Tutu y Jefferts Schori dialogan sobre la misión de la Iglesia

Una conversación en la Catedral Nacional de Washington

Por Lynette Wilson
Posted May 22, 2012

De izquierda a derecha, la obispa primada Katharine Jefferts Schori, el arzobispo emérito de Ciudad del Cabo Desmond Tutu y David Crabtree, presentador de un noticiero en la WRAL-TV en Raleigh, Carolina del Norte, y diácono en la Diócesis de Carolina del Norte. Foto de Lynette Wilson

[Episcopal News Service – Washington, D.C.] Desmond Tutu, arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, compartió una historia personal de su infancia durante una conversación sobre la misión que tuvo lugar el 19 de mayo en la Catedral Nacional de Washington, una historia que le ha acompañado por más de 70 años.

Los 30 minutos de conversación en directo entre Tuto y la obispa primada de la Iglesia Episcopal, Katharine Jefferts Schori, fueron moderados por David Crabtree, presentador de un programa de noticias de la WRAL-TV en Raleigh, Carolina del Norte, de cuya diócesis [episcopal] también es diácono. Se puede obtener a solicitud aquí.

Tutu contó una historia acerca de su madre, una empleada doméstica de escasa educación, que cocinaba y limpiaba para mujeres negras ciegas durante una época en Sudáfrica “cuando los negros eran ‘inferiores’ o así los llamaban’, dijo él, añadiendo que en ese día en particular, teniendo 8 o 9 años, se encontraba de pie junto a su madre en el lugar donde ella trabajaba.

“Vi algo que nunca pensé ver”, dijo Tutu con voz muy suave. “Un sacerdote blanco con una sotana larga y suelta que llevaba un enorme sombrero, y cuando pasó junto a mi madre se quito el sombrero. Un sacerdote blanco, una mujer negra en la Sudáfrica del apartheid… Para él era la manera normal de saludar a cualquier mujer. Así era como él demostraba que creía que cada uno de nosotros era portador de Dios… Yo no tuve conciencia de que eso era algo que habría de conservar en mi memoria. Y ya tengo 80 años”.

El sacerdote era Trevor Huddleston, un conocido activista en contra del apartheid que más tarde llegó a ser arzobispo de la Provincia Anglicana del Océano Índico.

“Yo aún recuerdo el impacto del gesto de quitarse el sombrero de Trevor Huddleston que fue un reconocimiento de lo que decimos en nuestra teología, ‘eres creado a imagen de Dios y eres un portador de Dios’ y eso es lo que procuramos decir en nuestra proclamación…”

Crabtree le preguntó a Tutu y a Jefferts Schori que definieran la misión, en lo que a la Iglesia respecta, y “cuál es la mejor manera de llevarla a cabo”.

“La misión consiste realmente en hacernos conscientes a todos del increíble amor de Dios por todos nosotros”, dijo Tutu. “Dice cosas como ésta, sabes qué no tienes que ganarte el amor de Dios. Dios te ama, punto, y todo fluye a partir de ahí”.

Jefferts Schori dijo, mientras Tutu asentía, que la misión consiste en recibir amor y, luego, responder [a esa dádiva] saliendo al mundo a propagar ese amor.

“Se trata de llamar a los que están cerca y los que están lejos a reunirse en el redil; se trata de sanar y reconciliar, se trata de hacer que el amor encarne en las vidas de las personas que nos rodean y en las vidas de las personas que están en el otro extremo del mundo”.

La conversación se centró en las Cinco Marcas Anglicanas de la Misión. Crabtree preguntó, en referencia a la primera marca, “Proclamar las Buenas Nuevas del Reino”, ¿cómo llevar esa proclamación a un mundo tan necesitado del mensaje, pero atascado en la duda?

