Una conferencia sobre el SIDA atrae a activistas religiosos a Washington

Por Lucy Chumbley
Posted Jul 25, 2012

Maxensia N. Takirambule, directora ejecutiva de la Organización de Atención Sanitaria de la Comunidad de Lungujja; el Rdo. Canónigo Albert J. Ogle, presidente de la Fundación San Pablo; Christopher Senyonjo, Obispo jubilado de Buganda Occidental, Uganda; y Daniel Baer, subsecretario de Estado adjunto. Foto de ENS/Lucy Chumbley

[Episcopal News Service] Puede resultar difícil ejercer la fe frente a la discriminación y la enfermedad, pero, para más de 750 activistas que han llegado a Washington, D.C. antes de la Conferencia Internacional del SIDA del 22 al 27 de julio, participar en una pre-conferencia interreligiosa es también algo indispensable.

Para participar del evento principal, Cambiar Juntos la Corriente [Turning the Tide Together], que atraerá a más de 20.000 participantes de todo el mundo, y la pre-conferencia de dos días, Fe y SIDA 2012: Actuar Juntos, que se inaugura el 20 de julio en la Universidad de Howard, hay 26 testigos de los 76 países donde la homosexualidad es ilegal.

Los testigos, cada uno de los cuales tiene una conexión religiosa, fueron traídos a Washington por “El Espíritu de los 76”, un programa de la Fundación San Pablo para la Reconciliación Internacional, y la Coalición COMPASS, organizaciones sin fines de lucro que laboran por ponerle fin a la criminalización de ciudadanos homosexuales [mujeres y hombres], bisexuales y transexuales (LGBT por su sigla en inglés) y fomentar el diálogo y la reconciliación.

Han venido desde tan lejos como Singapur y Uganda para compartir sus testimonios personales y crear alianzas que les permitan una mayor participación y colaboración en el ámbito de la fe y los derechos [humanos].

Tomarán parte en las sesiones plenarias, en los talleres de desarrollo de destrezas y en el culto diario bajo el lema de “salud, dignidad y justicia en la Pre-conferencia Interreligiosa sobre el VIH, antes de participar en la 19ª. Conferencia del SIDA para oír las ponencias de algunos expertos en una variedad de disciplinas relacionadas con el VIH y enterarse de los últimos avances científicos, así como los más importantes criterios normativos y programáticos sobre esta enfermedad. También escucharán a toda una amplia variedad de líderes y celebridades mundiales, entre ellas al ex presidente de EE.UU. Bill Clinton, al fundador y presidente de Microsoft Bill Gates y al cantante y compositor Elton John.

Reunidos formalmente por primera vez el 18 de julio en la Primera Iglesia Congregacional Unida de Cristo en el centro de Washington, y luego de un día de paseo por la ciudad con un calor de más de 36° C., los participantes cenaron juntos y recibieron una cálida bienvenida de los organizadores y de Daniel Baer, subsecretario de Estado adjunto, quien los saludó en nombre del presidente Barack Obama y de la secretaria de Estado Hillary Clinton.

La mayoría había llegado el 17 de julio y había pasado sus primeras dos noches con anfitriones de las congregaciones locales, entre ellas seis iglesias episcopales de la diócesis de Washington (el coordinador local, Eric Scharf, de la iglesia episcopal de Santo Tomás [St. Thomas] en el D.C., colaboraron con las parroquias para encontrar anfitriones). Los participantes se alojarán en la Universidad de Howard durante el tiempo que duren las dos conferencias, y regresarán a quedarse con sus anfitriones durante las últimas dos noches, cuando también compartirán sus testimonios en las congregaciones de éstos.

“Con frecuencia, cuando se presentan problemas en algunos países con el acceso a la medicación y el tratamiento para el VIH/SIDA, la comunidad de fe está a la vanguardia [activismo]”, dijo el Rdo. Canónigo Albert J. Ogle, presidente de la Fundación San Pablo y sacerdote de la catedral episcopal de San Pablo [St. Paul’s] en San Diego.

Baer dijo que una de las preguntas que más a menudo le hacen es cómo captar a las comunidades de fe. “Es lo que todos parecen identificar como el centro de importantes conversaciones”, dijo.

Al tiempo de encomiar a Obama por haber levantado la prohibición de viajar a Estados Unidos a personas portadoras del virus que causa el SIDA -como hicieron Katharine Jefferts Schori, obispa primada de la Iglesia Episcopal, y Mark Hanson, el obispo presidente de la iglesia Evangélica Luterana en América, en una declaración conjunta sobre la Conferencia del SIDA dada a conocer el 20 de julio- Baer dijo que era esencial sostener estas conversaciones en persona.

