La imagen de la catedral de Haití cobra forma

El equipo de planificación se propone empezar pronto la licitación de la obra arquitectónica

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Dec 6, 2011

Sikhumbuzo Vundla, Diocese of Haiti’s chief of operations, surveys the bells of Holy Trinity Cathedral in Port-au-Prince, which was destroyed in the January 2010 earthquake. The temporary cathedral structure is visible behind him. Photo/Joseph Constant

[Episcopal News Service] La estación de Adviento en la Diócesis Episcopal de Haití está cargada de posibilidades porque su catedral de la Santa Trinidad en Puerto Príncipe, como imagen de un nuevo edificio en el corazón de la diócesis, ha comenzado a cobrar forma.

Se espera que una solicitud de propuestas arquitectónicas se dé a conocer “en un futuro muy próximo”, dijo recientemente a Episcopal News Service el Rdo. John A. Runkle, director asesor de proyecto para el equipo de ‘Reconstruir Nuestra Iglesia en Haití’ que se ocupa de la reconstrucción de la catedral.

“La catedral va a convertirse para muchos en Puerto Príncipe en un símbolo muy profundo de esperanza, de inspiración, de refugio, de estabilidad, de recuperación de un estado de ánimo positivo”, dijo Runkle, a quien nombraron en ese  puesto a principios del otoño.

Runkle, que una vez fuera el conservador de la Catedral Nacional de Washington, es arquitecto titular y ha trabajado con frecuencia en proyectos relacionados con monumentos arquitectónicos o culturales.

A petición de Jean Zaché Duracin, obispo de Haití, la catedral ha de ser el primer proyecto de reconstrucción en la diócesis después del terremoto. La campaña de recaudación de fondos ‘Reconstruir Nuestra Iglesia en Haití’ destinada a ayudar a esa obra, se inauguró formalmente en el primer aniversario del terremoto.

Terri Mathes, miembro de la Fundación de la Iglesia Episcopal (ECF), quien se encuentra al frente de la campaña, declaró recientemente ante el Consejo Ejecutivo que el empeño “ha creado un sentido de comunidad en las diócesis y entre las diócesis que acaso no habían estado antes tan interconectadas sobre un asunto en particular”. Ella calificó de “espectacular” el índice de participación a través de la Iglesia.

Donald Romanik, presidente de la ECF, dijo al Consejo que “esta campaña le ha dado a la gente de la Iglesia, tanto en las congregaciones como en las diócesis, herramientas para la recaudación de fondos, ha levantado un liderazgo y ha recaudado y continuará recaudando dólares”. Tanto él como Mathes predijeron que la estructura y los talentos que se han desarrollado hasta ahora durante la campaña servirán a la Iglesia en futuros empeños, además de dar lugar a una amplia discusión sobre la financiación de la misión y el ministerio de la Iglesia.

Mathes le dijo más tarde a ENS que la campaña no está preparada para dar información sobre el monto de dinero recaudado.

“Nos han aconsejado que no demos a conocer una cifra real porque conlleva amenazas a la seguridad de las personas que trabajan en Haití”, dijo. “La recaudación de fondos ha marchado muy bien y se dispone de una cantidad substancial para comenzar la planificación arquitectónica y la construcción. Necesitaremos bastante más para llegar a terminar la catedral”.

Los costos estimativos oficiales de la reconstrucción se basarán en los planos presentados por el arquitecto o arquitectos que hayan resultado escogidos en el proceso de licitación.

Como sucede siempre que se planifica la construcción de cualquier iglesia, no faltan ideas de lo que deba abarcar una nueva catedral episcopal en el corazón de Puerto Príncipe, dijo Runkle.

“Todo el mundo tiene una visión, todo el mundo tiene el deseo de crear una nueva catedral, y parte del arduo trabajo que hemos estado haciendo en los últimos dos meses es intentar integrar la visión y los deseos de todos y lograr que todo el mundo armonice de manera que estemos unificados respecto a la manera de seguir adelante”, agregó Runkle. “Eso exige esfuerzo, exige conversación, exige ser muy receptivo y dialogar”.

Ya algunas ideas parecen claras. El edificio mismo debe reflejar la belleza de la cultura haitiana, dijo Runkle. Además, los tres murales religiosos que sobreviven, de los 14 que una vez llenaban el interior de la catedral, se incorporarán al nuevo diseño.

