La música, tradicional y nueva, sienta la pauta para Adviento y Navidad

Por Sharon Sheridan
Posted Dec 8, 2011

[Episcopal News Service] Tan inevitable como las coronas de Adviento y las representaciones navideñas, la música llena las iglesias episcopales a través de toda esta temporada de fiestas. Las congregaciones prefieren los oficios de Lecciones y Villancicos y los conciertos de “El Mesías” de Haendel, mientras los directores de coro procuran encontrar un equilibrio entre la música amada y tradicional y las nuevas obras que iluminan el milagro de la Encarnación.

A diferencia de las galerías comerciales —y de algunas otras denominaciones— la música de diciembre durante las cuatro semanas que anteceden a la Natividad, no es de villancicos navideños, sino de himnos de Adviento.

Esto fue para mí una nueva experiencia, luego de haberme formado como metodista, recordaba Marilyn Keiser, profesora emérita de música de la Universidad de Indiana, y directora de música en la iglesia episcopal de La Trinidad, en Bloomington, Indiana.

“Para mí eso fue un cambio, o al menos una experiencia aleccionadora”, dijo. “En verdad esperamos hasta Nochebuena para cantar villancicos y música de Navidad. Pero hay muchos temas maravillosos en Adviento”.

Los himnos de Adviento casan con el leccionario, como los que dicen “Junto al Jordán” y “Hay una voz que clama en el desierto” para acompañar las lecturas acerca de Juan el Bautista, y arreglos de el Magnificat y de “El Ángel Gabriel” para seguir el evangelio del IV domingo de Adviento de este año,  explicó ella. “La música de Aviento es muy rica” —agregó— “Creo que es mi estación litúrgica preferida”.

En [la estación de] Adviento “tenemos una música más sosegada durante la comunión”, siguió diciendo. “A veces tenemos los salmos cantados a capela —acompañados de campanillas— en el fondo de la iglesia. Precisamente las cosas que le dan al oficio un carácter más íntimo, más contemplativo.

“En verdad aprecio eso, en medio de todo el barullo comercial de la Navidad. Y creo que es una de las cosas realmente gratas de la música de Adviento. Aunque gran parte de ella sigue siendo alegre como “Prepara el camino del Señor [oh Sión]” y cosas por el estilo, hay también himnos más contemplativos: “Creador de las estrellas de la noche” y “Oh ven, oh ven Emanuel”. Este último es parte de la tradición monástica.

Los monjes y monjas cantan el salterio en un orden fijo durante los oficios diarios en un ritmo que no cambia con las estaciones. Pero las antífonas antes y después de los salmos y cánticos sí cambian, explicó el hermano Scott Borden, prior del monasterio de la Santa Cruz [Holy Cross Monastery], una comunidad de anglicanos benedictinos en West Park, Nueva York. “De manera que al principio del Adviento, cambiamos a toda una serie diferente de antífonas, que, de diversas maneras, tienen la finalidad de llamarnos a la estación de Adviento”.

Probablemente las más conocidas de estas [antífonas] son las antífonas de Adviento o antífonas mayores del Magnificat en los días que preceden a la Navidad, explicó. “Oh ven, oh ven, Emanuel” está escrito valiéndose de estas antífonas.

“Hay muchos, muchos arreglos de ellas. También han inspirado a muchos compositores a lo largo de los años”, añadió. “Creo que existen en todas las lenguas donde la Iglesia cristiana está presente… Toman los siete nombres que Isaías usa para referirse a Dios: Emanuel, Sabiduría, Raíz de Isaí, Llave de la casa de David… Contemplamos este acontecimiento encarnacional de la Navidad, y en esto consiste encarnarse. Estos son los nombres de Dios que provienen de la tradición judía, donde el nombre de Dios no podía pronunciarse”.

Isaac Everett, el músico de jazz, compuso una vez un arreglo instrumental de “Oh ven, oh ven, Emanuel” para concertina, oboe, guitarra, flauta, batería y diyiridú. Una versión semejante aparece en “Rotación”, su primer álbum. Como ministro de artes litúrgicas en  The Crossing, una iglesia emergente que se reúne en la iglesia catedral de San Pablo [ Cathedral Church of St. Paul] en Boston, él con frecuencia compone para que músicos aficionados de la congregación toquen durante el culto.

“Aunque sólo puedas sacar tres notas, escribiré algo par ti”, dijo. “Celebramos los dones presentes en esta comunidad… Para mí, como músico y compositor, es uno de los ministerios más gratificantes: ayudar a tocar música a personas que bien no han tenido el espacio para hacerlo o de algún modo han olvidado su vocación o no creen que tengan la capacidad de hacerlo”.

De la misma manera, él ve el canto congregacional —en el que todo el mundo participa como parte del cuerpo congregado de Cristo— como particularmente significativo en [la estación de] Adviento y conducente a la Encarnación en Navidad.