La pregunta le recordó a Jefferts Schori de un encuentro que tuvo hace algunos años en un asilo de ancianos donde una mujer llevaba puesta una sudadera que decía por el frente “‘Jesús te ama’ y por la espalda decía ‘pero yo soy su favorita’. Todos nosotros tenemos una sudadera como ésa. Todos somos favoritos de Dios. Pero necesitamos de los demás para recordarlo”.

La duda, prosiguió ella, “es una oportunidad que alguien tiene de salir y responder; es una oportunidad de crecer en la confianza de que eres profunda, abundante y eternamente amado, pero eso no nos sucede sin ese encuentro corporal”.

Lo que buscamos decir en la proclamación, respondió Tutu, no es que el mundo en que vivimos sea un paraíso, sino que tenemos a un Dios omnipotente “que espera que nosotros seamos sus colaboradores”.

“Y ése es nuestro privilegio y nuestra responsabilidad: ayudar a convertir este páramo en el jardín que Dios siempre se propuso que fuera este mundo”, dijo Tutu, que fue arzobispo de Ciudad del Cabo y primado de la Iglesia Anglicana de África del Sur de 1986 a 1996.

El Consejo Consultivo Anglicano, el organismo principal en la formulación de las políticas de la Comunión Anglicana, elaboró entre 1984 y 1990 las Cinco Marcas de la Misión para ofrecerles a las parroquias y diócesis en todo el mundo un prontuario práctico y memorable de las actividades de la misión.

Las cinco marcas de la misión son:

1.  Proclamar las Buenas Nuevas del Reino de Dios
2.  Enseñar, bautizar y formar a nuevos creyentes.
3.  Responder a las necesidades humanas con amoroso servicio.
4.  Procurar la transformación de las estructuras sociales injustas.
5.  Luchar por salvaguardar la integridad de la creación y por el sostenimiento y la renovación de la vida en la tierra.

En referencia al relato de Tutu sobre el respeto que Huddleston le mostró a su madre, la segunda marca y la segunda promesa del Pacto Bautismal (http://www.episcopalchurch.org/page/baptismal-covenant) de respetar la dignidad de todo ser humano, Crabtree preguntó: “¿Cuál es la mejor manera de quitarnos el sombrero ante los demás?”

Jefferts Schori, que en su primera infancia fue educada en una iglesia católica romana donde le enseñaron a hacer una venia siempre que se encontraba con una monja en el pasillo, dijo que ella aprendió mucho de la tradición monástica, donde en reconocimiento a Dios uno se inclina ante sus hermanos y hermanas en la comunidad.

“Si pasamos por la vida de ese modo”, dando gracias y reconociendo la imagen de Dios “dondequiera que vamos, el mundo funcionaría de manera diferente, muy diferente”, afirmó. “Vivimos en una sociedad que con mucha frecuencia supone [que se encuentra con] un enemigo, en lugar de con la imagen de Dios”.

En respuesta a la pregunta de Crabtree sobre la mejor manera de responder a las necesidades de los demás, Jefferts Schori habló acerca de la necesidad de la autocompasión.

“Cuando tenemos un sentido de nuestra propia desolación y tenemos compasión por nosotros mismos, entonces podemos tener compasión por los demás. Es esencial poder ver ese ser humano herido que está necesitado de compañía”, dijo.

“Ésa es la única vía en que podemos ser corestauradores, cocreadores con Dios al responder a ese [ser] herido. Yo creo que ésa es la salvación del mundo. Pero exige encontrar la vulnerabilidad en tu propia alma”.

Prosiguiendo con la cuarta marca de la misión, “procurar la transformación de las estructuras sociales injustas”, Crabtree observó que encontrar esa “vulnerabilidad” puede ser “como nadar contracorriente” intentando corregir las estructuras injustas de la sociedad. “Sin embargo, uno tiene que mantenerse empujando poquito a poco y confiando en que Dios ve el esfuerzo, porque sabemos que Dios sí ve eso…”

Hablando a partir de su experiencia como un líder anti apartheid en Sudáfrica y testificando de la opresión y la injusticia a que muchos se enfrentaron, Tutu dijo que hubo una época cuando muchas personas en el mundo, e incluso algunos líderes del movimiento, podían haber dicho, “este horrible sistema, no hay modo que podamos derribarlo”.

