Rda. Gina Gilland Campbell, directora interina de culto de la Catedral, desarrolló gran parte de la liturgia del oficio en conjunción con un comité interreligioso coordinado por el Rdo. Canónigo Ted Karpf. El Centro para la Salud y los Derechos Humanos “Joseph W. Blount” de la Universidad de Emory, la Escuela de Teología y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, así como la División del VIH/SIDA del Centro para la Salud Mundial del CDC en Atlanta, Georgia, fueron coauspiciadores del oficio.

El oficio tuvo lugar mientras miles de personas se reunían en Washington, D.C., para asistir a la 19ª. Conferencia Internacional del SIDA, de la cual Estados Unidos es el anfitrión por primera vez en 22 años, y que se esperaba fuera la más grande de estas reuniones desde que comenzaron en 1985. También fue el lanzamiento de “La colcha en la capital” [“Quilt in the Capital”] una conmemoración del Proyecto de los NOMBRES de los 25 años de la colcha de retazos del SIDA, que conllevó un importante despliegue en el Mall y exposiciones de segmentos de la colcha en más de otros 50 lugares a través del área de Washington.

El ministerio de la Catedral Nacional en torno al VIH/SIDA se remonta a 1986, cuando auspició una conferencia sobre el papel que la religión podría desempeñar para crear una mayor conciencia sobre el problema. La catedral también ha recibido la colcha de retazos del Sida y ha celebrado oficios sobre el tema en 1988, 1990, 1993, 1994 y 1996.

— Richard M. Weinberg es director de comunicaciones de la Catedral Nacional de Washington. Traducido por Vicente Echerri.


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