Los murales mundialmente famosos que representaban historias bíblicas en motivos haitianos, creados por algunos de los más notables pintores de Haití en el siglo XX, se añadieron, a la catedral neogótica de los años veinte, a fines de los años cuarenta y principios de los cincuenta. Otras pinturas y tallas en madera adornaban también el interior del edificio.

Esta especie de adornos artísticos de la antigua catedral eran para los haitianos “una forma de culto -una expresión de devoción a Dios- y definitivamente debían ser parte del nuevo espacio de adoración”, afirmó Runkle. “¿De qué precisa manera vamos a hacer eso, no lo sé”.

Él dijo también que esperaba que los murales que habían sobrevivido no se exhibieran simplemente como piezas de museo en una suerte de santuario; que será importante que el arquitecto o los arquitectos elegidos tengan experiencia de trabajar en Haití o en el Caribe para garantizar que entienden la cultura artística del país tanto como el ambiente laboral, y agregó que ha habido conversaciones de una posible asociación entre firmas haitianas y estadounidenses.

El adaptar el estatus de la Santa Trinidad como un punto central en Puerto Príncipe, dijo Runkle, se espera que el nuevo edificio sea capaz, en alguna emergencia futura, de convertirse en “un puerto seguro, un refugio, un lugar que pueda ofrecer socorro y ayuda si otras cosas en su entorno no pueden hacerlo”. El edificio podría lograr eso siendo resistente a huracanes y terremotos, capaz de generar su propia electricidad, de filtrar el agua y de tener capacidad de telecomunicaciones durante una emergencia, sugirió.

Se espera también que el edificio será sensible al medio ambiente. Podría incluir tanto material como pudiera reciclarse del edificio destruido, utilizar materiales autóctonos cuando sea posible, se contemplará la instalación de paneles para captar la energía solar y se investigará la manera de recoger y usar el agua lluvia. Runkle dijo que hay esperanzas de que el edificio sea ambientalmente sostenible y un modelo de la nueva construcción en Haití.

Runkle agregó que en la calle se rumora que la construcción en Haití “va a dispararse en un futuro próximo” y a algunos les preocupa que “los más necesitados de trabajo -los haitianos- puedan resultar excluidos” si los contratistas internacionales traen a sus propios obreros. Por consiguiente, cuando llegue el momento en que se abran las licitaciones para un contratista general de obras, se espera incluir el requisito de emplear a trabajadores, artesanos calificados y artistas haitianos.

“Queremos estar seguros de que el pueblo haitiano construya su catedral”, recalcó.

Además de todos estos objetivos, hay tres componentes fundamentales que deben quedar claramente detallados en la propuesta arquitectónica, resaltó Runkle. Ellos son una descripción legal del terreno a utilizar; una descripción de las “necesidades funcionales” a que responderá el edificio -tales como el número de asientos en el espacio de culto, las funciones diocesanas que deben encontrar acomodo, los requisitos musicales y el espacio destinado a reuniones-; y lo que él llamó un presupuesto realista.

El complejo de la Santa Trinidad incluía la Escuela de Música de la Santa Trinidad, la Escuela Profesional de la Santa Trinidad, una escuela primaria y otra secundaria y un convento de las hermanas de Santa Margarita (St. Margaret ], además del edificio de la catedral. Hay discusiones en proceso respecto a la relocalización temporal de las escuelas, explicó Runkle, pero el objetivo es traerlas de nuevo a los predios de la catedral. Ese empeño, y su financiación, serán apartes de la construcción de la catedral.

La parte dedicada a la educación en los terrenos de la catedral es emblemática del “evangelio integral” que, según dijera Duracin, la diócesis ha predicado y practicado desde su fundación en 1861, y que ha servido a las necesidades físicas y emocionales, tanto como espirituales, de los haitianos.

Ese ministerio continúa aun después del terremoto. La oficina de ayuda y desarrollo de la diócesis, conocida como Centre Diocesain de Developpement et de Secours, asociada con Ayuda y Desarrollo Episcopales, sigue sirviendo a todo el país en los terrenos de la educación, la salud pública, la protección ambiental, la asistencia alimentaria, los microcréditos y la ayuda de emergencia a corto plazo.

—La Rda. Mary Frances Schjonberg es editora y reportera de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.