“Creo que el Adviento es una estación mucho más terrestre. Es cuando la divinidad viene a la tierra”, señaló Everett. Lograr que todo el mundo cante al unísono en un círculo, lo suficientemente cerca para que sus voces se fundan, es una “afirmación profunda”, afirmó. “Es un testimonio mucho más visible de lo que creemos que es realmente el reino de Dios y a qué se parece, y lo ensayamos en nuestra adoración… El reino no es un reino en el cual todos nos sentamos a escuchar a cantantes profesionales”.

The Crossing a menudo utiliza música secular para el Adviento, tales como “Esperar en vano” [“Waiting in Vain”] de Bob Marley, “Esperando un milagro” [“Waiting for the Miracle”] de Leonard Cohen y “Cuando un hombre se acerca” [“When a Man Comes Around”] de Johnny Cash, así como tonadas tales como “Oh ven, oh ven, Emanuel”. Por tratarse de una estación penitencial, con frecuencia el oficio comienza con una confesión musical tal como ésta de su álbum “Transmission,” agregó Everett.

La Navidad trae consigo los villancicos familiares. “Esos cánticos son tan lindos, y logramos cantarlos tan raras veces, y todo el mundo se los sabe”, dijo. Si bien el Adviento es un tiempo de “volverse creativo y pensar, en términos litúrgicos, de manera menos convencional. Llega la Navidad e intercambiamos presentes y cantamos villancicos y estamos ciertamente dentro de lo convencional” —pero eso también resulta muy consolador, añadió él.

Para muchos episcopales, los oficios de Adviento o los festivales de lecciones y música de Navidad, que se encuentran en el Libro Episcopal de Oficios Ocasionales, ofrecen una oportunidad de cantar y de escuchar villancicos tanto nuevos como tradicionales.

“La tradición de las Lecciones y Villancicos [de Navidad] está arraigada en la tradición coral anglicana”, dijo John Scott, director de música de la iglesia episcopal de Santo Tomás [St. Thomas Episcopal Church], en la Quinta Avenida de Nueva York.

E.W. Benson, que llegó a ser arzobispo de Cantórbery, creó el primer oficio de nueve lecturas bíblicas con villancicos alternos para usarlo en el galpón de madera que le servía como su catedral en Truro, Inglaterra, en la Nochebuena de 1880. Otras iglesias adaptaron el formato, y el King’s College de Cambridge, comenzó a celebrar su Festival de Nueve Lecciones y Villancicos en 1918. Millones de personas en todo el mundo escuchan la transmisión anual que hace la BBC de este oficio, que siempre comienza con el himno “Una vez en un establo” [“Once in Royal David’s City”] e incluye un villancico nuevo.

“[El oficio] cuenta la historia de nuestra redención, por así decir, desde la caída de Adán hasta el nacimiento de Cristo”, explicó Scott. “En torno a eso es posible construir, creo yo, una secuencia muy imaginativa de villancicos e himnos”.

La gente disfruta la oportunidad de cantar villancicos muy conocidos, agregó. “En esa especie de marco, el director de música tiene la oportunidad de intercalar todos los años villancicos de naturaleza diferente que pueden responder a las lecturas, y que pueden reflexionar sobre ellas y también comentarlas… Es una estupenda oportunidad para el pensamiento creativo”.

El coro de hombres y niños de Santo Tomás canta dos oficios completos de Lecciones y Villancicos el domingo antes de Navidad, además de ofrecer oficios más breves de villancicos el 17 y el 21 de diciembre y uno en Nochebuena cuando el rector bendice el pesebre y pronuncia su mensaje de Navidad para los niños. Y el 15 de diciembre, los niños del coro —alumnos de la escuela coral de Santo Tomás [St. Thomas’ choir school]– cantarán la Ceremonia de villancicos [Ceremony of Carols] de Benjamin Britten, junto con el Día de baile [Dancing Day] de John Rutter.

Si bien no lo llama un oficio de villancicos, Santo Tomás también hace preceder la Eucaristía coral con que se inicia el Adviento con cuatro lecciones con acompañamiento musical, que comienzan con el “Responsorio de Maitines” de Palestrina, desde la Gran Escalera. “En modo alguno tratamos de adelantar la Navidad”, dijo Scott, al describirlo como “el festejo de un nuevo año eclesiástico”.

La música de este año para la procesión del primer domingo de Adviento incluyó un arreglo musical del Benedictus, “Desplegaos, Cielos” [“Drop Down, Ye Heavens”] de Judith Weir, el Ave Maria de Anton Bruckner y el himno “Ven Tú salvador de la tierra” [“Come Thou Redeemer of the Earth”]. (Varios enlaces de audio de interpretaciones corales de Santo Tomás se pueden encontrar aquí.)