“En la época de Facebook y Twitter, podemos olvidarnos de cuán importante es encontrarnos, cara a cara”, afirmó. “Es importante no sólo para intercambiar información, sino para recordarnos los unos a los otros que no estamos solos aquí”.

El describió el desafío del VIH/SIDA como “la puerta que uno puede discretamente abrir respecto a la protección de los derechos humanos de las personas homosexuales, bisexuales y transexuales”, añadiendo que “uno no puede realmente resolver problemas prácticos sin proteger los derechos humanos”.

Baer resaltó que él había aprendido del obispo jubilado Christopher Senyonjo, un ugandés activista de los derechos de los homosexuales que el Huffington Post seleccionó como uno de los 10 líderes religiosos más influyentes en 2010, que la compasión es una calle de doble vía.

“Si no reconocemos que el paso para muchas personas resulta incómodo y difícil -algo por lo que ellos han luchado durante tanto tiempo- no podremos llegar a la segunda o tercera conversación”, afirmó.

Senyonjo, ex obispo de Buganda Occidental, a quien Ogle presentó como “uno de los grandes líderes espirituales del movimiento”, habló de la necesidad de que los líderes religiosos se concentren en el mensaje del amor.

“En lugar de predicar buenas nuevas, estamos predicando odio”, dijo. “En lugar de predicar amor, predicamos que las personas van al infierno… Tenemos que cambiar nuestra predicación: Dios te ha creado y Dios te ama a pesar de tu sexualidad. Ésta es la buena nueva, y la gente necesita oírla”.

Al margen de las convicciones religiosas, Senyonjo señaló que, en un aspecto puramente práctico, si las personas marginadas no pueden buscar tratamiento, la pandemia del SIDA empeorará.

“Es peor permitir que se produzca el genocidio”, agregó.

Maxensia N. Takirambule, activista pro derechos humanos y católica romana que es directora ejecutiva de la Organización de Atención Sanitaria de la Comunidad de Lungujja, en Uganda, dijo que sin el apoyo de promotores como Senyonjo ella no podría hacer el trabajo que hace.

Takirambule ha sido portadora del VIH durante los últimos 16 años y en 1999 perdió a su esposo por causa de la enfermedad.

“Si yo no hubiera conseguido tratamiento, si no hubiera podido encontrar a personas como el obispo Senyonjo que me hablara… ¿Estaría aquí?”, dijo ella. “Yo no tenía ninguna esperanza de vida. Si no hubiera sido lo suficientemente facultada para hacer esta labor de promoción, no estaría aquí”.

Takirambule resaltó la necesidad de crear alianzas firmes y duraderas durante la conferencia. “Necesitamos un vigoroso equipo de promoción, porque para nosotros en África, individualmente, no nos resulta muy fácil opinar. Excepto cuando formamos una agrupación…”

Durante su estada en Washington, los testigos de El Espíritu de los 76 tomarán parte, el 25 de julio, en un día de promoción, dijo Sandy Sorensen, directora de la oficina de ministerio de justicia y testimonio de la Iglesia Unida de Cristo en Washington, D.C. El grupo se reunirá en la iglesia luterana de la Reforma, en la colina del Capitolio, para recibir instrucciones antes de formar unos 13 equipos de tres personas cada uno (dos líderes religiosos internacionales y un acompañante de EE. UU.) para reunirse con representantes del gobierno.

“A menos que uno presente estas cosas con una visita y un testimonio, estos problemas pueden ser echados a un lado|, dijo Sorensen. Influye decisivamente en el resultado tener una relación viva con las personas y sus historias”.

Además de estos encuentros personales, tanto la red de la Iglesia Unida de Cristo como la Red Episcopal de Política Pública enviarán avisos urgentes a fin de recabar apoyo para estos problemas de la Iglesia en general.

“Tenemos un mandato muy claro de cuidar a los enfermos y a los más vulnerables, y la pandemia del SIDA es una manifestación clara de eso en nuestra época”, dijo Sarah Dreier, la representante legislativa para asuntos internacionales tanto de la Iglesia Episcopal como de la Iglesia Evangélica Luterana en América.

Dreier describió la declaración conjunta de Jefferts Schori y Hanson el 20 de julio como una “enunciado firme y activo sobre la posición de estas iglesias” y animó a los miembros de ambas denominaciones a abogar a favor de una financiación generosa para hacer el tratamiento más eficaz y extenso y para contribuir a la desestigmatización de la enfermedad.

Para más información sobre la manera de participar, visite la Red Episcopal de Política Pública.

— Lucy Chumbley es una periodista independiente radicada en Washington, D.C. Traducido por Vicente Echerri.


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