“Bien”, y se rió. “¿Recuerdan lo que pasó? La gente de Sudáfrica hizo su parte, pero fue en gran medida el [resultado del] apoyo que obtuvimos de la comunidad internacional, del movimiento antiapartheid, ustedes saben esas alianzas que teníamos, los jóvenes que se manifestaban y laboraban por la desinversión, y aquí estamos hoy.

“En los años 80, e incluso en los 90, muchos decían que no, que la única manera en que se iban a resolver las cosas en Sudáfrica era a través de un espantoso baño de sangre racial, pero eso no sucedió. Y se debió a una alianza de personas alrededor del mundo”.

Tutu recibió el Premio Nobel de la Paz en 1984 por sus empeños en ponerle fin al apartheid. Luego de la caída del apartheid en 1994, él encabezó la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica.

Crabtree, que también recordaba haber visto a Tuto en el programa “Nightline” con Ted Koppel en los años 80, le preguntó cuándo él se había dado cuenta de que tenía que aliarse con Dios para combatir al apartheid. “Usted no se apareció allí de improviso, sino que había estado en esta lucha durante mucho tiempo”, dijo Crabtree.

Tutu volvió a reírse y le dijo: “No sé. Supongo, que has de tener cuidado en lo que le pides a Dios que haga contigo, cuando le dices “estoy aquí, úsame’, y Dios te toma en serio”.

Él dijo que él éxito del movimiento antiapartheid se debía a la inundación de oraciones de todas partes del mundo, añadiendo que él no era más que una persona comprometida en una comunidad mucho más grande. “Tú sabías que eras parte de algo que finalmente no iba a ser derrotado”, agregó.

Respecto al poder de la oración, en una pregunta hecha por ENS luego de la transmisión, Tutu dijo: “Una de las cosas prodigiosas es que Dios no suele hacernos saber, en este lado de la muerte, dónde nuestras oraciones realmente funcionan, porque, gústenos o no, nos volveríamos ligeramente presuntuosos. Pero el hecho de que la oración funciona no está en duda”.

También después de la transmisión, Jefferts Schori dijo que ella sí se siente “apoyada por las oraciones y la fuerza que me llega de lugares que no sé dónde están. Y ello produce una sensación de paz que proviene, creo yo, de las oraciones de muchas, muchas, muchas personas.

“Yo no puedo hacer el trabajo que hago sin eso. No podría hacerlo sin eso. Y darme cuenta de eso es una experiencia inmensamente gratificante”.

Al principio del programa, antes de entrar a conversar sobre la misión, Tuto tomó un momento para encomiar a la Iglesia Episcopal por “su generosidad y su mansedumbre de espíritu” cuando podría haber sido “cáustica” en su respuesta a los recientes desafíos [que ha encontrado] en la Comunión Anglicana.

Crabtree concluyó la plática sobre la misión abordando la quinta marca: “Luchar por salvaguardar la integridad de la creación y por el sostenimiento y la renovación de la vida en la tierra”.

“Dios nos puso en este jardín para que cuidáramos de el, porque es la fuente de la vida física de todo lo que existe” dijo Jefferts Schori.

“Desafortunadamente en nuestra historia, los cristianos con frecuencia han malentendido el dominio tomándolo por propiedad privada. Se trata de mantenimiento del hogar, de administración y de mayordomía de los integrantes de la creación.

“Se recuperará en la medida en que adquiramos una mayor conciencia de que todos estamos íntimamente conectados…que somos una comunidad dinámica…y que no podemos prescindir de ninguna de sus partes: la totalidad de su ser es esencial a nuestra vida y a la vida de todos y cada uno de los seres humanos y de todas y cada una de las criaturas que pueblan este planeta”, ella dijo.

— Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.

En inglés: http://bit.ly/LzdY7B


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