Además de los himnos y villancicos tradicionales, una de las obras musicales que más se asocian con la Navidad es El Mesías. El coro de Santo Tomás cantará El Mesías el 6 y el 8 de diciembre. “Esa es una tradición anual en la cual la iglesia se abarrota”, dijo Scott.

En algunas iglesias en lugar de tener una actuación coral de El Mesías, invitan a todos los miembros a cantar todos los coros. La iglesia episcopal de Santiago
[St. James’ Episcopal Church] en Lothian, Maryland, celebró su 25ta. Cantata comunitaria anual de la Primera Parte de El Mesías, más el coro “Aleluya”.

“En los últimos cinco o seis años, hemos tenido patrocinadores en la iglesia que cubren los costos de los músicos, y la hemos usado [la cantata] como una recaudación de fondos para el Ejército de Salvación”, dijo el director musical Michael Ryan. “No creo que jamás hayamos tenido menos de 100 cantantes… y luego algunas personas vienen solamente a escuchar. En nuestro pequeño edificio del siglo XVIII, cuando eso se pone en marcha suena como el Coro del Tabernáculo Mormón”.

“Luego que el acto termina, alimentamos a todo el mundo”, añadió. “Es un evento comunitario bastante agradable”.

Los que buscan montar una obra navideña menos tradicional, cuentan con otras opciones.

Para su festival navideño intergeneracional, la iglesia de La Trinidad, en Bloomington, ha presentado La estrella invernal” [The Winter Star] de Malcolm Williamson. “Cuenta la historia de la primera Navidad y es sencillamente bella”, dijo Keiser. El espectáculo dura alrededor de 20 minutos, con un elenco de 25 a 30 personas que representan  a todo el mundo, desde los ángeles y los pastores hasta los niños en sus camitas.

La música era muy accesible, agrega Keiser. Concluye con la procesión al pesebre y el cántico de “Gloria a Dios” como un rondó en seis partes.

Otra obra contemporánea, La cantata de los animales, la estrenó en diciembre de 1996 la Sociedad Coral Armónica [Harmonium Choral Society], que dirige Anne Matlack, directora de música de la iglesia episcopal de la Gracia [Grace Episcopal Church] en Madison, Nueva Jersey. Matlack se proponía encargar una nueva obra de Navidad y escogió un librito de poemas sobre los animales del pesebre escrito por su futuro esposo, Jabez Van Cleef (ellos se casaron el año en que la pieza se estrenó). El compositor neoyorquino Elliot Levine le hizo la adaptación musical.

“Hay una serie de personas que quiere que todo sea exactamente lo mismo cada año en Navidad”, dijo Van Cleef. “Y hay otra serie de personas que está cansadísima de que Cascanueces y El Mesías sean el plato fuerte y que algo de villancicos ingleses tradicionales con un poco de y un poco de franceses compongan el resto, en lo que a música se refiere. Queríamos ofrecer coros con una alternativa que estuviera… al día con el mundo en que vivimos, sin ofender a nadie, pero que fuera lo suficientemente grande como para programarla como la pieza central de un evento musical de Navidad”.

La cantata “contaba la historia de la Navidad como fue vista por los animales, partiendo del principio de que los animales estaban allí primero, y que eso significaba algo”, dijo él. “Una cosa es decir que los animales están allí, y otra cosa es decir, ‘Sí, eso es lo correcto. Ése es el modo en que Dios quería que fuese'”.

Van Cleef dijo que él se proponía transmitir el mensaje de la igualdad social del cristianismo, “de manera que hasta una araña tenga alma”.  Él explora la cuestión teológica respecto al lugar de las personas en la sociedad, al hacer que los animales canten: “¿Nacen algunos para cargar, algunos para seguir ¿Es ésta la ley que impuso Dios?”

Él también incorporó un mensaje medioambiental, cuando el bebé canta (“Me supongo que él es Dios, de cualquier modo, debería poder cantar una canción”) eso señala el “nacimiento de una conciencia holística, la capacidad de ver la totalidad funcionando en seguida como un conjunto”.

Musicalmente, la pieza de nueve movimientos exige un coro a cuatro voces [soprano, alto, tenor y bajo], con múltiples solos y duetos, y acompañado por cello, flauta y corno inglés u oboe. Se ha representado de 20 a 30 veces, entre ellas en la Universidad de Yale y en Tokio, dijo Van Cleef. “Tuvieron que traducir las letras al japonés”.

Sea cual fuere el repertorio, la música puede constituir un poderoso atractivo para la iglesia. “La música es una herramienta de evangelización muy robusta y poderosa”, puntualizó Scott. Y muy cargada de sentido para los músicos.

“Cada año, las piezas me hablan de una manera diferente”, añadió. “Un verso de un himno a veces puede sorprenderte de la manera menos pensada”.

 — Sharon Sheridan es corresponsal de ENS. Traducido por Vicente Echerri